lunes, 19 de diciembre de 2011

Mikael, Thoth, Tehuti

“Atributos del Señor de las Huestes”

Escrito por Rodolfo Sánchez Garrafa

Inauguración: Miércoles 21 de diciembre, 10:00 pm.
Del 22 de diciembre 2011  al 21 de febrero de (De 11:00 am. a 5:30 pm)
Lugar:  Restaurante -Hotel -Galería “Fallen Angel”. Plaza Nazarenas 221-CUZCO.
Contacto:  Carlos Bardales. Cel: 984 722666.
Email: bardalesc@yahoo.com     
   
Con esta muestra soberbia, aplastante y a la vez liberadora, Carlos Bardales nos transporta por la magia de su arte, a momentos primordiales, haciéndonos testigos del singular proceso constitutivo del cosmos, mediante un discurso profundo hilado con hebras de sabiduría y de pensar metafísico, en el que la vertiente andina le otorga un sello particular. Su estudio de los atributos del Señor de las Huestes Celestiales pone a nuestro alcance significados genéticos y estructurales que nos revelan el ser, el sentido y la trascendencia de las más altas potencias en el ordenamiento de la vida y de las dimensiones en las que ésta se expresa para los humanos de todos los tiempos.


Hoy que el mundo parece derivar hacia el caos, echamos de menos los significados perdidos u olvidados. Ni la conciencia científica del siglo XXI, ni la evasión voluntaria de millones de habitantes de un planeta empequeñecido, se muestran eficaces a la hora de confrontar la desintegración y el malestar general de las culturas. Por ello, hay que valorar el testimonio de Carlos Bardales, como una preocupación por el significado del significado y como una reconstrucción maestra de la conciencia holística arrebatada o perdida.

La presencia de la luz y del orden, en el imaginario del artista, indican que el proceso de transformación generatriz se halla en un estado avanzado de estructuración. En ese estado primordial avanzado, ya se ha gestado el embrión de oro –a cuya imagen y semejanza micro e infinitesimal se gesta el ser humano–, un embrión, Wayna P’unchaw o “Niño Manuelito” que prefigura al ser de poder pleno en su imponente presencia, tanto que gobierna desde la matriz energética los mundos creados, desbordando cualquier límite con infinita sabiduría. Se hace así evidente un universo coherente, integrado a partir de un centro que controla redes interconectadas por una especie de supremo cordón umbilical.


En su desnudez, el embrión dorado expresa una manifestación natural superlativa. El poder del intelecto divino no mengua del centro a la periferia, antes bien se acrecienta, porque se trata de un Sol de soles cuya fisión detona armónicamente, matemáticamente, liberando su inagotable flujo. El agua celeste mana de los ojos del niño divino, fuente de vida, de animación, de kamay eternamente renovado.

El hierofante mediador se sitúa también en un centro circunstancial que le sirve de palestra, sus alas florecientes lo elevan a las más altas esferas, como ángel encubierto. En un contexto de penumbra insondable, custodia la pócima de la iluminación y la ubicuidad, con inescrutable gesto ante los vientos cósmicos. Aquí es un frater encapuchado, en otro momento será el mago o guerrero, el altomisayoq, paqo o el yatiri de los Andes.

¡Mikael! ¡Qué gran héroe cósmico! Es con seguridad el más grande guerrero y mediador de todos los tiempos, digno rival del retardor, de su par eterno. Este arcángel de Bardales se muestra desplegando su poder con maestría, luce dominante y armado de una lanza, illapa o rayo irresistible, una lanza que petrifica y despetrifica, que domina el silencio o el fragor absolutos. Mikael salido de la paleta del iniciado luce magnífico a los ojos del hombre y es perfecto a los ojos de Dios. Tiene Mikael el control de la fuerza inteligente porque actúa según el diseño que le ha sido revelado.

El guerrero santo, blande a su tiempo y con grandiosa serenidad una espada flamígera y trina con la que vence a las fuerzas oscuras conforme a la tradición occidental. En los Andes habría que imaginar huestes de ángeles de la noche y otras de ángeles del día que se mueven interpenetrando alternativamente en los espacios opuestos. El principio fundamental compartido, en este caso, es la dualidad, la interacción de los contrarios en un tiempo cíclico.


El Mikael de la Paz, expresa la intencionalidad de no sólo pensar el cosmos con categorías andinas sino de reconstruir la visión del tiempo primordial apelando a las representaciones concretas de los pueblos originarios, a sus hiwayas (piedras del rayo o de la serpiente), warak’as (hondas) y retablos. Nuestro artista va lejos, se pertrecha de toda suerte de elementos andinos, con carácter de significantes auténticos, que agregan sacralidad a las re-presentaciones que salen de sus manos, de su mente y de su corazón o sonqo, tenido como repositorio de la memoria. El arcángel danzante del altiplano sur peruano y boliviano, actuando junto a diablos y diablesas hace patente el esfuerzo de generar orden en contextos de interculturalidad.

Otro tema fascinante es el que motiva el cuadro llamado “Aurora” y que bien podríamos designar como “Alba Áurea”, destinado a describir el secreto alquímico de la divina transformación con Hermes o Mercurio como agente u oficiante epónimo, portando sendos caduceos en ambas manos. Otra vez los amarus o sierpes míticas empatan las tradiciones universales en un argumento supercultural, mostrándonos una sabiduría arquetípica, planetaria y zodiacal, de la que no fueron ajenos nuestros ancestros, aquellos que emergieron en las paqarinas del mundo andino.

En suma, un universo fascinante que sobrecoge, respondiendo y repreguntando a la vez sobre la manera en que desde el Cuzco, centro terrestre del mundo, pueden irradiar fuerzas capaces de ayudarnos a sortear con éxito la gran crisis de estos tiempos en que los extremos se vuelven a tocar.

Lima, diciembre del 2011.
  

viernes, 16 de diciembre de 2011

Cambios en la manera de predecir el futuro

Escrito por Rodolfo Sánchez Garrafa

Una visita provocadora
Hace unos pocos días, en una de las salas del Congreso de la República, tuve oportunidad de escuchar la interesante conferencia de José Luis Cordeiro sobre “El futuro de América Latina al 2030”. No hay duda que su exposición tuvo la virtud de presentar un panorama comprensivo sobre el fascinante futuro que resulta del desarrollo superacelerado de la ciencia y la tecnología; de hecho, lo que Cordeiro dijo tuvo los ingredientes que aportan el realismo del experto funcional y la seducción del comentarista ameno.

Pese a mi entusiasmo, compartido por muchos de los que escucharon al disertante, eché de menos que Cordeiro, en definitiva, no focalizase su atención sobre América Latina. Es claro que la perspectiva general de su discurso fue perfectamente útil para contextualizar los requerimientos de política de todos los Estados del mundo, con vistas a un futuro cada vez más presente, pero aparte del hecho que nuestros legisladores no parecen estar muy interesados en esto, es cierto que nuestra sociedad entera se muestra más preocupada por la solución de sus problemas inmediatos, apremiada por las coyunturas, sin ánimo de considerar con seriedad las perspectivas futuras aceptadas como componente de cualquier planeamiento estratégico.

¿Fueron siempre así las cosas?
Pero, conviene preguntarse, si esta actitud displicente o desentendida ante el futuro ha sido la misma a través de los tiempos. La respuesta es no. La historia de los pueblos más antiguos nos muestra que la preocupación por el futuro, por el curso de los acontecimientos venideros, ha sido poco menos que universal y que la satisfacción de esta necesidad solía estar confiada a prácticas adivinatorias, premonitorias y mágicas. La observación del canto y vuelo de los pájaros, de las entrañas de animales sacrificados, de los fenómenos celestes, así como de la disposición adoptada por elementos arrojados sobre una mesa o manta (granos de maíz, hojas de coca, piedras de colores, etc.), eran medios indirectos comunes utilizados por los habitantes del mundo andino prehispánico, por miles de años antes de producirse la llegada de los europeos en el siglo XVI. Otras veces, los “naturales” recurrían a medios más directos y expeditivos como el de consultar directamente con las divinidades, visitando a los oráculos para escuchar la voz de los seres de poder, en lugares que operaban como centros de peregrinación y que ahora podemos estar seguros se especializaban en el acopio de información (dado que eran, seguramente, los más altos centros de inteligencia de su tiempo).


Los oráculos deben haber tenido un cierto nivel de acierto, muchas veces verdaderamente alto y acorde al enorme prestigio que llegaban a gozar (caso de las wakas Pachakamaq, Pariaqaqa y Titiqaqa, por ejemplo). Cabe pues pensar que los especialistas al servicio de las wakas-oráculo eran más que simples adivinadores, y que no pronosticaban el futuro limitados a seguir sus intuiciones o librados por completo al azar en sus predicciones. Los agentes futuristas (sacerdotes o kamayoq) evaluaban “información clasificada”, por decirlo así, manejando variables múltiples y calculando probabilidades con sustento empírico. Pienso que los oráculos eran centros de trabajo intelectual intenso y sofisticado para su tiempo y que disponían de una red de información con centros regionales y locales interconectados (los seqes) y emisarios (zorros de arriba y zorros de abajo, zorros a vista de pelo y zorros encubiertos). No debieron ser, en ningún sentido, sujetos que medraban de la ignorancia y buena fe de los creyentes y peregrinos, debieron estar muy lejos del charlatán o “vendedor de sebo de culebra” de nuestros tiempos. Siendo así, estos antiguos futuristas habrían cumplido funciones complejas no sólo de carácter sociológico y psicológico, sino y principalmente político, ligadas a satisfacer las inquietudes tanto del pueblo común cuanto de los más altos representantes de las múltiples etnias y aún del supremo gobernante, el sapan inka.

Temer o no temer ¿es ese el dilema?
Esta digresión era necesaria para empatar con la futurología o prospectiva contemporánea, un quehacer científico ocupado en el estudio del futuro para comprenderlo y poder influir en él. La tentativa sistemática de identificar las tecnologías emergentes que con probabilidad estarán produciendo grandes beneficios económicos y sociales a la humanidad de aquí a un cierto número de años, está cubierta –justificadamente por cierto– de un halo de prestigio que le otorga su convivencia sostenida con los más conspicuos centros de investigación científica y tecnológica. No obstante, la tarea de imaginar escenarios futuros posibles, denominados futuribles, no dista mucho de aquella que estuvo confiada alguna vez a las waka-oráculos, con la diferencia que ahora se dispone de medios más contundentes para evitar o acelerar los hechos u ocurrencias futuribles.

En estos devaneos nos damos con la ingrata noticia de que los super-cerebros mecatrónicos ya han demostrado ser largamente superiores a los mejores exponentes de materia gris humana, en la solución de diversos problemas. A este paso, no puedo dejar de pensar que muy pronto los futuristas serán los nuevos waka kamayoq, pero que las predicciones provendrán de oráculos mecatrónicos a los que quizá nos veamos obligados a adorar. Aún así, esto no me preocupa tanto, porque dispongo de mis propias wakas-oráculo. Lo serio del asunto parece ser que todo está siendo reducido al control de variables tecnológicas y cognoscitivas, en general, sin que haya mucho lugar para cuestionar valores, tales como: al servicio de quien, en el dominio de quien y con qué propósito declarado o no. Aún no han llegado los días futuribles y podemos pensar a viva voz sin temores.

domingo, 4 de diciembre de 2011

El significado del arte

Rodolfo Sánchez Garrafa

El significado del arte abarca necesariamente dos aspectos: el arte como proceso y el arte como producto (Bullón 1976), además de su utilización como instrumento.

En cuanto proceso, el arte es una experiencia vital mediante la cual el hombre busca expresar su mundo interno y el mundo exterior que lo rodea. La necesidad de representar en forma permanente y concreta las emociones, los pensamientos, los anhelos, los sentimientos, las rebeliones, se manifiesta a través de formas, líneas, color, movimiento, palabra, espacio, luz y ritmo. He ahí por qué en todos los pueblos el arte ocupa un lugar importante en la vida del hombre.

El arte es, entonces, un proceso creativo y a través de éste el hombre proyecta su percepción, su entendimiento, su apreciación, su reflexión, su sentimiento sobre el mundo físico y social en que está inmerso. Esta proyección parte de hechos (cualquiera que sea el origen de los mismos) y los procesa creativamente, con el pensamiento, intuición, imaginación y fantasía. En toda creación artística existe el deseo de expresar o postular una idea determinada, en la cual concurren a la vez las vivencias psíquicas y las vivencias o experiencias sociales; sin embargo, el artista no se limita a expresar tales vivencias, sino que por lo general articula un discurso dirigido a la humanidad toda. He ahí por qué el arte, siendo particular, asume también un carácter universal.

En cuanto producto, el arte es un legado expresivo de la humanidad y una fuente histórica de suma importancia para el estudio y conocimiento del pasado y las distintas culturas.

El arte traspasa las barreras del espacio y del tiempo, y por ello es un medio universal de comunicación. A través del arte descubrimos que hay muchas formas de ver las cosas y esto nos abre el camino de la comprensión emocional, estética e intelectual.

Todos los elementos del arte se encuentran en la naturaleza: línea, color, textura, espacio, forma, masa, pero son los “ojos creativos” del hombre, su mente creativa, el o la que los extrae para un uso simbólico, relacionándolos entre sí y dándoles un orden significativo.

El arte es, en suma, una interpretación de la naturaleza o del medio social, una proyección del ser individual y social, por esto su valor no se mide por la técnica, sino por el carácter y contenido de los valores espirituales que se definen por medio de la manifestación artística.

La perspectiva de una Educación por el Arte se construye sobre un diagnóstico de las características que muestra el arte en una sociedad determinada. En aquellas que como la nuestra se hallan sumidas en la dependencia, es donde el arte suele circunscribirse a un conjunto más o menos amplio de prescripciones mecánicas, y de memorización de aspectos cognoscitivos sin contenido estético vivo, situación que conduce a la sustitución del arte por un sucedáneo abstracto deformante que ciega la fuente de toda posibilidad de expresión artística.

Por el contrario, el arte como un medio, como una parte importante de la formación del hombre, con cualidades de ser libre, crítico, creador, nos ayuda a recobrar su naturaleza como una posibilidad abierta a todos los miembros de la sociedad. De este modo, la creación artística puede ser entendida como expresión propia de cada hombre, como impulso que le permite poder “encontrarse a sí mismo y entrar en comunicación con la comunidad humana”.

El significado integral del arte, en su doble perspectiva de proceso y producto, conduce entonces a una concepción totalizadora, que condensa sus diversos atributos (Sánchez, Ortega, Negrón. et al 1976):

a)   Como creación social: Lo que implica conceptualizar el arte no sólo como creación individual, sino como producto de creación personal influido por las relaciones imperantes en una determinada sociedad, puesto que el hombre como ser social no puede ser aislado de la sociedad.

b)   Como manifestación ideológica: En el entendido que el arte es un fenómeno, un hecho social, que expresa el pensamiento, las ideas, las creencias y los valores de una sociedad.

c)    Como medio de comunicación social: Reconociendo que el arte, no obstante estar situado en la esfera ideológica, es al mismo tiempo un hecho social concreto, sentido en el cual asume el carácter de lenguaje universal. Siendo así que el hombre no crea la obra de arte para extasiarse en la contemplación narcisista de su producto, sino para transmitir su experiencia vital a los demás individuos, es en esta medida un vehículo de interacción social.

d)   Como instrumento para la comprensión de la realidad: Considerando que el arte contribuye al proceso mediante el cual el hombre debe tomar conciencia de su realidad; el arte viene a ser también un instrumento que permite un acercamiento comprensivo al medio ambiente físico y social.


De la convergencia descrita resulta que el arte se da en estrecha interdependencia con todas las demás actividades culturales que desarrolla una sociedad determinada, comprendiendo un amplio rango de actividades creativas desarrolladas por todos los individuos y grupos que componen una sociedad. Es más, el arte trasciende como un medio de acercamiento entre distintas sociedades, lo cual permite entenderla como vehículo de interculturalidad por excelencia, en sus facetas productiva y contemplativa.

Reconociendo el mismo valor a las manifestaciones artísticas sea cual fuere el grupo o el nivel en que se produzcan, la magnitud y riqueza de las expresiones artísticas, que se dan como producto de la capacidad creativa del pueblo, mueven a reclamar una política cultural más comprensiva en el país. Es necesario revalorizar de una manera más sincera el legado cultural histórico del país (Hosoya 2010: 188), lo que significa aprovechar todos los elementos existentes como sustento o fuente de inspiración de una nueva creación que supere en definitiva las tendencias puramente repetitivas e imitativas. Tenemos que entender el arte como un medio importante para la afirmación de la conciencia nacional, de nuestra identidad como sociedad concreta, pero también de nuestra condición de miembros de una sociedad universal que existe y desarrolla en la medida en que lo hacen sus partes.


En cuanto a la Educación por el Arte, su orientación renovadora, supera la conceptuación de las asignaturas artísticas como disciplinas técnicas auxiliares y reconoce a la actividad artística como parte integrante e indispensable de la vida escolar y de todo el proceso educativo. Una Educación por el Arte, que fuese tal, tendría que incentivar en todos los educandos un mínimo de producción artística que favoreciese la expresión de pensamientos, sentimientos y percepciones, en una organización integrada tanto de formas, como de colores, sonidos, movimientos, etc., que desarrollen el sentido estético y la personalidad integral del educando, permitiéndole a la vez la comunicación de lo que percibe, siente y piensa a través de un trabajo creador.

Es deseable que las actividades artísticas dejen de ser ocupaciones internas de exclusiva atención individual y devengan en beneficio colectivo, socializándose y permitiendo que la comunidad disfrute de ellas. Las acciones de una educación por el arte expresan de manera muy evidente los anhelos de la llamada educación permanente. Si bien la técnica y la tecnología depuradas son recursos de crecimiento, la materia fundamental está constituida por aquello que se quiere decir. La plasmación del proceso de creación estética, ayuda a superar las limitaciones del arte como distracción y pasatiempo de unos pocos para convertirlas en necesidad y provecho de todos.


Referencias:

BULLON RIOS, Ada. “Educación por el Arte” INIDE, 1976.
SANCHEZ GARRAFA, Rodolfo; ORTEGA CHACÓN, Percy; NEGRÓN ALONSO, Luis; y otros. “La Situación de la Educación por el Arte en el Perú”. INIDE, 1976.
HOSOYA, Hiromi: La representación de lo inca y su intertextualidad: historia, memoria e ideología. En Miradas al Tawantinsuyo. PUCP, Lima 2010.


ZEIN ZORRILLA Y LA POLÉMICA DEL INDIGENISMO Y DEL MESTIZAJE

  Juan Carlos Lázaro “Ni hispano ni indígena, sin embargo, ambos a la vez” (1), es el más reciente título de Zein Zorrilla que forma parte d...