martes, 28 de junio de 2011

Los divinos niños juguetones

Escrito por Luis Negrón Alonso
Por ser este trabajo una aproximación rápida a la temática indicada en el epígrafe, no hago sino esbozar ideas iniciales, a guisa de exploración, en  tanto su estudio requiere de mayor atención y asiduidad para lograr un pleno entendimiento.
La actividad lúdica, es decir, ese ejercicio recreativo donde se gana y se pierde en broma, no es una diligencia circunscrita a la acción humana, sino que también constituye un atributo de los seres sagrados que gobiernan la cosmovisión del hombre. Al par que a las personas, también se les adjudica a los entes deificados una serie de tareas que les permiten escapar a su estado de inacción y veneración permanente. Los seres divinos son omnipotentes y omnipresentes y tienen un correlato humano trascendente, cuanto su comportamiento se homologa al que es típico de la existencia mortal.
Es harto conocido, que cada pueblo: sea grande, sea pequeño o el más apartado villorrio de nuestro país –especialmente de la serranía– ha designado desde tiempo inmemorial a una virgen o santo, como su Patrona o Patrón, a quienes los pobladores deben respeto y devoción, que se concreta celebrándolos, en fecha fija del calendario; antes de cuya conmemoración el vecindario reconoce o designa con anticipación al encargado o responsables de promover la festividad, llamados “karguyoq”, “alferes”, o “mayordomo”. Es obligación de estos personajes planificar todos los eventos a ejecutar, buscando la colaboración de sus parientes y vecindario en general; pues hay que prever desde la celebración oportuna de la novena, las vísperas, procesión de la o las imágenes el día central, así como el agasajo a los participantes comprometidos en la organización de la fiesta y otras personas que tienen calidad de invitados.
El asunto:
El día 6 de agosto de cada año, se celebra en la ciudad de Sicuani (Canchis-Cusco), y específicamente en los barrios de San Roque, Rosaspata, y San Salvador, la fiesta de «Los Niños de San Salvador».
Para el servicio de aquellos barrios existe una pequeña capilla –varias veces edificada– dedicada a ellos, el mayor de los niños lleva el nombre de Pastor, mientras que el menor es llamado Modesto. Debo señalar que hay duda sobre sus nombres.
Este par de niños son considerados buenos y muy milagrosos, y contradictoriamente malos y vengativos. Así mismo, se les califica como sumamente bromistas, palomillas y peleadores entre sí, a más de coprolálicos.
La presencia y existencia de estos Niños se explica míticamente, y perviven –aunque tenuemente– algunas versiones orales sobre el origen de los mismos.
Manifiestan algunos de los actuales vecinos; que estos Niños con frecuencia se escapan de sus altares y se dirigen a un lugar aledaño que se nombra “Taruka”, donde se dedican a jugar hasta muy entrada la tarde, con bolitas de cristal, canicas o “ch’uchos” y que “varios los vieron” en esa práctica.
Otros dan la versión, que ellos desaparecen de la capilla y se dirigen hacia el cerro que está en la parte inmediatamente posterior a su adoratorio, para dedicarse a jugar con trompos.
La evidencia para estas afirmaciones, radica en que “…una tarde…”(?) encontraron a los Niños parados en sus urnas, pero, “tenían los pies sucios, señal de que se habían evadido a jugar”.
Los hechos
Bajo estas consideraciones, «Los Niños de San Salvador», son celebrados con renovada pompa, es así que –los días 5 y 6 de agosto de 1992– observé que los encargados de la festividad, las víspera mandaron concelebrar una misa de fiesta, a cargo de las más altas autoridades eclesiásticas de la Prelatura, cuya homilía estuvo dedicada a la familia y especialmente al cuidado que se debe prodigar a los niños como una obligación no sólo de ésta, sino de toda la sociedad.
Referían algunos de los presentes, que el incumplimiento de las promesas formuladas a ellos, trae como consecuencia inevitable el castigo de los mismos, y su cumplimiento la recompensa; es así que muchas personas han logrado sus deseos y otras han sufrido contratiempos o accidentes, con deterioro de su integridad física; por ejemplo, manifestó una persona:
Inmediatamente después de la misa, se procedió a la quema del “qhapu”, que son haces de hierba seca, los cuales son acumulados -en el cerro- y traídos por los jóvenes, como parte de una misión impuesta por la costumbre. Esta situación me invita a aventurar una pregunta: ¿Tiene alguna relación la quema del “qhapu” con los ritos a la “Pachamama”, considerando que el mes de agosto es sagrado para el mundo andino –como iniciación de un nuevo año– y la niñez que representan los íconos?. No tengo aún la respuesta.
“…esta mañana dije: yo no hago los ponches para esta noche, y de un momento a otro me he golpeado el costado y hundido una costilla. Entonces me acordé, que no hay que incumplir con los Niños”.
Seguidamente, encendieron los “juegos artificiales” (Negrón: 1992) en dos tandas; los cuales tenían formas geométricas (conos, circunferencias, cilindros), humanas y animales. Todo ello amenizado por una banda de músicos, más conocidos como “qhaperos”, que interpretaron la consabida “diana”, valses, huaynos y pasodobles españoles. Un potente equipo de amplificación era la contrapartida de los músicos poblanos, que en algún momento provocó en ellos una reacción de contrapunto. Competencia desigual y desleal.
En el ínterin, los niños se dedicaron a jugar, los jóvenes a pasear y lograr encontrarse con sus contrapartes; el resto de la concurrencia en la plazuela y calles aledañas, conversaban animadamente y bebían ponches calientes hechos de almendra (color blanco) y guinda (color rojo); uno y otro incorporados con su “cojudito” o copa de licor, para darles más sabor y consistencia. Los divinos Niños, antes del inicio de los actos profanos de las vísperas, en su honor, fueron conducidos en sus andas al interior de su capilla.
Los Niños, tienen una estatura entre 0.75 y 0.80 cm., y estaban ataviados con vestimenta de sacerdotes católicos; vale decir, con ornamentos sacros, que comprendían el alba, cíngulo, casulla, estola, y el bonete. Manifiestan que después de la festividad el nuevo encargado de organizar la futura fiesta, recibe bajo inventario, los más de 300 vestidos de la misma forma, pero de diferentes colores y motivos.
Lo que resalto de los Niños, es que cada uno porta en su mano izquierda un conjunto de trompos de pequeño tamaño y delicada factura. Otro detalle es que de sus mismos brazos penden sendas bolsitas que contienen bolitas de cristal, “ch’uchos”, “jepete o allpis”, que son instrumentos del juego de tiros o canicas (Sánchez y Negrón: 1975).
Es precisamente la ocasión de su fiesta la que promueve en los devotos, la necesidad de obsequiarles los juguetes mencionados.
Merece recordar, que actos similares se observan en nuestra ciudad –Cuzco– con el Niño Manuelito de la iglesia de La Merced, a quien le proveen de juguetes durante todo el año y especialmente en Navidad.
Los divinos niños también juegan
Aunque por la brevedad de mi estancia no puedo juzgar definitivamente la veracidad de la información, insinúo que requiere de comprobación, pues muchos –sino la mayoría– de los actuales vecinos, no son oriundos del lugar; sin embargo, algunos domiciliados relataron, que antiguamente los Niños salían en procesión por separado el día central (6 de agosto), y luego simulaban un encuentro desagradable entre ellos, circunstancia en la cual los cargadores de cada una de las andas procedían a insultarse con palabras subidas de tono, evidenciando una faccionalización entre los cargadores de una y otra imagen. Transcurrida esta contingencia, hacían la paz y retornaban a su capilla, yendo por delante el menor y seguido por el mayor.
En esta oportunidad, la procesión no tuvo sino escasa presencia de feligreses. Es más, desde el año anterior a mi observación (1991), la imagen del Señor de Pampacucho, llegaba el día 5 para pernoctar en la iglesia de los divinos Niños, innovación que varió el recorrido original de la procesión y el desplazamiento de ellos, pues por ser anfitriones debían acompañar a su invitado. Este hecho motivó la disculpa de los vecinos, en el sentido de “…ni siquiera vamos a la fiesta del Señor de Pampacucho, porque es muy lejos”.
Breve análisis:
Con lo sinóptico de los antecedentes consignados, temerariamente es posible decir que, conforme a la ideología timética o estimativa del hombre andino, los dioses y los personajes sacros, realizan las mismas actividades que los humanos, y requieren de una constante renovación de su atuendo, mucho más en día de fiesta y en este caso además juguetes, para sentirse satisfechos, aunque su indumentaria no sea adecuada para los menesteres lúdicos, pero son símbolo de la sacralidad en el contexto de la religión católica.
Por otro lado, el faccionalismo presente entre los devotos, no hace sino confirmar el sentido de la dualidad organizacional de la sociedad andina, que es reforzada con una disculpa poco convincente, basada en la ubicación lejana de otro santuario, cuando como mar de fondo se encuentra la existente –aunque latente–rivalidad de la población sicuaneña, que está dividida entre los que moran en Wichaykalli (Barrio de los Niños) y Uraykalli (Barrio del Señor o Cristo de Pampacucho). Usando términos más genuinos estos espacios se denominan: Qowischa y Wallpascha. Tal partición se hace mucho más evidente durante la celebración del juego de la Ch’iwka (Valencia: 1973).
Asimismo, la primacía del hermano mayor sobre el menor nos encamina a pensar una manera de reforzamiento de la institución del Mayorazgo, traída por los españoles y cosechada del Derecho Romano; conociendo que en la estructura de la familia andina no hay preferencia para el hijo mayor en el sentido de derechos, sino de obligaciones.
Finalmente, si como expresan pocos informantes, antiguamente, los cargadores de uno u otro Niño se trababan en torneo de improperios al momentos de encontrarse, ello podría interpretarse como un fenómeno de catarsis grupal a efecto de disminuir la ansiedad y tensión, para luego restablecer el equilibrio emocional de los vecinos y promover, por intermediación de los Niños dioses, las relaciones de amistad y cooperación.
De la información a mano, es posible mencionar la existencia de datos que relatan este similar fenómeno en Inkillpata (provincia de Anta) y Ollantaytambo (provincia de Urubamba). Encontramos asimismo, una narración de actividad lúdica entre un niño indígena y otro blanco, en la falda del nevado de Qoyllorit’i (Flores: 1990).
Referencias:
Flores, Jorge (1990): Resistencia y continuidad. Edic. Andina, Cuzco.
Negrón Luis (1972): Los fuegos de artificio. Rev. Andes N° 1, UNSAAC, Cuzco.
Sánchez, Rodolfo y Negrón, Luis (1975): Ideología y juego (Mimeo.) INIDE, Lima.
Valencia, Abraham (1973): El juego de la Ch’iuka. Diario El Sol, Cuzco.

Artículo publicado en Andes Nº 2. Revista de Ciencias Sociales. Facultad de Ciencias Sociales. UNSAAC. Cusco. 1995. pp. 190-95. Título original de la publicación: “Juego y sacralidad”.

domingo, 26 de junio de 2011

Mi primer libro de lectura


Tengo presente haber ingresado el año 1951 a la sección Transición del Colegio San José de La Salle del Cuzco. Recuerdo haber visto en algunas paredes de las casas de mi barrio (Wanchaq) unos afiches del Movimiento de Restauración Nacional que encumbró en la Presidencia del país al general Manuel A. Odría, pero esto es otra historia.

Mi familia vivía a unas pocas cuadras del nuevo edificio del Colegio La Salle y, sin duda, este hecho motivó que mis padres decidieran matricularme en dicho centro educativo. Anoto, de paso, que los hermanos de las escuelas cristianas F. S. C.: Fratres escholarum christianorum constituyeron desde sus inicios una congregación religiosa dedicada a trabajar por la educación de la niñez y de la juventud. Como maestros laicos, los hermanos tenían una formación fundamentalmente pedagógica y, por los años 50, desarrollaban en el Cuzco una educación con criterios y principios bastante avanzados e innovadores, complementados con una práctica que hacía uso de los mejores recursos didácticos disponibles. No puedo negar que en el Cuzco siempre se le atribuyó a este colegio un carácter elitista, si bien orientado a la práctica de valores cristianos, pero al mismo tiempo interesado en afirmar espíritus competitivos con habilidades para el liderazgo y el desempeño social, dando especial atención a la lectoescritura, la corrección gramatical, la elocución o composición y, desde luego, a la doctrina cristiana, católica y romana. Pero, seguramente nada de esto había sido exprofesamente pensado por mi padre a la hora de hacerme lasalliano.

Con guardapolvo en la aventura escolar
Mis clases, como era la costumbre, empezaron un mes de abril. Yo concurría todos los días vestido con un práctico guardapolvo y premunido de un maletín colgado al cuello en el que llevaba mis útiles escolares, entre los cuales era infaltable mi Silabario Catón. Este texto era, en verdad, un silabario, por lo menos en su primera parte, porque más adelante pasaba a ser un libro con pequeñas e interesantes lecturas.

Recién a esta altura de mi vida puedo darme cuenta que este material educativo constituía una especie de último eco de los clásicos silabarios y catones de la primera mitad del siglo XX. Como dice alguna nota “son libros para la nostalgia y piezas de coleccionismo para los amantes de los viejos libros escolares”. El Catón era parte de un módulo de enseñanza que contaba con una guía para el maestro y unas enormes láminas que reproducían las páginas del libro y que eran desplegadas en el salón de clase sobre un caballete o rotafolio. El libro estaba diseñado con las clásicas construcciones silábicas como: «mi mamá», «amo a mi mamá», «mi mamá me ama», «mi mamá me mima» en el marco de una vistosa presentación iconográfica, para entonces, que hacía realidad el aprendizaje ameno de la lectura. La idea era que después de aprender las letras del alfabeto los niños debíamos dominar todas las combinaciones silábicas y luego estar en capacidad de combinarlas en frases y oraciones que tuviesen sentido. Las lecciones seguían un orden de menor a mayor dificultad.

Mi Silabario Catón pertenecía a la colección G. M. Bruño, denominación con la que sería conocida, además, una de las principales editoriales pedagógicas del país. Miguel Febres-Cordero Muñoz, un distinguido hermano de la Congregación, había adoptado este seudónimo para identificar los materiales educativos que produjo.

Silabario Catón de las EE. CC.
El sistema silábico de enseñanza de la lectura, que hoy es para nosotros obsoleto y tradicional, tenía que haber sido de lo más eficaz en su tiempo, porque para el mes de junio yo y mis compañeros, tras diversas experiencias y vicisitudes, ya estábamos en condiciones de hacer pública nuestra habilidad lectora. Han pasado 61 años de aquella época, tiempo en el que he vivido y he sido actor de varias reformas educativas y, sin embargo, me sigo preguntando ¿por qué ahora se hace tan difícil que los maestros logren resultados en la adquisición de habilidades lectoras por parte de sus educandos?


Hay, al margen de mi relato, dos textos iniciales que considero valiosos y dignos de recordar. Uno es el Silabario Hispano Americano del gran pedagogo chileno Adrián Dufflocq Galdames (método fónico-sensorial-objetivo-sintético) que por los años 55 se imprimía también en Argentina y que era una verdadera “gracia para el entendimiento del niño”, ya que con éste los niños aprendían a leer en pocas semanas de manera entusiasta. Otro texto memorable es el libro Amigo producido en el marco de la reforma educativa peruana de los años 70, cuando desechando el método silábico se adoptó el método llamado de las palabras normales, el global y otros modelos de enseñanza. La verdad es que a partir de entonces ya no entendí por dónde iba el sentido y la práctica de la lectoescritura en la educación básica de menores.

En mis tiempos no había educación inicial. A los cinco años, entré de frente a Transición o Preparatoria y a los dos meses estaba leyendo. Tanto así que en una actuación leí un discurso de homenaje al Director del Colegio el hermano Bernhard Wilhelm, más conocido como hermano Bernardo. Se trataba de un texto de unos cuantos párrafos escritos en un papel kilométrico que yo iba desenrollando teatralmente. Mi profesor el hermano Damián me había vestido o ‒mejor dicho‒ disfrazado de un venerable viejecito que debía calarse y quitarse los lentes para leer, causando hilaridad en el público.

Pero aún hay un hecho episódico más. Era 1985, mi hija cursaba el primer grado de primaria, después de haber hecho un año de educación inicial. Estábamos en el mes de junio y su profesora me había llamado para informarme que la niña se resistía a leer. De hecho, ella no había aprendido a leer y, es más, deliberadamente dejaba olvidado su texto en casa. La maestra había decidido dejarla a su suerte, porque ‒según ella‒ tenía muchos alumnos a los cuales atender y sentenciando que a partir de ese momento yo debía ver lo más conveniente. Ese mismo día me puse a buscar desesperadamente un texto apropiado, porque el material utilizado en el plantel me pareció absolutamente inoperante. Por supuesto que en ningún sitio se vendía el Silabario Hispano Americano ni, mucho menos, el Silabario Catón, que a estas alturas ya era absolutamente desconocido. No me quedó más remedio que apelar al libro de lectura Coquito, un texto que sigue siendo popular hasta el día de hoy, y que introduce con alguna habilidad el conocimiento de las sílabas en el contexto de palabras normales.


Para abreviar la historia, diré que la pequeña aprendió a leer a lo sumo en dos días, claro que combinando el método Coquito con métodos más tradicionales de afirmación del conocimiento en el “coquito” (palabra familiar usada como diminutivo de coco, cabeza o cráneo). A la siguiente semana la maestra quedó sorprendida, aunque nunca preguntó qué es lo que había sucedido y cómo había logrado aprender a leer su alumna hasta entonces atrasada.

Dos cuestiones para terminar. Primero, el hecho que las instancias oficiales del sector educación no han sido, por lo general, capaces de producir textos escolares de primera calidad, no han logrado producir materiales competitivos ni superar a los de mediano valor que se hallan en el mercado. Segundo, la necesidad de establecer por qué a mayor despliegue tecnológico son menores los resultados en materia de desarrollo de competencias lectoras. Seguro que muchos maestros y padres de familia tienen sus propias respuestas e ideas al respecto.

miércoles, 22 de junio de 2011

Inti Raymi y la victoria futura

Escrito por Danilo Sánchez Lihón

1. Carácter matinal

El Inti Raymi se celebraba el día 21 de junio de cada año, en el inicio del solsticio de invierno, cuando el sol se aleja en extremo de la tierra, teniendo esta fiesta un sentido de invocación.

La celebración del Inti Raymi se hace en todas las ciudades y comarcas a lo largo y ancho del Tahuantinsuyo, ocasión en que vienen al Cuzco los curacas y nobles de las panacas principales.

Nos revela esta festividad aspectos fundamentales de la cultura incaica. En primer lugar su carácter matinal, el que en ella se exalte lo que es luminoso, afirmativo y fecundo.

También el que en ella el arte se cultive de manera consumada.

Pero igual, la excelencia científica, donde la precisión astronómica está basaba en juiciosos, prolijos y múltiples sistemas de observación.

2. A la luz del Sol

Esto se grafica en los adoratorios, en los monumentos solares, en los sistemas de orificios aéreos que lucen los edificios públicos.

En ellos la ubicación de las estrellas es captada con total perfección.

Incluso, para las mediciones astrales contamos con vasijas de uso ceremonial en las cuales se deposita agua sobre una superficie cóncava.

Estos instrumentos tienen un sistema de señales en base a huecos y relieves que nos permiten registras evoluciones matemáticas de los cuerpos celestes.

Es en estas superficies en donde se ven reflejadas las estrellas del firmamento, sabiendo de ese modo su exacta ubicación solo al verlos posarse en un determinado punto del recipiente.

Nuestra cultura incaica es helíaca por ser su eje el sol.

Y entre nosotros es en el astro diurno que se representa el círculo de sabiduría de la vida. Y todas las actividades significativas las hacemos a la luz del sol.

3. Sumidos en profundo silencio

En la cultura andina honrar al sol hasta ahora tiene el sentido de glorificar la vida que bajo su poder germina, crece y madura.

A cuyo abrigo nacen, se crían y sustentan las especies. Y cuya luz esplendente es tomada como metáfora de conocimiento, virtud y sapiencia.

Las puertas de las casas se construyen en dirección de la salida del disco solar. Los terrenos se trabajaban bajo su radiante claridad.

El brillo del rostro y de los brazos, efecto del sudor, generado por el esfuerzo bajo la luz del sol, se destaca en las composiciones de conmemoración y de apoteosis, como son los hayllis.

En la noche anterior al Inti Raymi, en el Cuzco, nos reunimos en la Plaza de Aucaypata el Inca con su pueblo y esperamos descalzos la salida del sol.

Todos estamos sumidos en profundo silencio, con inmenso y recogido respeto y devoción, empezando por el Inca y sus parientes, con los brazos abiertos y en rendida oración.

4. Fuente de vida

Ahora, el gran sacerdote crea el Nuevo Fuego, del cual todos extraen una llama votiva.

Porque el sol es fuego. Y el fuego es energía que purifica seres y cosas.

El Inca permanece inclinado y reverente esperando la salida del sol, mientras todos entonamos el himno que dice:

Poderoso Sol
de la felicidad eterna,
cálida fuente
principio de vida.

Y así como esperamos aquí la salida del sol en la plaza, lo hacen en las calles, las colinas, los caminos, en las cumbres de los cerros y en las llanuras estupefactas.

Todas las familias estrechamente reunidas: varones y mujeres, ancianos y niños.

5. Cara al Sol

Cuando el sol aparece en el horizonte se oye primero el agudo silbar de los pututos y estremecen la plaza los sones de júbilo de las flautas, pincullos y zampoñas.

Luego revienta en el aire el zumbar acompasado de los huáncares.

Resuenan las tinyas con sus ritmos de fiesta y se alza un grito de júbilo que retumba en los aires.

Se eleva una wifala de las multitudes reunidas en uno y otro confín hacia la bóveda sideral, para hundirse después en el alma de la gente.

La música en particular y el arte en general, son manifestaciones primigenias, naturales y espontáneas en el mundo andino.

Mundo en el cual se ha alcanzado a plasmar una cultura de fiesta del alma, fiesta moral que enaltece el corazón, la mente y el espíritu de las personas.


6. Por eso

Esta fiesta ritual se la une después al trabajo y a toda presencia de lo sagrado: al sol, a las nieves, a las lagunas y a los apus, que son las montañas.

Es fiesta de solidaridad, de reverenciar lo noble y venerable, lo que asegura, protege y afirma la vida.

De reconocer al padre y a la madre que el mundo tiene, cuales son: el sol y la tierra.

Y en todos nosotros reconocernos hijos y hermanos entrañables.

La cosmovisión de nuestros pobladores hizo que el mundo tuviera padre y madre.

Y, consecuentemente, respeto, adoración y principios de vida que acatar y que hacer cumplir.

Por eso, no hay pueblo del Perú, por pequeño que él sea, que no tenga su fiesta solidaria, fraterna y de unción.

7. Fiesta ante las flores

Fiesta, originariamente pura.

Y no hay pueblo por humilde que sea en el Perú que no tenga danzas y canciones para celebrar a sus divinidades.

El mundo andino es una cultura de fiesta, hecha de cánticos, melodías y voceríos de júbilo.

El Perú está hecho de bailes, danzas y mojigangas que irrumpen en las calles, colman los estadios y prenden el esplendor de las comparsas sobre el ocre y el verde de los paisajes.

Pero esta es fiesta del alma, fiesta sagrada, fiesta ritual ante los dioses y eternidades, ante las nieves eternas y las pacarinas.

Fiesta ante las níveas montañas tutelares.

Fiesta ante las flores que crecen a la vera de los caminos, cubriendo con su manto amarillo, azulado y violeta la redondez de las colinas.

8. Fiesta que duele

O bien, flores que penden colgadas, para darnos valor y templanza, hacia lo hondo de los abismos.

Es adoración al río con sus precipicios.

A los cursos de agua traslúcida y fluida que se cimbran sobre las peñas, sea al centro de su torrente, sea en sosiego al borde de sus orillas.

Fiesta ante las violentas cascadas y fiesta en la lluvia batida por los vientos desatados que ululan entre las peñas y los árboles.

Fiesta que muchas veces no es de alegría sino de llanto y de pena, conmovida y tierna.

Fiesta arrobada, cariñosa y cristalina.

Fiesta ante lo hermoso de la vida, fiesta que ennoblece y encumbra. Y fiesta que duele.

9. El ser del hombre transparente

No es aquella fiesta que se confunde con la jarana. No es la fiesta nefasta de las discotecas.

Ni es tampoco juerga o francachela. No es fiesta bajo el modelo y escarmiento del mundo occidental.

Sino fiesta en que se manifiesta el amor a la naturaleza, a la tierra, a los dones de la vida. Y al ser humano como ensueño y esencia.

Fiesta para sentirse hermanos. Fiesta donde podemos estar callados.

Fiesta de inocencia y ternura. Fiesta no de pareja que se divierte y seduce, sino heroica; que hace posible lo imposible como es alzar andenes en los abismos.

Fiesta ante el arco iris, donde se ama la verdad, lo bello y amoroso.

Donde el alma simple se confiesa y el ser del hombre se vuelve transparente.

10. Cuatro fiestas ceremoniales

Fiesta ante la flor del pisonay, del amancaes y del cactus. Donde se adquiere generosidad, compasión y coraje frente a las adversidades.

Por ese canto, por ese rito y esa celebración, ante lo abrupto e inclemente, ¡nuestra cultura se hizo cristalina!

Sin embargo, en tiempo de los incas, además del Inti Raymi que hasta ahora subsiste existían cuatro fiestas ceremoniales de la mayor relevancia: el Cápac Raymi, el Sitwa, el Aymoray.

Pero es el Inti Raymi fiesta grande encabezada por el Inca, con la cual se festeja el inicio del año agrícola como también el origen mítico de la cultura incaica.

Se lo festejó siempre acompañados de sacerdotes, músicos y comparsas.

Y en procesión, ingresando por cada una de las esquinas de la plaza de Aucaypata, hoy Plaza de Armas de la ciudad imperial.

11. Compartir nuestro destino

La fiesta ha tenido siempre un sentido de integración, de unidad y reforzamiento de vínculos con los pueblos.

En realidad es fiesta de peregrinación, y cuando lo es así es de hermandad y de ayuda mutua en el camino.

Es compartir nuestro destino. Símbolo y representación de este viaje que es la vida.

Nuestros incas quisieron inculcarlo como entendimiento y fraternidad entre los hombres y los pueblos. Y donde la música es la clave y la esencia.

Tan es así que no hay conglomerado humano entre nosotros, por mínimo que sea, que no tenga su banda de músicos, conformada por voluntarios y gracias a la iniciativa propia de sus cultores e integrantes.

12. Proyección al porvenir

Es posible que en esa población no haya fábricas. Es casi seguro que no haya empresas en esos lugares. Que ni siquiera tengan luz eléctrica. Pero sí hacen filigranas y encajes en el aire del amanecer, el mediodía o la tarde la banda de músicos del lugar.

Ellas constituyen grupos excelentemente organizados, imbuidos de normas, códigos de honor y hasta de una mística especial, pues muchas de sus actuaciones son de sacrificio.

Acompañan con fervor las celebraciones religiosas, cívicas y sociales.

Las bandas de músicos son un símbolo de la fortaleza del Perú milenario, de su convencimiento y de su decidida proyección al porvenir.

Ensayan en medio de los bosques, a la orilla de los manantiales, en las faldas de las colinas, en la cumbre de los cerros frente a los abismos.

13. Gritos de victoria

Ya en la sombra o a la luz del alba descorren notas, acordes y compases que convocan, integran y curan las heridas.

Y convocan a toda resistencia heroica.

Ellas harán regresar a los hermanos, padres e hijos que se han ido. Atronarán los aires con gritos de victoria.

Este propósito es también propio del movimiento Capulí, Vallejo y su Tierra, que es peregrinación y hermandad. Y se propone igualmente relevar aquellos valores del mundo andino para hacerlos más vigentes en nuestra cultura y sociedad. Y hacer que los hermanos que se han ido vuelvan.

En Capulí, Vallejo y su Tierra por eso, cada vez que llegamos a Santiago de Chuco nos esperan las bandas de músicos. Y lo primero que hacemos al amanecer de un nuevo día es subir a una cumbre.

Y de amanecida hacer el saludo al sol recibiendo los primeros rayos en nuestras frentes, manos, brazos y, sobre todo, en nuestros corazones.

14. Oh padre, hemos venido

Y le decimos al sol: Aquí estamos, hemos venido de regreso a la casa y a la tierra natal.

Te ofrendamos padre estos granos de maíz, unos morados, otros negros, otros blancos y otros azules.

Te ofrendamos estas hojas de coca, tu planta sagrada.
Te traemos estas flores silvestres que hemos recogido en los caminos.

Aquí estamos, ave sagrada. Sabemos quienes somos.

Y nuestra felicidad a partir de ahora es tan grande como ha sido nuestra desdicha hasta ahora.

Porque hemos probado que somos fuertes, recios y puros.

Oh padre, hemos venido, te saludamos reverentes este día. Y brindamos por la victoria futura que el destino nos tiene deparada.


Texto difundido por "CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA"
Construcción y forja de la utopía andina

viernes, 17 de junio de 2011

Una voz para recordar: Raúl Béjar Tapia

Don Moisés Tello Palomino, uno de mis recordados maestros de la secundaria en la ciudad del Cuzco, decía que “Galileo midió el tiempo por los latidos de su pulso”. Cincuenta años después puedo decir, por mi parte, que la intensidad del tiempo vivido puede medirse por la profundidad de los recuerdos que la experiencia logra imprimir en la memoria, sea que ella repose en el cerebro o en el corazón.  Si esto es así, diría también que ha valido la pena vivir y espero que aquellos jóvenes que conformaron conmigo la Promoción Cienciana de 1961, que este año cumple sus Bodas de Oro, compartan este aserto. A todos los tengo presentes, de una u otra forma, y les guardo un profundo aprecio, un aprecio sincero y fraternal.

Hace unas semanas, sin mediar un motivo preciso, evoqué la imagen de algunos de mis condiscípulos, de aquellos sobre los cuales dejé de tener noticia por casi medio siglo. Entre ellos se abrió paso el recuerdo de R.B.T. Éstas eran las conocidas iniciales de uno de mis inquietos compañeros, carismáticos y, de alguna manera, experimen-tados, teniendo en cuenta nuestras edades y limitado conocimiento directo del ancho mundo, pero principalmente del mundo ajeno. A Raúl Béjar Tapia, le había conocido yo un par de años antes, pero era ese año 1961 que habíamos compartido más cercanamente algunos intereses, la literatura, la historia quizá, no lo podría precisar ahora, tal vez él pudiera recordarlo. Es probable que le llamara la atención mi destacado rendimiento escolar. A mí me había impresionado desde años atrás su buena modulación de voz, su buen gusto para cantar rancheras, entre sus favoritas recuerdo El Jinete (le salía bien el falsete) y el éxito que lograba con sus narraciones simuladas de partidos de fútbol. En el Quinto de Secundaria ya no hizo mucha gala de estas habilidades.

Un día Raúl me invitó a dar una vuelta por la Plaza de Armas, era algo que hacían por lo general los alumnos mayores del salón. Dar vueltas por el centro de la ciudad, pararse a la salida de las alumnas de los colegios de Santa Ana, María Auxiliadora o Las Mercedes, ir a jugar una partida en uno de los billares concurridos, eran las prácticas rituales de los jóvenes más cuajados y “cancheros”. Lo que hicimos fue entrar a un café y tomar un par de tazas de esta bebida caliente para acompañar una charla que me pareció bastante seria y hasta ahora me resulta memorable. Raúl invitó, es bueno decirlo. Supongo que hablamos de los compañeros, de los maestros, del Cuzco y de la vida. Me gustó la experiencia, compartida con un amigo que no solía frecuentar y que no formaba parte de mi estrecho círculo de íntimos.

Algún tiempo después, cuando ya habíamos dejado el colegio, solía escuchar a Raúl por Radio Cuzco, era ya un locutor popular de la Red Bicolor de Radio Difusión, con un desenvolvimiento que podía equipararse a los mejores que podíamos escuchar en emisoras de Lima, la capital del Perú. Destacaba Raúl, sin duda, dada su juventud. Pasaron los años. Mis estudios en la universidad y, luego, lo que serían mis recorridos constantes por el país, me hicieron perder contacto con R.B.T. Alguien me dijo una vez: ‒Vive en Buenos Aires, es un hombre de radio que se ha hecho un nombre‒. Lo admiré. Aunque son muchos mis amigos que migraron tempranamente a otros países, seguramente éste era uno de los primeros casos en que podía percibir que alguien conocido por mí había sido capaz de labrarse por sí mismo, sin ayuda de papá, un camino en tierras extrañas.

Tengo que saber de R.B.T.‒me dije. –Tengo que ubicarlo. Dicho y hecho, me puse a rastrearlo en la web, como hace mi hija cuando quiere encontrar a alguna de sus antiguas compañeras. No es mucho lo que pude averiguar, pero es lo suficiente para confirmar lo poco que de él había llegado hasta entonces a mis oídos. Raúl Béjar Tapia es un conocido locutor, poeta y maestro de ceremonias en Argentina. Seguramente estuvo en Buenos Aires y luego pasó por otras ciudades, pero un día recaló en Córdoba, donde es conocido cariñosamente como el “peruano-cordobés”. No estoy seguro de contar las cosas con rigor cronológico, pero se recuerda que estuvo en LW1 Radio Universidad 580 con su programa “Persona a Persona” conducido en vivo y por el cual han pasado infinidad de figuras de renombre en el mundo del arte y del espectáculo. Su voz pasó por Radio Jóven FM en 88.5 MHz. Se sabe también que entregó muchos años de labor a Radio LV2, perteneciente a la empresa Radiodifusora del Centro S.A –propiedad del Grupo Vila-Manzano‒ que hacia el 2010 enfrentaba responsabilidades económicas frente a sus trabajadores. En la lucha por el respeto a los derechos laborales, y por mantener la radio en el aire, estuvo R.B.T. junto al resto de sus indoblegables colegas.  

En la actualidad Raúl Béjar Tapia participa en la nueva web de Multimedio Portal, proyecto que nace de la necesidad de generar nuevas tendencias en los medios de comunicación, para llegar con una programación fresca, dinámica y actual a los más variados rincones del globo, desde el Interior de la Provincia de Córdoba en la República Argentina. Radio Portal es una emisora local de FM, pero con una activa presencia en la Red de Redes. R.B.T. trabaja junto a más de treinta profesionales de diversas áreas (entre los cuales cabe mencionar a Luis Payleman, Hugo Ceñal, Verónica Roccia, Ulises Argüello, Marcelo Gamna, Mario Goldmman, Juan Carlos Esposito, Mabel Pramparo, Norberto Spangaro), para un universo de más de 190.000 radioescuchas mensuales de distintos lugares del planeta. A principios de este año su radio empezó a planificar el lanzamiento de su Canal de TV abierta y, desde el mes de mayo, cuenta con una transmisión de 24 Horas diarias desde la web, para ampliarse en breve a la TV abierta por aire en el Valle de Punilla.


Un seguidor de Raúl Béjar Tapia recupera para nosotros un poema de su creación, escrito en homenaje al Belgrano, el equipo de sus amores. Dice así:

Mientras la tarde soleada de un domingo cualquiera;
lleva a puntapiés el esférico. Lo envían
de un lado a otro, de aquí para allá,
entre el dolor de ser arrastrado, y la alegría de sentirse ovacionado.

Cuando los gritos de miles de asistentes, absortos
escuchan un coro de ¡gol! el descanso llega al
marco parecido a una telaraña gigante que llaman red....!

Mientras transcurren los minutos y la madre está
cepillándose los dientes, hay una voz que se escucha;
resonante, Ruben Torry; gritando más fuerte que su garganta....
es el gol!. Viceras, gorros y papelitos se descuelgan desde el cielo.

Belgrano, titanes de la redonda, que se pasean,
plácidos en el verde césped.
Belgrano tienes los colores del cielo y llevas el nombre
del máximo prócer de la independencia americana.

Belgrano, te grito en mi garganta y cuando sueño
descansas en mi pecho.
Belgrano, en las tardes de sol, acariciaste mis ojos.
Belgrano, he de jugar contigo, hasta después de la muerte.

Belgrano, te llevo en mi sangre, te acurruco en mi mente.
Belgrano, lo que más quiero en el mundo, es mi
madre y tú....
¡el papá de todos!

El admirador de R.B.T. concluye: ‒Ese final me emociona, vamos Belgrano mierda!!!!!

Raúl Béjar Tapia, conduce alrededor de 35 años el conocido programa De persona a persona que ya es ¡¡¡leyenda en el aire de los cordobeses!!! Se le puede escuchar hoy mismo por Radio Río 106.1 - Río Segundo-Córdoba, todos los domingos de 10 a 12 Hras. Dicen de nuestro personaje que es un tipo bárbaro. Yo puedo testimoniar que siempre lo fue y que podía adivinarse que lo seguiría siendo por el resto de su vida.

Ojalá me leas Raúl y un día me escribas unas líneas. Sólo te digo que Cienciano del Cuzco no le queda a la zaga al Belgrano o al revés.


Chorrillos, en el mes del Inti Raymi.

sábado, 11 de junio de 2011

En las alas oscuras de la quietud

Darío Mejía, un peruano radicado en Melbourne-Australia, apunta que “La ciudad de Lima, llamada en un tiempo 'Ciudad Jardín', fue conocida también como la 'Ciudad de los gallinazos' y es que hasta el siglo XIX la ciudad capital estaba inundada de esas aves que era común verlas por las calles de Lima”. Cierto que la población de gallinazos en la Lima de hoy es más exigua, pero todavía es posible observarlas en las inmediaciones de los mercados o en lugares donde abundan desechos de la actividad pesquera.

Hace unos días ad portas del invierno, hallándome sentado en una banca del parque Domodossola de Miraflores, vi un gallinazo sobrevolando el acantilado al atardecer. En estas circunstancias, quedé absorto y sumido en poéticas reflexiones:

Hace frío
La bruma va trepando
El Morro Solar
Las olas avanzan lentas
Sobre el círculo de la bahía.

Me siento con vida
Aquí donde todo está calmo
Donde incluso las gentes
Andan con su quietud
De la mano.

Los gallinazos planean gráciles
Montando el viento
Los tengo cerca como nunca antes
Navegan con soltura en las ondas
Inmóviles del aire.

Para verlos hay que sentir
Su dinámica en suspenso
Su arte sutil encubierto
De embrión potente
y contenido.

El frío aguza la vista
La sangre toma lugar en los poyos
De esta plaza frente al mar
Es la hora límite
De la quietud calculada.

martes, 7 de junio de 2011

Héroes domésticos en fotografía digital

He encontrado -en el desván de los escritos que pugnan por resistir al tiempo- una nota que quiero compartir con mis amables lectores y ojalá interlocutores. Se trata de impresiones luego de haber recorrido una muestra fotográfica, armada como un cuestionamiento de los símbolos infantiles desde una perspectiva de género, a manera de reflexión visual sobre una fracción de la vida habitada por muñecas y robots, superhéroes y princesas de cuentos, un set de cocina y una pelota de fútbol, entre otras imágenes vivas de la experiencia de su creadora. Decía así la nota:

La Galería Ojo Ajeno ubicada en Av. 28 de Julio 815 – Miraflores, engalana sus ambientes con la exposición de fotografía digital que presenta Magaly Sánchez bajo el título de “Héroes Domésticos”. La muestra fue inaugurada el día de ayer miércoles 3 de mayo (2006) y permanecerá abierta al público hasta el 20 de este mismo mes.

En los trece cuadros expuestos, la artista construye representaciones a partir de imágenes de elementos lúdicos de la realidad y del imaginario propios de la cotidianeidad infantil y doméstica. La mirada de una mujer que enfrenta su maternidad como un proceso que si bien la cautiva, extrañándola de su itinerario personal y profesional, le permite al mismo tiempo explorar su propia afectividad, conmoviéndonos por las interrogantes y soluciones a que nos conduce ante la circularidad de la vida.

Retazos de nuestra propia infancia y del entorno cotidiano, operan a manera de engranajes de una lógica que siente la libertad afectada, pero que allana la razón ante las demandas del amor, cuyo trasfondo es la conservación de la vida.

Crear vida requiere, en verdad, prodigar paciencia y domar el vigor del sí mismo, para admitir que pasamos a formar parte de unos otros que jamás nos podrán resultar ajenos. Es posible que el gran encuentro y re-conocimiento del ser, por medio de la maternidad, conduzca, como nos sugiere la obra de la señora Magali Sánchez, a un replanteamiento de significados en las interacciones cercanas pero también de rutas alternativas para la continuidad del crecimiento personal.

Librados a las posibilidades de nuestra capacidad de apreciación estética, admiramos, en particular, aquel cuadro poético que dice: “He de/ sostener sus lágrimas/ y mantenerlas/ a salvo/ hasta el/ último día”, haciéndonos anticipar, inevitablemente, al hijo por nacer.
Exodo y El beso muestran, por su parte, el manejo de recursos simbólicos figurativos y fantásticos que ofrecen una aproximación a los momentos de transición vital desde una perspectiva situada en el campo semántico de la modernidad. Usando un término tomado de Humberto Eco, podría decir que las construcciones con personajes fantásticos, super héroes como Superman, Batman o el Hombre Araña, resultan elaboraciones “integradas”, en el sentido que emiten significados desde una realidad asumida en la que la cultura de masas ha sido, quiérase o no, asimilada. Tu ciudad mi cuerpo, propone, por ejemplo, ventanas corporales, que ajenas al erotismo sugieren espacios liminales de acceso a fuentes elementales de vitalidad, gloriosamente ofrecidas al sujeto común, héroe doméstico y émulo cotidiano del super héroe fantástico.

Estarán de acuerdo que “Héroes domésticos” constituyó una exposición digna de verse, un placer para los ojos y el espíritu. Cinco años después, agrego que encontrar la nota ha sido una actualización saludable para un zorro que se empeña en transitar mundos.

ZEIN ZORRILLA Y LA POLÉMICA DEL INDIGENISMO Y DEL MESTIZAJE

  Juan Carlos Lázaro “Ni hispano ni indígena, sin embargo, ambos a la vez” (1), es el más reciente título de Zein Zorrilla que forma parte d...