sábado, 20 de septiembre de 2014

UNA LECTURA DEL PERÚ DESDE LA COSMOPERCEPCIÓN Y LA DIALÉCTICA ANDINA

José Luis Ayala*

Este es un libro que sin duda lo hubieran querido leer con infinita unción y fervor peruanista, José Carlos Mariátegui, César Vallejo, Jorge Basadre, José María Arguedas, Ciro Alegría, Luis E. Valcárcel, José Antonio Encinas, Gamaliel Churata, Uriel García, Emilio Choy, Alberto Tauro del Pino, Emilio Romero, Ernesto More, Alfredo Torero, Edmundo Guillén Guillen, Alberto Flores Galindo y Virgilio Roel Pineda, entre otros epónimos peruanistas. Se trata de un trabajo de muchos años, no solo de investigación de campo, sino de relecturas analíticas, para darle un desarrollo final coherente y sistemático, con infinita pasión humana como dice Rodolfo Sánchez Garrafa, a su “vocación por la temática relativa al pensamiento andino y estructuras simbólicas”.

No es una novedad afirmar que, hay muchos libros sobre Historia del Perú oficial y el sistema educativo con criterio neo colonial, (pero es necesario reiterarlo), escritos desde engañosas ideas ejes, cuyos argumentos se repiten para construir una visión derrotista, tergiversada, falsa y con una mentalidad pro hispana. Pero son pocos los libros como “Apus de los Cuatro Suyus. Construcción del mundo en los ciclos mitológicos en las deidades montañas”, como el de Rodolfo Sánchez Garrafa, que tratan acerca del Perú sideral, esencial, cósmico y maravilloso, desde la perspectiva de la mitología andina en relación a los orígenes y el rol milenario de los apus, paqarinas, waqas y achachilas.

Este es un tema complejo, ignorado a propósito, es también antiguo como nuevo; sin embargo, debido a la globalización sesgada y el posmodernismo impuesto, asistimos a un permanente proceso de avasallamiento y destrucción de la memoria colectiva ancestral y fundacional. La idea es acabar con el imaginario mítico-social y orígenes del Perú sideral, donde lo extraordinario es cotidiano, además, se trata de sepultar los fundamentos dialécticos de la religiosidad andina, poblada por seres vivos que hablan, se alimentan y caminan desde el tiempo del purunpacha hasta la era de los mistis o mestizos, que viene a ser oficialmente el siglo XXI. Además, dos historias pugnan por imponerse desde distintas perspectivas, la historia de los invasores dividida por épocas y la historia andina que se desarrolla por eras.

Debido a su formación académica, pero mucho más obedeciendo a sus más profundas convicciones de peruanista ejemplar, Rodolfo Sánchez Garrafa, ha escrito un libro que era necesario trabajar para responder a la falsa afirmación del “fin de las ideologías” de Francis Fukuyama. Muchos intelectuales celebraron la idea del triunfo del neoliberalismo intelectual como ideológico, pero nada es eterno y todo cambia. Quizá sin proponérselo, Rodolfo Sánchez Garrafa suscribe un libro con un sistema de signos y principios ideológicos propios, como la mejor respuesta a Fukuyama. Muchas veces el escritor, se sorprende cuando hay una distinta lectura crítica de su libro, que además de las ideas centrales analizadas, aparezcan otras que quizá no haya previsto durante su escritura.
 
Con José Luis Ayala, autor de esta nota crìtica, al término de la presentación.

Así entonces, esta noche no solo se trata de una presentación más o menos adecuada, de comentarios que es necesario hacer para que el libro sea acogido con benevolencia por una prensa que solo arroja cacosmia en las pantallas y papel impreso, todos los días. Estamos frente a un acontecimiento histórico singular y esperado durante muchos años. Rodolfo Sánchez Garrafa con “Apus de los Cuatro Suyus. Construcción del mundo en los ciclos mitológicos en las deidades montañas”, se convierte de hecho en un pensador americano, en un ideólogo quechua-aymara, en un altu misayuj, un yatiri, un kallawaya, un qaqa achachila que desde la academia habla sin academicismos repetitivos, sino más bien con sencillez, identidad y sabiduría.

Pero no es fácil resumir en pocas palabras un libro de antropología e historia social andina, sobre todo de un texto alimentado con una clara ideología descolonizante, desde una distinta cosmopercepción, destinada a replantear los orígenes del Perú. Es en síntesis una nueva relectura desde la antropología para entender lo que fuimos, lo que somos y lo que debemos ser. Resulta que no todo cuanto hasta ahora se ha dicho en referencia a los padres generadores de la vida, tenga fidelidad con los orígenes y creación del universo andino. No hay duda que la filosofía ha muerto y hemos tenido el privilegio de asistir a sus funerales. Más que cosmovisión, que es un préstamo lingüístico para ver, reconocer el mundo y el cosmos, es mucho más propio y apropiado, hablar de cosmopercepción y ese el trabajo esencial de Rodolfo Sánchez Garrafa.

Apus de los Cuatro Suyus. Construcción del mundo en los ciclos mitológicos en las deidades montañas”, es un texto denso de más de 333  páginas muy bien escritas, con trabajos de campo, testimonios orales, lecturas de crónicas como de muchísimos libros referidos al tema y con ilustraciones oportunas. Entonces, ahora vayamos al fondo del tema: El libro está dividido por razones didácticas y expositivas, en capítulos, destinados a conducir al lector para que pueda entrar a un cosmos complejo, humano y ancestral, poco conocido por la gran mayoría de lectores incluso exigentes en estos temas.

Jürgen Golte hace una adecuada presentación y afirma que los antiguos peruanos, que construyeron y constituyeron diversos pueblos y comunidades humanas, compartieron la misma percepción cósmica e interpretación dialéctica sideral, aunque en algunos lugares el lenguaje haya sido distinto, pero no el patrimonio cognitivo. Señala que después de la invasión española, muchos datos desaparecieron, de allí la necesidad de reinterpretar el pensamiento andino, pese a las variaciones del tiempo. Afirma con razón que: “La propuesta de Sánchez de hecho permite homologar con más facilidad diversas categorías que se ha considerado fundantes en la comprensión del pensamiento de Los Andes”.

El sumario es una guía para la lectura de un libro referente a la mitología y cosmopercepción, desde la perspectiva de los dioses montaña como apachetas, apus, wamanis, achachilas, pakarinas y waqas, ubicados en diversas latitudes. Lo importante es que se puede identificar a los seres humanos en relación a la naturaleza, las dificultades y bondades del medio social. Los textos del libro se alimentan de investigaciones antropológicas y concurrencia de la etnohistoria, lingüística, etnología, etnografía, folklore y literatura oral. El propósito central es desarrollar un discurso en referencia a los apus Awsangati de Quispikanchis-Cusco (Qullasuyu). Sawasiray-Pitusiray de Calca-Cusco (Antisuyu). Mallmanya de Grau y Antabamba en Apurímac (Kuntisuyu) y Yanawanga de Cajamarca (Chinchaysuyu), por medio de trabajos de campo, relecturas y apoyo de una buena cantidad de libros referidos al tema.

Aparece muy claramente la idea de identificar, descifrar y fijar la evolución del pensamiento mítico desde la tradición oral, como “leer” sus estructuras vivientes. Conocer mejor el comportamiento de las comunidades y pueblos desde la economía, así como la división de clases sociales que rigen su existencia en contacto con los apus. Llegar hasta el núcleo de los discursos míticos y entender mejor, una coexistencia de relaciones de trabajo, desde la etnografía,  instrumentos de análisis y el uso de la antropología posmoderna, son otras de sus contribuciones.
Debido a la experiencia pedagógica, Rodolfo Sánchez Garrafa, al referirse a la tradición oral y a los apus, señala que sus investigaciones antropológicas sobre estructuras simbólicas, empiezan: “A partir de la consolidación de un corpus mítico sobre Apus representativos, procuro – dice  explicar aspectos contextualizados con la cosmovisión e ideas mágico-religiosas que surgen la vida del hombre andino,  expresando su manera de comprender la naturaleza y el medio social en que se desenvuelven”. Un aspecto importante es la lectura y sistemática revisión de todos los cronistas españoles que se han ocupado de jintilares, wakas, chullpas,  achachilas, apus y apachetas. Al preguntarse “¿Qué es mito?, en ese empeño, afirma hice un señalamiento sobre los puntos de vista funcionalista y estructuralista de la antropología contemporánea, destacando las limitaciones funcionalistas que atribuyen al mito un contenido explicativo histórico”.

El libro está dividido por razones didácticas de la siguiente manera:
I.                Planteamiento y diseños metodológicos.
II.             Un modelo explicativo sobre la cosmovisión andina.
III.           Las identidades en los mitos del apu Awsangati.
IV.    Pitusiray y el tinku sexual. Una conjunción simbólica con el mundo de los muertos.
V.              El poderoso Mallmanya de los Yanawara y los Qotanira.
VI.           Yanawanka de los yanayaku, agua, vida y salud en la vertiente occidental.
VII.        La construcción del mundo y la veneración a las deidades montaña. 

Después de una lectura pausada y densa, que no se puede acometer en uno o dos días por el volumen de páginas, resulta que se aprende mucho, porque se trata de una cátedra abierta para el aprendizaje, la educación  y el debate. Pero sucede que el  lector que oficia de crítico o comentarista, se pregunta si el libro será recibido o no tal como se merece.  La respuesta es que Rodolfo ha cumplido con la tarea moral de repensar al Perú, con su antiguo compromiso de reedificar la memoria colectiva y ese sin duda uno los más grandes aciertos de su libro.
  
Y no le falta razón cuando afirma: “Para los andinos, los apus son seres de poder, intermediarios eminentes que actúan en kaypacha o interface ubicada entre los espacios fundamentales del cosmos. Las montañas o dominio de los apus constituyen, por su parte, espacios liminales entre hanaqpacha y ukhupacha. Esta concepción nativa se mantiene y se reconstruye, tanto en la estructura mitológica cuanto en los contenidos de trama argumental que conserva la tradición oral”.


El pensamiento mítico moldea y rige el comportamiento social de los seres humanos, pero además interviene la interpretación de los sueños, los presagios, el canto de las aves, la lectura de la coca, los pagos a la pachamama, a los lagos y lagunas. Todos estos rasgos culturales condicionan la sicología personal como colectiva de las comunidades humanas. La tradición oral, los relatos real maravillosos, oníricos y cosmogónicos, la lectura del universo, de la vía láctea, las voces del viento, la presencia de anchanchos, sirenas y condenados, permiten que la soledad cósmica sea asimilada sin tedio existencial ni metafísico. Pero los tres mundos como hanaqpacha (el mundo de arriba), kaypacha (la realidad cotidiana) y el ukhupacha (el mundo de adentro), están inter relacionados y unidos por una cosmopercepción que a la vez permite mitigar la pobreza social de siglos. Ese mismo sentido de unidad y diferencia territorial ancestral, es decir con la aplicación del concepto de tinku, se sustenta la división territorial en suyus: Chinchaysuyu, Antisuyu, Kuntisuyu y el Qullasuyu. Hay un cordón umbilical mítico como cosmogónico que une a las partes divididas y a la vez dialécticamente inseparables. Los apus son personas vivas y actúan como intermediarios, tienen sentimientos humanos; amarguras, tristeza y alegrías, por lo que es preciso establecer con ellos una convivencia y armonía permanente. Lo esencial es que la eternidad tiene un sentido cosmogónico.
           
Todos los conocimientos expuestos por Rodolfo Sánchez Garrafa, deberían ser asimilados por las facultades de humanidades de las Universidades Peruanas, los antropólogos, historiadores, arqueólogos, etc., etc., deberían trabajar en los ministerios de agricultura, relaciones exteriores, cultura, educación y turismo. Los embajadores  del Perú, los agregados culturales deberían hablar quechua, aymara y además las lenguas amazónicas como tener una información mínima de estos conocimientos. Los ministros de educación deberían hablar quechua, aymara y otras lenguas de los pueblos que habitan la Amazonía. Claro que estas ideas parecen peregrinas, pero llegará ese momento histórico, porque para eso se escribe esta clase de libros. Hay hechos que tardan mucho tiempo en consolidarse, pero el proceso dialéctico de descolonización de la historia sigue su curso, y ese es también uno de los méritos pedagógicos más importantes de este libro. 

El momento grato de estrechar las manos.
          
Eso ha sucedido en la literatura latinoamericana raigal y cosmogónica, Gamaliel Churata en “El pez de oro”, así como en “Resurrección de los muertos”, utilizó la cosmopercepción andina y recién durante estos últimos diez últimos años se le ha leído y comprendido, desde la academia. ¿A qué se debe el retraso de una valoración ontológica, así como la falta de ediciones críticas de sus libros? Sin duda al desconocimiento de los aportes de la antropología moderna, pero reparado en parte este hecho, se debe a la concurrencia de las ciencias sociales, de modo particular a la lingüística e interés que ha despertado el proceso de descolonización ideológica en América. Churata se ha convertido ahora en un escritor tan importante como Felipe Huaman Poma de Ayala y el Inca Garcilaso de la Vega. No ha faltado quien haya afirmado que con Churata se inicia el fin de la influencia de la filosofía occidental en la literatura latinoamericana, debido a que reivindica una forma de pensar desde la cosmopercepción, usa la escritura híbrida, la diglosia, la riqueza idiomática y simbología de las culturas quechua y aymara, para expresarse desde la célula vital, del eje a la periferia y viceversa.

Los trabajos de crítica literaria desde de la cosmogonía, el ayllu, los apus, las paqarinas, el ajayu watan, los achachilas, las wakas, la célula cósmica y movimiento circular de la vida y la muerte como los seres que analiza Rodolfo Sánchez Garrafa, permite que se impulse el proceso de estudio y decodificación literaria. ¿Qué hubiera dicho Gamaliel Churata de “Apus de los Cuatro Suyos. Construcción del mundo en los ciclos mitológicos en las deidades montañas”. Haciendo uso de la ucronia, que es una licencia válida para estos casos, seguramente que se hubiera alegrado, escrito un texto superior y no hubiera regateado en ponderar la inteligencia, el conocimiento y amor por el Perú de parte de Rodolfo.  
  
Por eso es que alguna vez habrá que escribir un ensayo referente a Rodolfo Sánchez Garrafa y a Gamaliel Churata. Hallar los siderales vasos comunicantes, la corriente cósmica sanguínea que fluye en ambos libros. Pero sobre todo servirá para entender mejor a Gamaliel Churata, al Perú esencial y cósmico. Churata permaneció desterrado durante 30 años en Bolivia y a su regreso al Perú, en Puno como en Lima, solo encontró pobreza, desprecio, marginación y odio a su genialidad literaria. Todo porque escribía con una prosa quechuizada y aymarizada, tal como hicieron en su tiempo Garcilaso y Huaman Poma. Churata encontró una sociedad adversa, cuando todavía no se había realizado la reforma agraria, ni los cambios sociales ni el ascenso paulatino de migrantes andinos a los circuitos comerciales, menos culturales e intelectuales ni académicos como ahora. 

Gratitud para todos quienes pudieron acompañarnos y para los que han de sumarse.
     
La pregunta es: ¿Qué misterioso y mágico cordón umbilical los une? El libro de Churata es un texto precursor de literatura latinoamericana no solo porque se adelantó en crear lo real maravilloso de Alejo Carpentier y realismo mágico de Gabriel García Márquez. Escribió ensayos analíticos sobre estructuralismo analítico mucho más antes que un investigador francés, del que ahora muchos de sus desencantados discípulos, no quieren saber nada de él. Pero quien lea “Apus de los Cuatro Suyus. Construcción del mundo en los ciclos mitológicos en las deidades montañas”, de Rodolfo Sánchez Garrafa, establecerá un diálogo con los primeros habitantes del Perú, con los apus, achachilas, con los jintilis que pusieron las primeras piedras de los cimentos de la eternidad y grandeza del Perú.

Gracias a la lectura de este libro, se constará que pese a más de quinientos años de destrucción cultural constante, control y sojuzgamiento del subconsciente colectivo, estamos aquí, hablamos, pesamos y escribimos en quechua y aymara. Hemos superado en parte la crueldad, el endurecimiento del poder, la coloniedad con el auxilio de la metafísica. Después del crimen cometido contra José Gabriel Túpac Amaru, sin embargo todo cambió pero el proceso histórico sigue su marcha y no se ha detenido. Bien podríamos decir ahora que tenemos el uso de la palabra,  existimos, reflexionamos por nosotros mismos y hemos empezado a recuperar una distinta manera de pensar. Ese el aporte mayor y singular de Rodolfo Sánchez Garrafa. Este libro servirá para refundar la democracia, una ideología distinta, una educación plural, servirá para refundar el Estado y la República, pero sobre todo para refundar el Perú cósmico y eterno.
(2014)
  * José Luis Ayala, escritor, ensayista e investigador de la cultura aymara. (Fotos de Carlos Bardales R.).

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