sábado, 15 de mayo de 2021

UNA LECTURA SOBRE LAO TSE Y EL TAOÍSMO

Rodolfo Sánchez Garrafa
J. Gilberto Muñiz Caparó
Rodolfo Dondero Rodo


Este artículo sobre Lao Tse y el taoísmo tiene como fuentes fundamentales a publicaciones del peruano Onorio Ferrero (1988) y del chileno Jorge Palacios (2005), aunque, desde luego, nos hemos sentido obligados a realizar diversas revisiones complementarias.

A muchos cuzqueños de la generación del 70, la literatura y filosofía china nos han sido naturalmente cautivantes, gracias a que nos fueron referidas sea en las aulas escolares o universitarias, pero, sobre todo, debido a la fascinación que despertaba en nosotros la manera en que occidente redescubrió las rutas a oriente, a partir de los famosos viajes de Marco Polo y de sus revelaciones en el Libro de las maravillas. Habría que agregar la ancestral vinculación que los pueblos de América tenemos con el Asia y que nos remontan a las migraciones prehistóricas del poblamiento de América ocurrido en oleadas hace unos 25 mil años. De manera que cualquier semejanza en los modos de pensar un mundo primordial, entre los pueblos orientales y andinos, bien podría remontarse a expresiones culturales correspondientes al paleolítico superior.

La cultura china, cuya profundidad histórica probada se remonta a unos 5800 años, es una de las civilizaciones más antiguas del mundo con continuidad hasta la actualidad, y tiene como sus pilares fundamentales de conservación a la mitología, la filosofía, la música y el arte chinos que han llegado hasta nuestros días.


El taoísmo constituye, junto con el budismo y el confucianismo, una de las tres principales corrientes del pensamiento y de la religiosidad china. A diferencia del budismo practicado en China, el taoísmo es de origen autóctono y sus raíces se hunden en su protohistoria; se considera que emergió durante los períodos de Primavera y Otoño, o de Estados Guerreros (770-221 a.C.), un tiempo de intensos conflictos e inestabilidad política, pero también de una profunda creatividad intelectual. Este sistema de creencias y, a la vez, escuela de pensamiento, celebra la unidad de la naturaleza y defiende una forma de proceder natural o, en algunos casos, de inacción; sin embargo, a pesar de la reconocida influencia que ha tenido Oriente y, en particular, China Antigua, en importantes filósofos occidentales como Hegel y Schopenhauer, –a estar con Jorge Palacios– se mantiene cierta resistencia a aceptar el taoísmo como una filosofía, y se lo considera más en su carácter religioso (Palacios 2005).

En cuanto religión tradicional, el taoísmo remite a personajes que son venerados por el pueblo, pero éstos no son omnipotentes y omniscientes como el Dios judeo-cristiano o el musulmán; y si bien se les atribuyen acciones "sobrehumanas", heroicas y hasta "portentosas", como las que se atribuye a los dioses griegos y los seres de poder andinos, básicamente se les venera por su inmortalidad; de ahí que se les llame "Inmortales" en las tradiciones chinas (Palacios, ibid.: 127). Ellos colman y constituyen un paradigma del anhelo de longevidad, uno de los valores más apreciados en la China antigua y también en la moderna.

Vinculaciones con el budismo

Algunas semejanzas con el budismo explican, en parte, su fácil penetración (ocurrida en el siglo I d. C.) al encontrar el terreno preparado por la ya multisecular doctrina del Tao. A fin de evitar que las semejanzas nos induzcan a confusión, se hace imprescindible establecer, por lo menos, una mínima distinción (Capeletti 1964).

Ya en el siglo III d. C. se empezaba a manifestar una cierta hostilidad entre budismo y taoísmo, por lo tanto, una conciencia de las diferencias. Primero se trataba de establecer si la primacía correspondía a Buda o a Lao Tse. Algunos, por cierto, con espíritu conciliador decían que Lao Tse y Buda no eran sino dos sucesivas encarnaciones del mismo sabio. Lo cierto es que budismo y taoísmo tienen una cierta correspondencia real en cuestiones como: la compasión cósmica, la extinción del deseo, la inutilidad de la acción; pero, por otra parte, las diferencias de fundamento y de sentido configuran una verdadera oposición. El budismo encamina hacia una negación del mundo y de la vida, mientras que el taoísmo (junto con el confucianismo) manifiestan una afirmación de la realidad cósmica y vital. Esto se traduce en cuestiones concretas como el ascetismo y la consiguiente continencia promovidos por el budismo, en tanto que los taoístas animaban originalmente a la convivencia de ambos sexos en falansterios y festivales orgiásticos.



Vinculaciones con el confucianismo

De cierto modo las doctrinas taoísta y confucianista se oponen a la manera de dos polos de un pensamiento en el seno de una cultura que se mueve con un ritmo antitético (Yin­Yang). En este punto, seguimos a Capeletti (1964), quien considerando factores externos a la doctrina misma, percibe esta oposición desde tres perspectivas: a) Desde un punto de vista étnico­geográfico, el taoísmo nace en la China meridional, el país del río Azul, tierra húmeda semitropical y selvática, brumosa y lujuriante, habitado por un pueblo individualista y melancólico; el confucianismo, en cambio, surge en la China del Norte, el país del río Amarillo, tierra seca y áspera, de duras mesetas y desiertos, cuyos habitantes, han estado en lucha contra la Naturaleza y han desarrollado un alto sentido societario, reverencian sobre todo el rito y la ley y no esperan nada sino del trabajo y de la disciplina. b) Desde un punto de vista sociológico, el confucianismo, de origen cortesano, se difundió sobre todo entre letrados, funcionarios y burócratas, fundamentó la ideología de las clases gobernantes durante casi toda la historia del Imperio chino. El taoísmo, en cambio, surgido paulatinamente entre los ermitaños refugiados en los remotos valles, arraigó sobre todo entre campesinos, leñadores y pastores, inspiró a los poetas y a los pintores, mostrándose impregnado de magia y de animismo, con fuerte presencia en la cosmovisión de las clases bajas y de las masas populares chinas que son predominantemente rurales. c) Finalmente, desde un punto de vista psicológico, el confucianismo aparece como una filosofía del hombre extrovertido, supone un predominio de los factores conscientes y de los mecanismos de represión y revela la imagen de una psique moderada. El taoísmo, por el contrario, se presenta como un pensamiento del tipo introvertido, siendo que los factores inconscientes desempeñan un importantísimo papel en toda su literatura y en sus manifestaciones artísticas y, en general, no oculta sus tendencias extremistas ni su hipersensibilidad.

Si se considera cuestiones internas de la doctrina se halla contraposiciones como: a) Naturalismo-humanismo. El confucianismo puede ser esencialmente considerado como un humanismo en el cual la Naturaleza y aún la Divinidad se conciben en función del hombre, el taoísmo debe comprenderse como un naturalismo, puesto que, en él, el hombre y la Divinidad son concebidos a imagen de la Naturaleza. Si el primero es ante todo ética y política, en cuanto intenta reglar la conducta humana en la Sociedad por el rito, la música, la ley; el segundo es mística, en cuanto no pretende otra cosa sino reconducir al hombre y a todos los seres hacia la identificación con su Principio (Tao). En otras palabras, si el primero quiere proporcionar una Norma de conducta, el segundo no aspira sino a indicar una Senda hacia la Unidad. b) Universalidad-especificidad. Con frecuencia se ha hecho notar el carácter antimetafísico y quizá a­metafísico del confucianismo, en cuanto tiende no a negar sino a poner entre paréntesis el problema del ser y de sus causas primeras. El carácter metafísico del pensamiento taoísta es, por otro lado, evidente. Todo en el taoísmo está abierto al infinito, mientras que el pensamiento confucianista presupone un universo finito e integrado por objetos finitos. c) Extremismo-moderación. Alude a categorías estéticas y políticas, conforme a las cuales el taoísmo presenta los caracteres del barroco y el confucianismo los del clásico; de otro lado habría que decir (y ya no metafóricamente sino "stricto sensu") que el taoísmo es una ideología extremista revolucionaria, mientras que el confucianismo representa todo lo que hay de moderado y conservador en el pensamiento chino. Pese a todo hay que reconocer la existencia de coincidencias ideales y algunas reales que podemos llamar históricas.


El Tao Teh King

Es el documento más antiguo del taoísmo cuya autoría se atribuye a Lao Tse o Lao Tzu. Se trata de una obra bastante breve, que comprende unos cinco mil ideogramas aproximadamente. Se presenta dividido en dos secciones (Sobre el Tao y Sobre el Teh).

En cuanto a su forma, puede decirse que el Tao Teh King es una antología de proverbios o aforismos y contemplaciones breves, mediante imágenes poéticas sobre el Tao, concepto que puede ser traducido como "el Camino", "la senda", "la vía", noción que también puede ser entendida como "el sentido" (Wilhelm 1978; Ferrero 1988; García de Mendoza 2012 [1937]: 71). Considerado el texto clásico del taoísmo, este libro expone las bases del más importante sistema filosófico y religioso chino. Su figura central –el Maestro– es un hombre o una mujer que vive en armonía con el Tao, esencia irreductible del universo y fuente de toda vida. El Maestro viene a ser un ejemplo viviente que enseña el modo de encontrarle sentido a la existencia y, en general, al buen gobierno de cualquier entidad o institución en una sociedad.

Se conoce tres versiones principales del Tao te King: la de Guodian (Siglo IV a.C) escrita en tablillas de bambú que es la más antigua, los Libros de Mawandgdui escritos en seda y las versiones tardías, que son las más conocidas y divulgadas hasta la fecha. En 1973, al excavar la tumba Han Nº 3 de Mawandgdui, se encontró dos copias del libro de Lao Tse o Lao Tzu (la primera está datada entre 206 y 195 a.C., y la segunda, entre 194 y 180 a.C). Veinte años después se descubrió en Guodian una copia del Tao Teh King. Producto de la comparación de las tres versiones, se ha llegado a la conclusión de que todas estas copias pertenecen a dos diferentes líneas de transmisión o sucesivas estratificaciones (Román López 2008: 44; Ferrero 1988: 36).

Se ha formulado la hipótesis de que la obra constituye una recopilación de dichos o sentencias de una serie de "viejos maestros" ermitaños o eremitas exilados en remotos lugares del Imperio y que Lao Tzu pueda ser una figura mítica. La crítica actual se inclina a considerar el Tao Teh King como una recopilación de poemas procedentes de épocas remotas y de autores anónimos. Tal conclusión es una posibilidad. Se discute bastante, sin embargo, la época de la recopilación y edición de tales poemas. Algunos autores la sitúan en el siglo IV a C., otros en el siglo III a.C. El texto más antiguo que se ha podido descubrir a la fecha proviene del siglo IV a.C. De cualquier manera, algunas de las ideas fundamentales del libro, y el concepto mismo de Tao, se remontan a la proto­historia china y hunden sus raíces en su milenaria tradición autóctona.

Respecto a la vida de Lao Tse, existe una biografía escrita por Se ma ch'ien (alrededor de 145­86 a. C.) en sus memorias históricas (Che Ki). El nombre familiar de Lao Tse significa "Viejo Maestro". Lao Tse habría nacido en el año 604 a. C. (alrededor de 125 años antes de Buda), en la aldea de K'iu hsieng, del reino·de Ch'u, actual provincia de Hu nan, de donde habría pasado a Lo (hoy Hu­nan­fu), capital del Imperio y lugar donde llegó a ser archivero y bibliotecario de la corte de los Chou. Se dice que pasó la mayor parte de su vida en Lo, y que fue allí donde tuvo un encuentro con Confucio, hacia el año 525 a. C.

Lao Tse, a pesar de haber vivido tantos años en la corte, no era proclive a la cortesía ni a las prácticas rituales. El viejo sabio no se mostró atento ni intimidado por Confucio, antes bien le había dicho a Confucio que cada quien era libre de hacer lo que considerara apropiado, que él no era nadie para decidir por otros; aunque, por lo mismo, invitaba a renunciar al orgullo y a la muchedumbre, a despojarse de los deseos y pretensiones. Después de la conversación, Confucio, afectado y, a la vez, deslumbrado, dijo a sus discípulos: "Sé que los pájaros vuelan, que los peces nadan, que los animales caminan. Pero los que corren pueden ser apresados con una red, los que nadan con un anzuelo, los que vuelan con una flecha. En cuanto al dragón, que se eleva hasta el cielo transportado por los vientos y nubes no sé cómo se lo puede capturar. Hoy he visto a Lao Tse y no puedo más que compararlo con un dragón".

Se ma ch'ien dejó dicho que Lao Tse siguió durante algún tiempo en su cargo de Archivero imperial hasta que, deprimido al fin por la decadencia y la corrupción de la corte, renunció a su empleo y, dejando la ciudad capital, se encaminó hacia la frontera del Noroeste. En el paso de Hanku, hoy distrito de Ling pao, cercano a la actual ciudad de Hsi an fu, fue abordado por el guardia de control Yin hsi, que era uno de sus admiradores y discípulos, a cuyo pedido habría plasmado el Tao Teh King.

El nacimiento y la infancia de Lao Tse aparecen rodeados de circunstancias enteramente maravillosas. Se dice que fue concebido por la luz y que su madre Niu Yu, una virgen ya anciana, lo concibió y lo llevó en el seno durante ochenta años. Un día "el espíritu del sol" entró en ella bajo la forma de una pequeña esfera multicolor y luego dio a luz, no por el vientre, sino por un costado. Se dice que Lao Tse ya era un verdadero anciano un "Viejo Niño" en el momento de nacer. Este nacimiento prodigioso suscitó temor entre las gentes, de manera que intentaron darle muerte. Salvado por su abuelo, Ling Fci, fue instruido más tarde por el mago Tai Yih Yuen Chun en el arte de volar y en otras ciencias ocultas.

Son visibles los rasgos análogos entre los relatos del nacimiento e infancia de Lao Tzu con los de Cristo. Hasta el episodio de la huida al bosque y de su encuentro con un sabio mago parecería tener cierta semejanza con el pasaje evangélico donde se refiere la conversación de Jesús (que se había alejado de su padre y de su madre) con los doctores del Templo. En los Evangelios apócrifos se nos habla igualmente de los "milagros" del niño Jesús, lo cual tendría su analógica correspondencia en las hazañas mágicas del infante Lao Tse. Estas analogías pueden interpretarse como rastro de un trasfondo mítico universal y común.



La noción de Tao

La noción de "Tao", sustenta el Tao Teh King y toda la metafísica taoísta, y es indefinible. "El Tao del cual puede hablarse no es el Tao absoluto". Esto equivale a decir que "Tao" no representa en realidad un ente o una esencia determinada, sino algo que está más allá del ente y de la esencia. El verdadero Tao es absoluto y, como tal, carece de nombre, no puede ser objeto de una definición.

Este término ya era común en la literatura pre­taoísta. El ideograma chino que expresa el nombre "Tao" está integrado por dos elementos: uno que representa una cabeza (shou) y otro que significa la acción de caminar (ch'o). Se lo podría traducir como "Camino" o "Sendero" y traslaticiamente como "Sentido" o "Razón", pero el ideograma encierra también la idea de "Totalidad". Richard Wilhelm (1978), uno de sus más importantes estudiosos, lo ha traducido como "Sentido".

Tao es sentido absoluto porque, al hacer que las cosas aparezcan en un orden y con conexiones, hace que las cosas sean lo que son y, al hacer que sean lo que son, hace que absolutamente sean. Por otra parte, como el Tao es anterior a todos los elementos y como éstos provienen de él, aparece también como aquello de lo cual o con lo cual todas las cosas se hacen, esto es, como la única substancia del Todo. Por último, el Camino del Todo, es un camino de reversión y todo lo que del Tao sale al Tao vuelve.

En cierto sentido Tao es inmanente al Mundo ya que no existe aparte, en una región celestial o hipercelestial. En otro sentido es trascendente a él, porque es anterior a cada uno de los entes e, inclusive, al ser y al no ser. De ahí que carezca de esencia y sea indefinible, aunque es el principio de toda definición y origen de todos los seres. Carente de esencia no se puede ver, ni oír ni tocar. Tao carece de nombre, de esencia y de definición y cuando se lo quiere definir o describir se asemeja más a la Nada que al Ser en cuanto no se lo puede identificar con ningún ente ni con ningún modo del Ser, si se lo considera en su relación con el Universo, esto es, como Principio del mismo; en este sentido Tao es la Madre del Mundo, pues del Tao salen todas las cosas o, por mejor decir, todas las cosas están hechas de él. Es sustancia universal y universal principio de movimiento y de vida, presta la materia y confiere la forma. Es forma de las cosas, a pesar de ser en sí informe, y engendra un orden cósmico.

Este orden es a la vez lógico y cosmológico. Se trata de la génesis de las ideas y de los números, de los elementos y de las cosas. Tal génesis lógico­cosmológica se realiza según un ritmo antitético. Cada objeto surge en oposición a otro y no puede existir sino gracias a dicha oposición. En términos generales puede decirse, entonces, que todo hecho y toda existencia tiene un carácter bipolar: El Universo surgido lleva el Yin en sus espaldas y el Yang al frente. La unión de ambos términos opuestos produce la armonía. Los opuestos se acercan, se unen y se transforman los unos en los otros. Puede decirse entonces que el Camino es un Camino circular ya que el ser se transforma en no ser y el no ser en ser; lo difícil en fácil y lo fácil en difícil; lo largo en corto y lo corto en largo y así sucesivamente. El Tao llena todos los espacios, por eso puede decirse que es infinito.



Toda la sabiduría taoísta consiste en la imitación del Tao. Sabio es quien vive según el modelo del Tao; lo es con mayor razón quien identifica su propio camino o modo de vida con el Camino o modo de vida del Todo (Tao). Apelando a la Revista Virtual de “La Casa de la Cultura China”, (“Academia de artes, idiomas y medicinas chinas”) encontramos que el objetivo fundamental de los taoístas es alcanzar la inmortalidad, entendida como longevidad en plenitud, bajo el criterio de vivir en armonía con la naturaleza para alcanzar la inmortalidad. Los antiguos pensadores interpretaban por “inmortalidad” la auto superación del propio ser en comunidad con el entorno, lo que implica el perfeccionamiento y el progreso personal y colectivo, de acuerdo con la mutación constante que enseña el taoísmo.

Junto al Tao se menciona al Teh. El ideograma que representa esta palabra está integrado por tres signos uno que significa "ir", otro que viene a expresar lo "derecho" o lo "recto" y un tercero que quiere decir "corazón". De acuerdo a esta etimología Teh tiene el sentido de "el camino que surge desde adentro", lo cual equivale a decir, "el modo de obrar de cada naturaleza". En la cosmovisión prefilosófica y en el lenguaje de los adivinos equivalía a un poder o "virtud" inherente a ciertas cosas o personas. En el período clásico de la filosofía china adquiere, sobre todo por obra de la Escuela de los Letrados, el sentido de "Virtud moral" o hábito de obrar el bien. En el Tao Teh King, el teh significa, ante todo, el modo de obrar específico y la fuerza o potencia propia del Tao. El Tao nunca hace, pero todo es hecho por él. De este modo "El gran Tao, además, sin ser una forma rígida de determinismo, es la Vía por la que se desenvuelve el universo entero en su desarrollo.” (Palacios 2005: 137).

El Yin­Yang

En la China antigua, la idea de cambio permanente impulsado por el Tao, opera a través de dos viejos conceptos, o fuerzas, o energías, o propiedades: el Yin y el Yang, que tienen su origen en el I Ching y otros milenarios textos. En trigramas y hexagramas, la línea compacta (­-) representa el Yang y la línea discontinua (-­.­-) el Yin. En la dialéctica del I Ching, la orientación del ca-mbio o del reposo relativo está representada por las propiedades Yin o Yang, “imágenes arquetipo” cuyas evoluciones simbólicas conocían los sabios que consultaban el I Ching, con ánimo de prever en una suerte de futurología, la mutabilidad en la naturaleza, a partir de un "germen” en continua metamorfosis. El principio Yang (-­) es activo y el principio Yin (-­.-­) es pasivo (Palacios Ibid: 132). Se considera que la simbología abstracta del I Ching posibilita diferenciar aquello que "el cielo" impone al hombre, de aquello que éste puede modificar e, incluso, los cambios que dependen del azar.


Yin y Yang conforman parejas de opuestos: claro­oscuro, masculino­ femenino, seco­húmedo, activo­pasivo, etc. De las transformaciones del Yin y el Yang, de su alternancia e interacción nacen todas las combinaciones de la naturaleza. Las nociones de Yin y Yang parecen vincularse a la cosmología prehistórica. Yang es el día, Yin la noche; Yang es el verano, Yin el invierno; Yang es el cielo, Yin la tierra; Yang es el calor, Yin el frío; Yang es lo seco, Yin lo húmedo; Yang es lo duro, Yin lo blando; Yang es lo activo; Yin lo pasivo; Yang es lo masculino, Yin lo femenino. Lao Tse pone al Yin y al Yang como contrarios y luego supera la contradicción identificándolos en un tercer término. Así, pues, de Tao nace el Uno, el Tao con nombre, el Ser; este Uno se escinde en dos contrarios: Yin y Yang, por lo cual de Uno nace dos; estos dos contrarios son unidos por la virtud (Teh) del Principio absoluto (Tao) y dan lugar al ente concreto que es siempre una síntesis de contrarios (huo). Así los opuestos dependen entre sí en su esencia. "Ni Yin sin Yang; ni Yang sin Yin", dice un milenario aforismo chino. Todas las cosas, así como sus aspectos y propiedades, se toman en Yin o en Yang, según cual sea el principio que predomina en ellas. "Una vez Yin, una vez Yang, eso es el Tao". El Tao no es la suma del Yin y del Yang, sino el regulador y resorte de su alternancia e interpenetración.

Hacer no haciendo o Wey wu wey

La idea del "obrar sin obrar" (Wei wu wei) constituye probablemente el corazón del taoísmo y en torno a ella se estructura toda su filosofía de la vida. El Tao obra porque crea, pero no obra porque no produce nada que no esté ya en él mismo; hace porque origina las cosas y las ideas, pero no hace, porque tales cosas e ideas no son en realidad algo diferente de él. Obrar sin obrar significa, en primer término, que el Tao no se propone en su acción ninguna finalidad externa o ajena a sí mismo. El obrar del Tao no responde a otro motivo más que a la expresión o exteriorización de su propia "virtus", esto es, de su Teh. Es como cuando una planta al crecer y echar hojas y coronarse de flores y crear frutos no hace sino cumplir con la exigencia de su propia "virtus" que desde abajo la mueve y hacia abajo la impulsa al cabo de su ciclo, así el Tao sin plan, sin meta, sin propósito, sin artificio, sin autoconciencia y sin esfuerzo, hace todas las cosas. Y aunque él no quiere hacer nada "nada deja de hacerse" (Wu pu wei).

"Obrar sin obrar" no quiere decir, como tal vez podría suponerse, un simple "no obrar" ni comporta de por sí un quietismo absoluto. En teoría se lo puede distinguir fácilmente de la "extinción del deseo" que, según el budismo, conduce al Nirvana. El "wei wu wei" supone, fundamentalmente, un obrar conforme a la propia naturaleza del hombre. Esto implica: i) obrar sin violencia, sin forzar a dicha naturaleza, ii) obrar menos, siempre dentro de los límites de la misma, iii) obrar espontáneamente, siguiendo el impulso que de ella proviene. Al obrar así se logra: preservar la propia vida y la propia "virtus"; preservar la vida del Todo y su "virtus". Al no obrar artificialmente se evita todo lo arbitrario, en la medida en que "arbitrario" es lo "no natural" y lo "no necesario". Se trata de una identificación con el modo de obrar del Absoluto, que todo lo hace sin ruido, sin alarde, sin interés; que todo lo domina sometiéndose a todo.

Lejos de suponer una humanidad primitiva, regida en su principio por la ley del más fuerte, el Tao Teh King alude a una humanidad ideal de los orígenes. Por eso la forma óptima de la convivencia humana, la única en que el hombre realiza su teh y puede identificarse con el Tao, es la comunidad sin poder, sin jerarquía y sin gobierno. De todos los sistemas de gobierno, según el taoísmo, el mejor será el que sea menos sistema y menos gobierno.



El Tao Teh King se pronuncia en favor de la paz y en contra de toda guerra ofensiva. Este pacifismo es también anti­militarismo. Para el Tao Teh King la paz no es sólo lo más útil y provechoso, sino un estado de adecuación al orden natural en el que no cabe un cálculo de ganancias; de manera que la violencia sería contra Tao y el que obrase contra Tao moriría joven.

Estas paradojas de la acción, han llevado a considerar que Lao Tse era un anarquista, al sostener que el Imperio andaría mucho mejor sin gobierno alguno. Una doctrina que sostiene que un buen gobernante es el que poco gobierna, debe concluir lógicamente que el gobierno óptimo es el gobierno inexistente. Pero el "Wei wu wei" no equivale a un simple "no hacer nada" ni comporta, en rigor, un puro quietismo. Obrar sin obrar equivale aquí, en el plano político, a i) administrar y disponer sin imponer, ii) administrar y disponer sin finalidad ulterior, sin ningún propósito que trascienda la vida inmediata de la comunidad.

Corolario

La concepción del mundo y de la vida del taoísmo primitivo, tal como aparece en el Tao Teh King, constituye un producto espiritual de la China de los Chou, pero es, al mismo tiempo, una filosofía o, en otras palabras, una visión del mundo de alcances universales.

Para el taoísta, mantenerse entre el Yin y el Yang, significa aceptar la naturaleza cíclica del mundo sin tener dogmas a la vista. Para él, es el movimiento, la transformación infinita de la vida es lo que importa. El equilibrio reside en el fondo de la unión armoniosa del Yin y del Yang. Lo que es absoluto, es el Tao; lo que tiene valor es la reversibilidad del proceso. La virtud del taoísta consiste así en abandonarse espontáneamente a los ritmos de la vida. Lo que es imposible hoy día, puede tomarse posible mañana. Lo que hoy es bueno y agradable puede volverse malo y nefasto mañana. Lo que parece justo para uno puede revelarse completamente falso para otro. Sin embargo, reversibilidad no significa repetición o eterno retorno de lo mismo, es por eso que "Los árboles florecen nuevamente en cada primavera, pero no son jamás las mismas flores”.

Uno de los ejemplos de grave violación de los ritmos naturales se manifiesta en la civilización tecnológica occidental, debido a la manipulación irrestricta de la naturaleza. Sin embargo, el asunto no tiene que ver con una oposición cerrada e intransigente a utilizar adelantos técnicos, sino de restringirse a lo necesario, de preferir lo natural y la simplicidad, y de ajustarse a los ritmos naturales que preservan la vida en el planeta.



La grave crisis ambiental global de hoy muestra lo bien fundados que eran los temores de los sabios taoístas del pasado. Los reparos taoístas a la alteración del orden natural no implican el absurdo de pretender un retorno al pasado; es que para el taoísmo: “El arte de vivir se asemeja más a la navegación que a la guerra, puesto que lo importante es conocer los vientos, las mareas, las corrientes, las estaciones y los principios de crecimiento y de decadencia, de modo que en nuestros actos debemos utilizarlos en lugar de luchar contra ellos. Y, como lo rescata nuestro referente el filósofo Jorge Palacios, se puede concluir diciendo que el ser humano, para realizarse, debe respetar los ritmos naturales, adaptarse a ellos y no violentar a la naturaleza.

Referencias bibliográficas

CAPPELLETTI, Ángel J.

1964  Lao Tse y el taoísmo primitivo. Universidad Nacional del Litoral. Rosario, Arg. https://bibliotecavirtual.unl.edu.ar:8443/xmlui/bitstream/handle/11185/4423/ RU061_04_A002.pdf?sequence=1&isAllowed=y (Consultado el 13.05.2021).

FERRERO, Onorio

1988      El Tao Te Ching de Lao Tzu. Ignacio Prado Pastor (Edit.), Talleres P.L. Villanueva, Lima.

GARCÍA DE MENDOZA, Adalberto

2012      Fundamentos filosóficos de la lógica dialéctica [1937]. Palibrio, México.

PALACIOS CALMANN, Jorge

2005      Perspectivas sobre la filosofía taoísta. En Revista de Filosofía. Vol. 61, 127-144. Universidad de Chile, Facultad de Filosofía y Humanidades. Santiago.

ROMÁN LÓPEZ, María Teresa

2008      Lao Tse y el Tao te Ching. En Espacio, Tiempo y Forma, Serie II, Historia Antigua, Universidad Nacional de educación a Distancia – UNED, Madrid.

WILHELM, Richard

1978      Tao Te King de Lao Tsé. Traducción y comentarios de Richard Wilhelm. Sirio, Málaga.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

ZEIN ZORRILLA Y LA POLÉMICA DEL INDIGENISMO Y DEL MESTIZAJE

  Juan Carlos Lázaro “Ni hispano ni indígena, sin embargo, ambos a la vez” (1), es el más reciente título de Zein Zorrilla que forma parte d...