sábado, 29 de diciembre de 2012

Sobre el «Iris de los sueños»

Escrito por Rodolfo Sánchez Garrafa

Un día antes de presentar mi más reciente libro Iris de los sueños recibí esta afectuosa y estimulante misiva:
Apreciado Rodolfo:/ Sé que el día de mañana es trascendental para tu vida multifacética; pues, por segunda vez harás sentir y gozar a muchas personas que gustan de versos taladrantes de cuerpos y espíritus, así como despertarás en otros el deseo de acercarse al mensaje arrullador o arrollador de los poemas que brotan de la experiencia y el sentimiento. / Entiendo que tus versos serán muy bien recibidos por los viejos, quienes los saborearán como ambrosía de los dioses, y por los jóvenes con el alma abierta para recibir la mies del canto esperanzado. / Rodolfo, recibe mi fuerte abrazo y mi calurosa felicitación con un sonoro: Kawsachun Harawiq. / Luis Negrón Alonso/ Sikuta.


El árbol de las palabras
Lucho sabe cuánto lo aprecio. Sus buenos deseos fueron de alguna manera premonitorios. Lima es, como todos sabemos, una ciudad populosa; sin embargo, suele ser difícil convocar rápidamente a las personas que uno quisiera, por los mil y un obstáculos que se interponen: la distancia, el horario, las ocupaciones múltiples y disímiles de cada quien y, finalmente, el interés que puedan o no tener sobre la materia a tratar, etc. Por eso, tengo una deuda de gratitud con todas las amigas y amigos que para satisfacción mía colmaron las instalaciones del Instituto Raúl Porras Barrenechea de la UNMSM, cuyo local se halla en Miraflores.



Era de esperar que aquella noche muchas de las personas queridas estuvieran ausentes por razones imponderables, pero más allá de lo esperado también el corazón fue premiado en sus anhelos, con el reencuentro que vence a los años. Pude abrazar a inolvidables compañeros de la infancia y la juventud como Miguel Yépez Sánchez y Abel Adrián Ambía (en la universidad nos conocerían un día como los Tres Ases). Pude confirmar que al paso del tiempo, había hecho una buena cosecha de valiosas amistades: mis actuales compañeros de trabajo, todos sin excepción, apreciadas y apreciados colegas de otros tiempos, andantes de caminos comunes, amantes de singulares estrellas, guerreras y guerreros de la vida, cantores de gesta, guardianes de la tradición, innovadores, la prole felizmente insinuada.

La presentación del libro estuvo a cargo de Teófilo Gutiérrez Jiménez, escritor nacido en Jaén-Cajamarca. Él estudió en la GUE San Miguel de Piura y Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y ha publicado Tiempos de Colambo, libro de cuentos en 1996; Colina cruz (Hipocampo Editores, 2009). En su trayectoria destaca su condición de colaborador de los diarios La Voz, La República, Ojo y en la Revista Somos de El Comercio. Obtuvo Tercer Premio Copé de Cuento en 1989, y en el 2004 el Primer Premio de Cuento 500VL-Municipalidad de Lima.  Recientemente antologado por Roberto Reyes Tarazona como uno de los narradores representativos de los años ochenta (Editorial Universitaria 2012). Creador y director en ejercicio del sello Hipocampo Editores.

Los comentarios críticos correspondieron a María Luz Crevoisier Mendizábal, escritora nacida en Cusco. Ella proviene de una familia de intelectuales y artistas, entre los cuales destaca el artista indigenista Benjamín Mendizábal Vizcarra. Estudió Literatura y Periodismo en la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cuzco. Fue miembro fundadora de la Asociación de Jóvenes Escritores y Artistas de su ciudad natal. Se inicio en el periodismo en El Comercio diario principal de la Región. Ha desarrollado su carrera profesional en diversos  medios de Lima. Actualmente colabora con la página de opinión  de El Peruano. Escribe cuentos, relatos diversos que editó y edita en Anubis.  Desde los 13 años escribe poesía y no ha cesado ni cesará  nunca en este ejercicio, inclinación, vocación o como se le  quiera denominar.

Iz. a Dcha.: Armando Arteaga Núñez, María Luz Crevoisier Mendizábal,
 Teófilo Gutiérrez Jiménez y Rodolfo Sánchez Garrafa
El Segundo comentarista crítico de la noche fue Armando Arteaga Núñez, escritor y periodista nacido en Piura en 1952. Él realizó estudios de arquitectura en la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Artes de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI). Estudió en la Academia de Cine, bajo la dirección del cineasta Armando Robles Godoy, en el Club de Teatro con Reynaldo D’Amore, y en el TUNI con Atahualpa del Chioppo. Ha sido crítico de cine en el diario Expreso y editor de la página editorial del diario Gestión. Actualmente es director del Instituto de la Tecnología y la Cultura Andina (ITECA). Entre sus principales publicaciones destacan: Callejón Sin Salida (poesía, 1986), Un amor en que aún (poesía, 2000), Terra Ígnea (poesía, 2004), Cuentos de Cortometraje (narrativa, 2002). Tiene, además, una frondosa obra poética dispersa en diversas revistas, tales como Ave Destino, La Sagrada Familia, Macho Cabrío, Kilka Blues, Hipocampo de Oro y otras.

Lo dije aquella noche: luego de la natural ansiedad que procuran los hechos que quedan fuera de control, me sentí abrumado por las opiniones vertidas. En verdad es necesario verse de cuando en cuando en el espejo, para alimentar el ego, con la moderación del caso, recordando lo sucedido a Narciso, quien acabaría lanzándose a las aguas de una profunda fuente; es obvio que la crítica ayuda a mirar mejor las cosas, a pisar con firmeza, a tomar conciencia de nuestras limitaciones, a organizar nuestra visión del horizonte.

Fue una satisfacción especial contar con la presencia de José Tamayo Herrera, sin duda el historiador cuzqueño más notable del Siglo XX, un gran intelectual y él mismo un crítico versado en materia de arte en general y de poética en particular. Le tributamos un modesto pero sincero homenaje de admiración y reconocimiento.


Cabe hacer un breve recuento de los antecedentes que preceden a Iris de los sueños. Aunque mi afición por escribir creativamente viene desde la primaria, mi valoración de la poesía como arte accesible es de los años de adolescencia en  adelante. Como todos los jóvenes de mi época, me familiaricé con la lírica del Siglo de Oro español, pero gusté mucho los romances de origen. Poco después, el romanticismo de Becker y luego el modernismo con Rubén Darío en la cumbre, por el preciosismo de su lenguaje y la musicalidad de sus rimas, terminaron por cautivarme. Mis primeras lecturas poéticas incluyen a Amado Nervo, Espronceda. La contemporaneidad tiene para mí el signo magistral de Neruda, sus caminos expresivos dominan la escena poética; después de él encuentro calideces particulares y profundas en diversas tiendas: Robinson Quintero y Piedad Bonnett de Colombia, Enrique Lihn de Chile, José  Watanabe y Antonio Mazzotti de Perú, por ejemplo.

A mi padre le disgustaban los aficionados a ejecutar música, aún cuando él mismo era un aceptable mandolinista, detestaba a los borrachos y, sentía lástima por los poetas. Por tal razón mi vocación poética fue por mucho tiempo subterránea. Sólo en los últimos años de la secundaria pude liberarme de ese condicionamiento. Tuve buenos profesores de literatura que valoraron mis escritos y leí, leí mucho, por esos años conocí la producción de Vallejo aunque debo ser sincero que no llegaba a entenderlo a cabalidad.


Gané concursos de poesía en mi Colegio Ciencias y, en una ocasión, un certamen interescolar organizado por el Club de Leones del Cuzco, habiendo obtenido un diploma que conservo y un premio pecuniario que gasté en parte invitando a mis compañeros de promoción dándome aires de adulto. Escribía poemas para algunas chicas que recibían con agrado mi correspondencia y aprecié lo que algunas de ellas escribían no necesariamente para mí.

En la Universidad San Antonio Abad, estudié derecho y antropología, así en ese orden de importancia y dedicación. Finalmente, descubriría que mi verdadera vocación estaba en entender al hombre como creador de cultura. El derecho me permitió acceder al manejo de la lógica jurídica, que sería siempre un referente indispensable en mi vida de investigador social. Mi profesión de antropólogo afirmó una sensibilidad humana particular y un cariño inmenso por el legado cultural de nuestros pueblos, creo que esos valores y principios tiñen toda mi obra científico social y, principalmente, mis escritos literarios.

No puedo decir que algunos poetas cuzqueños hayan influido tempranamente en mí. Mis lecturas serias de poesía cuzqueña fueron tardías. Avendaño, Pérez Ocampo, Alencastre, se cuentan entre mis favoritos. De mi generación relativa gusté leer a Osorio, Mendoza, Crevoisier, Ramírez, entre otros (algunos de ellos más jóvenes que yo). Además de los ya mencionados puedo decir que conozco la poesía de Luis Nieto, parcialmente la de Rozas Parravicino, Brozovich y Pantoja. De hecho, nunca pertenecí a un grupo literario; no obstante, fui un animador cultural en colegio, con la publicación de los consabidos periódicos murales y de una revista llamada “Horizonte” apoyada por Santiago Guillén.

Ocasionalmente publiqué unos poemas en el Diario El Comercio, donde una distinguida periodista editaba una página literaria. Fui amigo desde entonces de Abel Ramos Perea. En 1961 circuló una versión a mimeógrafo de un primer poemario mío titulado “Versos de Acuarela”, del cual sólo uno de mis hermanos guarda un ejemplar. En 1995 presenté en la Cámara de Comercio del Cuzco el libro “Por las Calles del Sol” que ahora conoce una segunda edición, también con el sello de Hipocampo Editores.


Siempre recité poemas ajenos. En la madurez me mostré públicamente unas pocas veces. Pienso que quien diga conocerme sin haber leído mi producción poética no me conoce a cabalidad. Los seres humanos somos un universo multidimensional, siempre fuimos multifacéticos. Al publicar poesía me brindo abierta y sinceramente a los demás. Siento a la poesía como lo más próximo al pensamiento filosófico e incluso metafísico. Creo que el tránsito del elitismo y del academicismo a una expresión más coherente con una realidad heterogénea y pluricultural es la nota saltante en la poética nacional de este tiempo.

De no ser por las personas que me inspiraron amor, es seguro que no estaría escribiendo estas líneas, que deseo sirvan para agradecer, una vez más, a todos quienes me han prodigado su amistad y su compañía, necesarias condiciones para reconocerme y sentirme humano.

No has muerto/ Te has diluido simplemente/ Tus señales se hicieron humo/ Un grillo dejó de saltar en tus venas/ La alondra enmudeció en tu ventana/ Pero tú no has muerto.


Lima, diciembre de 2012.


sábado, 8 de diciembre de 2012

EL POETA OCULTO

Una urbe de tanta tradición como el Cusco esconde sorpresas para los amantes de la poesía.

Un autor que merece ser conocido es Rodolfo Sánchez Garrafa, antropólogo y abogado que viene incursionando con solvencia en las letras.
 
Escribe: María Luz Crevoisier*
 
En Cusco, cuando se quiere expresar un pensamiento, se habla en poesía. Especialmente si quien lo hace es joven y está enamorado, por eso los requiebros, y mejor aún si son en quechua, parecen una suerte de versos.
 
Tal vez ello se deba al telurismo de la ciudad puma o a la herencia incásica del harawi, que pervive en su gente como una milenaria tradición. De ahí que existan numerosos poetas, aunque no todos logran trascender los límites locales, que forman parte de su historia cultural como Abraham Vizcarra, romántico al estilo de Lord Byron y Shelley, pero conservando el alma quechua de su medio; el modernista Benjamín Mendizábal; el "Cholo" Luis Nieto; Raúl Brozovich, surrealista e irónico; y Gustavo Pérez Ocampo, de estilo neoromántico, entre otros más.
 
En los años 60 surgieron las agrupaciones Elemento y la Asociación de Jóvenes Escritores y Artistas del Cusco (AJEAC), en los que se agruparon poetas universitarios tanto de la Ciudad Imperial como foráneos. Posteriormente, encontramos a las poetas Carmen Escalante, Grimanesa Paredes y Grizie Aguirre, esta última además de escribir poemas, es una excelente declamadora. En el tercer milenio tenemos los nombres de Williams Dávalos, Miguel Paz, Iván Yauri, Odi Gonzales,Martín Zúñiga y otros.
 
Los vates de los años 50, 60 y 70 tienen algo en común. Casi todos se dedicaron a la enseñanza o al periodismo. Sin embargo, no todos ejercieron esas disciplinas y quizá por ello son menos conocidos. Este es el caso de un poeta que además es abogado y antropólogo.
 
Autor. Cusqueño Rodolfo Sánchez Garrafa es dueño de una pluma destacada.
Nos referimos a Rodolfo Sánchez Garrafa, nacido y educado en Cusco, quien descubrió su vocación poética desde los años escolares cuando estudiaba en el Colegio Nacional de Ciencias y, como los jóvenes de su generación, se dejó llevar por los versos líricos del siglo de oro español. Pero en su caso, también con el modernismo de Rubén Darío, Amado Nervo, Juan Ramón Jiménez y otros más.
 
Los periódicos murales de su colegio –esos espacios que ayudan a descubrir talentos– fueron los primeros en acoger sus poemas. Más tarde, colaboraría con la página sabatina de Artes y Letras del diario El Comercio del Cusco. Pero antes, en 1961, aún siendo colegial, editó al mimeógrafo su primer poemario, Versos de acuarela. En Lima y en 1995 Hipocampo Editores le publicaría Por las calles del Sol.
 
Ahora tiene en prensa Iris de los sueños, que también lleva el sello de Hipocampo Editores y cuya presentación se realizará el miércoles 12, a las 18:30 horas, en el auditorio del Instituto Raúl Porras Barrenechea de Miraflores (calle Colina 398).
 
¿Cómo influyó la antropología en las creaciones de Sánchez Garrafa? Según sostiene, afirmó su sensibilidad creando un cariño inmenso por el legado cultural de nuestros pueblos. También nos confiesa que el derecho le permitió acceder al manejo de la lógica jurídica, la cual le sirve como referente en su vida como investigador social. Al final, ambas especialidades nutren sus versos.
 
Su apertura a la creación poética no se dio abiertamente, pues su padre sentía rechazo tanto por los músicos –siendo él mismo mandolinista– como por los poetas, a quienes calificaba de ineptos y borrachos. Su liberación, el poder decir aquello que sentía sin limitaciones, le llegó los últimos años de secundaria, gracias a excelentes profesores de Literatura que lo motivaron a continuar por ese rumbo. Algunos poemas destacables suyos son "El ala sobre el rostro", "Simple caña" y "Alguien está ahí".
 
Poema El ala sobre el rostro
"Un ánima en la tarde/ la hora de la noche cercana/ Un ánima con el ala sobre el rostro".
 
La presentación del libro Iris de los sueños se realizará el miércoles 12, a las 18:30 horas, en el auditorio del Instituto Raúl Porras Barrenechea de Miraflores (calle Colina 398). Se trata de un texto de innovación.
 
* Publicado en el Diario “El PERUANO”-PAG. CULTURAL de 8 de diciembre del 2012.
http://www.elperuano.pe/edicion/noticia-el-poeta-oculto-51487.aspx
 
 


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