sábado, 10 de marzo de 2012

Bálsamos

Luis Negrón Alonso
Sikuta

Dice Lauro Zavala: “La brevedad en la escritura siempre ha ejercido un gran poder de seducción. Entre las formas de escritura radicalmente breves con valor literario podrían mencionarse el haiku, el epigrama y la poesía fractal”. A nosotros nos seduce este relato de Luis Negrón, que podríamos calificar de flash cegador, porque deja una profunda impronta en el espíritu. (N. del E.)

En la esquina bulliciosa de una calle pueblerina, encima de sus manos cruzadas, apoyadas a su vez sobre un pequeño fardo abrigado por un lienzo tejido, multicolor, que posiblemente contenía algunos bocadillos hechos por sus desgastadas y extenuadas extremidades, destinadas para el expendio, dormitaba dulcemente una anciana de faz ajada por el tiempo y cabellos canos, ordenados, que delataban su transcurrida existencia.

A la sazón transitaba muy cerca a ella un visitante, quien risueñamente y con sorna preguntó: ¿Qué vende esa anciana?

Su interlocutor nativo le respondió serenamente: Esa anciana vende sueños y templanza, condimentos básicos para el tránsito del hombre por la vida.

Cuzco, 1° de mayo del 2007.



sábado, 3 de marzo de 2012

Mi aproximación al pensamiento de Francisco de Asís

Rodolfo Sánchez Garrafa
Mis más lejanos recuerdos sobre la orden franciscana se remontan a los años 50. El Cuzco al que abrí los ojos del entendimiento no fue nunca una ciudad que rebozara de curas encumbrados y monjas embutidas en hábitos talares. Con el tiempo tomé conciencia, eso sí, de que esta urbe milenaria exhibía ya por siglos sus ricas y atractivas parroquias de castellanos, criollos e indios y su seminario.
En mis años de niñez, era frecuente que sacerdotes franciscanos, recoletos para ser más exactos, recorriesen la ciudad con sus talegas o canastas, cumpliendo una labor mendicante para recoger las limosnas con qué atender a los pobres que acudían a su convento en busca de alimento. Estos recoletos, según recuerdo, eran hombres verdaderamente píos, cumplían largamente su voto de pobreza; premunidos de sandalias poco faltaba para que caminaran descalzos. Cuando los niños de entonces divisábamos a alguno de ellos, solíamos acercarnos diciendo: –Padrecito, padrecito, una estampita; y recibíamos, en efecto, una imagen santa o una medallita que el curita guardaba en algún lugar de su amplia indumentaria.
Mi familia había dejado el barrio de Wanchaq hacia 1952, a donde volveríamos muchos años después. Nos establecimos entonces en la periferia de la ciudad, en el barrio de Pikchu K’uchu, muy cerca de Arcopata que era el lugar de salida de los vehículos de transporte en la ruta Cuzco-Abancay. Mi madre conducía una pequeña tienda de abarrotes, lo que ahora conocemos como bodegas o bodeguitas de barrio. En la calle Avenida Apurímac 430-436 destacaba el hermoso local de la Fábrica de Chocolates “La Continental” de propiedad de don Daniel Corzo, en cuyo patio frontal enrejado crecían matas de hinojo. La calle polvorienta era humedecida, de cuando en cuando, al paso de un “carro regador”, con el que el Municipio de la ciudad atendía, en algo, la necesidad local de saneamiento ambiental. Los chicos del barrio solíamos correr tras del “carro regador” mojándonos los pies a su paso.
Mi madre fue siempre piadosa, nunca dejaba de alcanzar algunos panes o de dar un óbolo para los más pobres. Después de haber conocido a los recoletos mendicantes, no me fue difícil hacerme una idea de lo que pudo haber sido la vida de Francisco, el fundador de esta orden, el hombre que –según decía mi padre– se había acercado más a la naturaleza del Cristo.
De Francisco de Asís sabemos que vivió en la Italia de los siglos XII y XIII. En aquella época, la Iglesia Católica estaba afectada por vicios de corrupción comunes en los reinos terrenales, por lo que la reacción natural sobrevino, entre otras, desde la vertiente espiritual del catarismo. La doctrina de los cátaros sustentada en el evangelio de San Juan, se mostró renuente a la acumulación del poder, de la riqueza material y cuestionó el culto a las imágenes, en cuanto configuraba una práctica rayana en idolatría. Francisco de Asís, habría bebido en las fuentes de los cátaros o albigenses y de allí devendría su indiferencia ante los placeres mundanos, su vida cuasi ascética y sencilla, su consideración por la mujer en cuanto a sus posibilidades de perfección, y su contemplación fraternal del universo.
En efecto, Francisco llegó a ser conocido por su vida menesterosa, por su declarado amor hacia los seres que constituyen la naturaleza, los pajarillos, los insectos, las plantas y toda entidad de la tierra y los cielos. El Pobre de Asís, que así llamaban a Francisco, consideraba que todos los seres de la creación participamos de un alma indivisa. Su modelo de vida era el de Jesús, tanto que fue capaz de llevar los estigmas propios del Cristo crucificado.


Se dice que Francisco de Asís aprendió a contemplar a los seres vivos y las cosas de una forma ingenua y sencilla. Discrepo de este punto de vista. Considero, por el contrario, que la visión de Francisco era tan amplia y abarcativa que su sentido de fraternidad iba más allá de los límites que los propios hombres hemos construido para definir lo humano. Pienso que la mirada de Francisco tiene una dosis de visión encantada del mundo y otra de profundo carácter emocional que reconoce en todos los seres la capacidad de amar, de sentirse partes de un todo, de un sistema armónico. Es posible que la Iglesia haya sido complaciente con su doctrina, precisamente por entenderla ingenua. Quizá no la hubiese tolerado de juzgarla intelectual, metafísica o hipermoral.

En los Andes y, particularmente, en los territorios del antiguo Tawantinsuyo, los seguidores de Francisco de Asís, realizaron a partir del siglo XVI una labor evangelizadora importante, quedando al parecer mucho por explicar acerca del extraordinario manejo simbólico e iconográfico al que apelaron para enculturar su prédica.

Considero que si hay que reconocer en Francisco su aporte a la construcción del concepto de fraternidad cósmica, tal crédito hay que reclamarlo también para el pensamiento de los andinos prehispánicos, en tanto y en cuanto éstos tuvieron entre sus líneas maestras de pensamiento: que el ser es colectivo, que existe un compromiso de reciprocidad entre el hombre y el cosmos y que hay una finalidad en la existencia como parte de un todo. Los principios de correspondencia y complementariedad de la racionalidad andina, según los cuales el ser humano no es una excepción dentro del orden intrínseco del universo (Alvizuri 2004: 49; Estermann 1998: 145-6), sintonizan a mi ver, de una manera íntima, con el convencimiento de que el hombre debe mostrar respeto por las criaturas vivientes y, en general, por toda la creación, ya que Dios está en todo el universo que es su obra.

Francisco de Asís cantó al hermano Sol, a los hermanos Luna, Viento, Agua, Fuego y a la madre o hermana Tierra y, como sabemos, para los andinos era cuestión de principio que los seres del universo estamos unidos por relaciones parentales.

Una de las piezas más hermosas de la inspiración de Francisco (año 1225) dice:

El cántico de las criaturas

Alabado seas, mi Señor,
en todas tus criaturas,
especialmente en el Señor hermano sol,
por quien nos das el día y nos iluminas.

Y es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.

Alabado seas, mi Señor,
por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento
y por el aire y la nube y el cielo sereno y todo tiempo,
por todos ellos a tus criaturas das sustento.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual iluminas la noche,
y es bello y alegre y vigoroso y fuerte.

Alabado seas, mi Señor,
por la hermana nuestra madre tierra,
la cual nos sostiene y gobierna
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.

Alabado seas, mi Señor,
por nuestra hermana muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.

Es fácil colegir que premunidos del pensamiento andino, no tendríamos demasiadas reservas para asumir el mensaje de este cántico. Me atrevo sí a afirmar que probablemente, la diferencia esté, de un lado, en la actitud contemplativa propia de la espiritualidad y piedad franciscana frente a la reciprocidad activa del pensamiento andino y, de otro, en el hecho que la llamada reconciliación entre el cielo y la tierra, entre la vida y la muerte, entre el universo y Dios de la teología franciscana, se opone visiblemente con la noción cíclica, tinku (encuentro generativo) alternancia e interpenetración de los opuestos complementarios que se encuentra en el pensamiento de los pueblos andinos prehispánicos y que, de algún modo, subsiste hasta la actualidad.

No obstante, la percepción franciscana sobre el encuentro del hombre con Dios en la naturaleza, dialoga bastante bien con el reconocimiento del kamay o energía vital y generativa en la totalidad del cosmos y en sus partes.
Siendo jovenzuelo, como todos los de mi generación y concomitantes, llamábamos “calaveras” a los estudiantes «panchinos» (los que hacían estudios en el colegio San Francisco del Cuzco). Es que a Francisco de Asís se le suele representar acompañado de un cráneo humano. La calavera junto al santo de Asís simbolizaría la fugacidad de la vida terrenal y, en el siglo XVII era común que la contemplación de la muerte fuese parte constitutiva del ejercicio espiritual. Como todo diálogo tiene también sus desfases y enredos de planos simbólicos, lo que puedo decir es que la calavera nos inspiraba temor, que escudábamos bien con nuestras chanzas a los «panchinos» (alumnos franciscanos). Todo esto era, seguramente, un eco profundo de nuestra prevención frente a la osamenta de los Ñawpa machus o ancestros de nuestros orígenes andinos.


Referencias:

ALBIZURI, Luis Enrique
2004   Andinia: La resurgencia de las naciones andinas. IIPCIAL, Lima.

ESTERMANN, Josef
1998   Filosofía Andina, estudio intercultural de la sabiduría autóctona andina. Abya Yala, Quito.

ZEIN ZORRILLA Y LA POLÉMICA DEL INDIGENISMO Y DEL MESTIZAJE

  Juan Carlos Lázaro “Ni hispano ni indígena, sin embargo, ambos a la vez” (1), es el más reciente título de Zein Zorrilla que forma parte d...