viernes, 16 de julio de 2021

ZEIN ZORRILLA Y LA POLÉMICA DEL INDIGENISMO Y DEL MESTIZAJE

 Juan Carlos Lázaro

“Ni hispano ni indígena, sin embargo, ambos a la vez” (1), es el más reciente título de Zein Zorrilla que forma parte de la serie de “El mestizo de los andes y su destino” que empezó a publicar en el 2018. La serie, de alguna manera, constituye la revisión crítica de una serie de capítulos fundamentales de la vida republicana del Perú desde una perspectiva andina y mestiza con énfasis en el papel de aquellos protagonistas marginados, negados u olvidados por gran parte de las historias oficiales y académicas. Después del breviario introductorio que da título a la serie, se han publicado “Esplendor oligárquico”, “Guerra con Chile”, “En manos de Leguía” y el que motiva este apunte. El conjunto de estas entregas, a cargo de Lluvia editores, suma a la fecha aproximadamente 500 páginas. El resultado es que le está devolviendo vigencia al debate sobre centralismo y regionalismo, élite y plebe, e indigenismo y mestizaje. En momentos en que las opciones políticas regionales vienen batiendo electoralmente a las de la capital, este libro de Zein Zorrilla aparece precisamente para conocer los antecedentes históricos de la actual crisis política.

En “Ni hispano ni indígena…” el autor revisa las diferentes ideas, tesis, extravíos y hallazgos que animaron la polémica sobre indigenismo y mestizaje a lo largo del siglo XX. Inician el debate los más destacados miembros de la Generación del Novecientos, José de la Riva Agüero, Francisco García Calderón y Víctor Andrés Belaunde, con posturas diferentes entre sí. Riva Agüero, emulando a Garcilaso de la Vega, reivindica su herencia hispana y andina; García Calderón, asentado desde su temprana juventud en Francia, subestima despóticamente al indígena a quien ve como un “niño envejecido”; y Belaunde, en el polo opuesto al de García Calderón, destaca las cualidades nobles y extraordinarias de la raza indígena en su medio geográfico, y sostiene, luego, que en las manos del mestizo está la dirección de la nacionalidad.

La Generación del Novecientos fue rebatida por la Generación del Centenario (Haya, Mariátegui, Vallejo, Sabogal y otros) que levantó las banderas del socialismo y del indigenismo y tachó a su antecesora por civilista, hispanista y oligárquica. Belaunde rechazaría estos cargos en respuesta a Mariátegui.



Zein Zorrilla cuenta que el mestizaje de experiencia andina se proyectó como una revelación en la exposición del pintor José Sabogal que tuvo lugar en Lima en julio de 1919, apenas iniciada la dictadura leguiísta. “El conjunto de treinta y siete cuadros registra el particular mundo provinciano, el ensamble de la presencia indígena y la huella hispánica en escenarios andinos”. Y afirma: “Nadie [hasta entonces] había pretendido expresar el sentimiento indígena desde el interior indígena”. La influencia de Sabogal en el arte peruano fue poderosa y dio curso a la corriente indigenista con eminentes cultores como Camilio Blas, Julia Codesido, Teresa Carvallo, Enrique Camino Brent, Alica Bustamante y otros, cuyas obras contribuyeron a modelar la sensibilidad mestiza.

La publicación de “Tempestad en los andes” de Luis E. Valcárcel en 1927, generó una intensa polémica sobre el indigenismo y el mestizaje entre José Carlos Mariátegui y Luis Alberto Sánchez, autores del prólogo y del colofón. El libro es un manifiesto exaltado y hasta furibundo que anuncia el advenimiento de “un nuevo mundo” con la supremacía de la raza indígena que rechaza la contaminación del mestizaje y cuyos hombres un día bajarán a las ciudades a imponerse como huestes bárbaras. Mariátegui, que entonces daba forma a su marxismo indigenista, saludó laudatoriamente el libro de Valcárcel, en tanto que Sánchez reprobó su mensaje de hegemonía regionalista y votó por la integración de los pueblos. Dos años después, en 1929, la sección latinoamericana de la Internacional Comunista reunida en Buenos Aires rechazó la tesis de Mariátegui y de los socialistas peruanos sobre el “problema de las razas” y el antimperialimo porque no se ajustaban al dogma y a los planes políticos de la burocracia estalinista.



En 1930 el intelectual cusqueño Uriel García publicó “El nuevo indio”, libro esclarecedor que define la construcción del “mestizo espiritual” como síntesis de la fusión de las culturas andina e hispánica. Dice: “El hombre, más que un reproductor, es una conciencia que al mezclarse se acrecienta en su fuerza creadora.” Y en otras páginas, al referirse a las manifestaciones de reivindicación regionalista, señala: “La unificación espiritual del Perú se conseguirá no dando muerte a esos valiosos impulsos de cada zona histórica, sino más bien incrementándolos y dándoles más autonomía. La aldea, la provincia y la ciudad, como la costa, la sierra y la montaña, cada cual que cumpla su papel, como así lo mandan los Andes formidables.”

En sus reflexiones finales, Zein Zorrilla sostiene a manera de conclusión que “el indígena despierta por boca del mestizo cuyo corazón y mente son también suyos”. Cita como muestras a Cesar Vallejo y a José María Arguedas, a José Sabogal y a Martín Chambi. De esta misma vertiente de los “mestizos cultos”, dice, relievando implícitamente el papel de la educación y la cultura universales, surgirán científicos, intelectuales y artistas que recuperarán el Perú para integrarlo como parte valiosa en el concierto mundial. (JCL)

(1) Ni hispano ni indígena, sin embargo, ambos a la vez. Zein Zorrilla. Lluvia editores. Lima, 2021.

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