sábado, 17 de septiembre de 2011

La Política del Trasero y el Trasero de la Política (Crónica política de actualidad)

Escrito por C. Rodolfo Sánchez Castañeda

Hace unos días, encontré un viejo escrito que se hallaba extraviado por muchos años. Considero que no será una irreverencia compartirlo con todos mis amigos, porque el tiempo se encargó de darle razón al autor en sus aspectos centrales. En todo caso, se trata de un tema muy humano. Es una característica que sólo los humanos nos preocupemos filosóficamente de estos asuntos. Pienso que hubiera sido difícil encontrar un editor que se animara a publicar este texto, pero en estos días felizmente las oportunidades de hacerlo ‒siempre dentro de los cánones del mayor respeto por los lectores‒ se han incrementado. Hay mayor libertad de expresión crítica. (Nota del editor)

El trasero es la parte posterior del ser humano que comprende las asentaderas y constituye el reverso de la cara del hombre y la mujer. Al trasero se le conoce con diversos nombres desde los más feos hasta los más simpáticos. En la región andina de nuestra Patria, el Ecuador y Bolivia se le denomina “poto”, concepto que es motivo de respeto y que se perpetúa a través de bautizos de pueblos importantes o regiones ricas en recursos naturales como Potosí, San Antonio de Poto, Tarapoto, Putukusi, Putumayo, etc., hasta se llama “poto” en el norte del país a una pequeña taza vegetal para tomar “chicha”, aunque este último término significa “vagina” en la región caribeña. 

La historia social, cultural, económica, política, religiosa, moral y educacional del “poto” es muy antigua y probablemente fue motivo de dolores serios de cabeza en el instante en que se creaban al hombre y a la mujer. Es sorprendente cómo la historia de la humanidad a través de muchos millones de años gira, en su mayor parte, alrededor del “poto”. Nuestro primer padre Adán se fregó, por culpa no de la manzana sino del “poto” de Eva, y jodió, de este modo, a todas las generaciones humanas hasta el día de hoy.


Sikirumi, formación rocosa natural en Paramonga-Perú.

Cleopatra, mejor dicho, el “poto” de Cleopatra arruinó hasta la muerte al romano Antonio y a otros generales más. La bíblica y bondadosa Esther tuvo a bien cortarle el cuello al general Holofernes, y hasta tuvo el lujo de llevarse su ilustre cabeza en una bolsa de naylon para probar que fue nuestra salvadora, gracias a que tenía un abultado “poto”. La historia romana clásica habla del rapto de las sabinas en el norte de Roma, esa historia debía ser más clara y realista diciendo que se trató más bien del rapto de “potos” porque los potos escaseaban por entonces. Los Inkas tenían un verdadero culto –un poco enfermizo- por el “poto femenino”, tan es así que en el Cusco y en las provincias tenían los llamados “akllawasikuna” o “casas de potos escogidos”. Los árabes tuvieron sus “harems” y los griegos sus “gineceos”.

El “poto”, en realidad, es la parte más delicada y digna del ser humano. La constitución y naturaleza del “poto” es idéntica a la de los labios humanos, y su sensibilidad es más alta, por eso el amor es un ir y venir entre uno y otro polo, es decir, un traqueteo intenso entre la cara y el poto. Pero, los seres humanos casi siempre le dan un mal trato al “poto”, no le asean, lo baratean y a menudo le contagian con enfermedades venéreas y ahora lo entregan muy sueltos de huesos a aquello que se llama “sida”, le secan con periódicos pasados y sucios, y, en los casos de mayor abuso, hasta con piedras. Por eso, la política que emplea el hombre con el “poto” es irracional. Y tal vez, por eso también es que hayan “potos” limpios, bien cuidados, bien utilizados, sanos, chaposos, relucientes, vigorosos, bien formados, arropados, talqueados y perfumados, mientras que hay “potos” sucios, indeseables, mal formados, maltratados, traficados, vendidos a bajo precio, enfermos y peligrosos.

¿La política del voto y ... 
El “poto” es también parte importante de la política. Napoleón era muy macho en el campo de batalla, pero frecuentemente se muñequeaba frente al “poto” de Josefina. Muchos altos jefes del servicio de inteligencia occidental se fregaron durante las dos guerras mundiales por culpa del “poto” de hermosas mujeres rusas, los rusos se arruinaron también por el “poto” de algunas americanas. Pero, ¿¿¿quién no se jode ahora por el “poto”, con razón o sin ella…???

Lo que es la cara es el poto, y lo que es el poto es la cara, especialmente en los llamados “políticos”. ¿¿Por eso, quién cree a los políticos?? Y por eso, también entre los políticos hay caras limpias, bien cuidadas, bien presentadas, sanas, chaposas, relucientes, vigorosas, bien formadas, masajeadas, talqueadas y perfumadas, exactamente como los buenos “potos”. Pero, también hay caras sucias, indeseables, mal formadas, maltratadas, traficadas, vendidas a bajo precio, enfermas y peligrosas, exactamente igual a los malos “potos”, es decir a sus propios “potos”, a esto llamamos la política del trasero y el trasero de la política, con el perdón de la palabra. De allí que, los políticos friegan su cara y al mismo tiempo el “poto”, o friegan primero al “poto” y luego necesariamente a su cara. Esta es la política.

el voto de la política? 
Chuchy ganó una curul en el Congreso en base a su “poto”, pero muy pronto fregará su “cara” por culpa del poto, porque para ella cara y poto es el anverso y reverso de la misma medalla. Pero los electores, en el fondo, no votaron por Chuchy, sino por el poto de Chuchy que llevaba el número 13, de modo que, como votaron por el poto, el poto debe hablar realmente en el congreso para beneplácito de los parlamentarios, así producirán mejor.

Hasta Pronto.
Qosqo, abril 95.


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