martes, 31 de enero de 2012

LA MULIZA ANDINA: Canción de arrieros

Escrito por María Luz Crevoisier*


Se cree que la muliza, esa bellísima canción para cantar endechas de amor o dolor, como la definió don Juan Carlos Taboada Sovero, socio fundador del Club Tarma y uno de sus mejores intérpretes, es pariente de la vidalita, género nacido en Tucumán, Argentina. ¿Cuál es la relación entre ambas? Dice la tradición que fueron los muleros, esos legendarios acompañantes de los arrieros que saliendo de Jujuy y Salta llegaban hasta Cerro de Pasco pasando por diversas localidades andinas como Jauja, Tarma y Huancavelica en busca de la ingente riqueza mineral de aquella zona.

Su nombre para algunos, deriva del trote de las mulas o quizá de las canciones que interpretaban aquellos lejanos caminantes, también llamados muleros.

Habiendo decretado Carlos III en 1778 el Comercio Libre, los negociantes no escatimaron esfuerzo para llegar al Perú en busca del oro y el azogue existentes en Cerro de Pasco, denominada la "Opulenta Ciudad" en los tiempos del virrey Amat y Juniet, lo mismo que en Huancavelica, explotada desde 1536.

"La Perla de los Andes", fundada por Francisco Pizarro el 26 de julio de 1536 con el nombre de Santa Ana de la Ribera de Tarma y convertida en una de las ocho intendencias surgidas en 1787 a causa de la Revolución de Túpac Amaru II, se transformó en una ciudad de paso, una especie de tambo para comerciantes y arrieros.

Desde entonces, la muliza se acompaña con guitarra y mandolinas especialmente en los carnavales; antaño, cada intérprete iba hasta la ventana de la mujer amada o de algún amigo para cantar con el más puro acento. Los cantantes pertenecían a dos barrios en competencia, los Urquishos o de la calle ancha y los del barrio de la Collana, resultando ganador el barrio que con más alma entonaba esta canción emparentada también con el yaraví y con el triste.

Son muchas las mulizas que han perdido registro como "Justicia", canto emblemático que, según Don Juan Carlos Taboada, tiene más de un siglo de haber sido creado y de origen tarmeño; lo mismo que aquella fechada en 1855 y cuya autoría corresponde a José Otero Arbeleira diciendo en su estribillo: "Más el sueño se acabó/ vuelve a mis ojos el llanto/ el pajarillo voló /mentira su dulce canto".

El 3 de mayo de 1835 apareció una imagen de Cristo crucificado en el cerro Shabacoto, dando lugar a la festividad del Señor de Muruhuay, que se celebra con ritos prehispánicos asociados a la tierra, al agua y a la piedra, en agradecimiento al Tayta por los dones de la vida y los frutos de la siembra.


En la procesión desfilan danzantes como chonguinos, jaraculitos, negritos y chunchos, quienes al compás de mulizas, relojeras, huainos, cashuas y huailas bailan en honor del patrono de la ciudad. En los carnavales, que se inician el 24 de enero con el anuncio del arribo de Don Calixto (personaje de leyenda, al parecer un mulero) y concluyen el 24 de febrero, los barrios de la ciudad y el distrito de Acobamba presentan las letras y música de una muliza en una alegre y colorida competencia que se efectúa en el Coliseo Cerrado Manuel A. Odría.

Fecha: 28/01/2012

* María Luz Crevoisier, periodista. Su escrito apareció originalmente en el Diario "El Peruano".

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