sábado, 18 de octubre de 2014

CARA A CARA CON LOS ANCESTROS

Rodolfo Sánchez Garrafa

Si alguien se interroga ¿Cuál es mi tiempo? es casi como si se preguntase ¿Quién es mi padre? En muchos sentidos nos consideramos hijos del tiempo, hijos de Chronos o Saturno, criaturas que se escurren para no ser devoradas por quien les diera el ser. (1)

Quizá por eso nos esforzamos en echar tierra sobre el pasado, queremos enterrar al tiempo para no ser víctimas de él. En esta vertiente mitológica podría pensarse que el tiempo que pasó está sepultado, que yace bajo tierra, o al menos en las arenas del olvido.



En los Andes pensamos diferente. Para los andinos el tiempo pasado se actualiza. En algún momento nuestros antepasados nos aguardan, recíprocamente nosotros los aguardamos, tal como esperamos que nuestros descendientes lo hagan pensando en nosotros con los años, al pie de la rueda o mejor de la espiral que gira, sin importar si ésta avanza con rapidez o lentitud, ya que esto dependerá de si el suelo se muestra parejo, irregular o fangoso.

Si bien la espiral no gira en reversa, lo cierto es que al dirigirnos al futuro, necesariamente vamos al pasado, al encuentro de esa otra espiral que se desenrolla al extremo de la que nos lleva sobre su lomo. Es comprensible que este tránsito lo debamos hacer con diligencia y humildad pero con tenacidad de hormiga que sube una superficie y la vuelve a subir cuantas veces cae en su intento.



En los Andes, los runas (hombres) somos parte de una humanidad ininterrumpida desde tiempos primordiales a cuyo avatar es recomendable acercarse sin preceptos preconcebidos, de modo que se facilite la búsqueda de la manifestación plena de aquella fuerza que nos sostiene cohesionados. En el momento preciso en que nos situamos en el límite, asistimos al encuentro con nuestro banco particular de genomas, (2) cada vez que tenemos un pie puesto en cada uno de los lados opuestos de la rueda de la vida. Es que en esa circunstancia es cuando se hace posible reflexionar con mayor lucidez y sintetizar las contradicciones de la realidad. En el límite, es cuando las antenas del conocimiento se orientan de manera particularmente precisa, haciendo comprensible aquello que para otro podría no tener más valor que el de una carta de ruta, de orientación o navegación. Espacio y tiempo se manifestarán como plataforma para el ser aventurero, preocupado, inquisitivo, sea quien fuese, sin importar su apariencia, siempre que pruebe ser capaz de mirar a contraluz y en la penumbra. Fluirá hacia él, entonces, el conocimiento, condescendiendo a su empeño en conocerse y acceder a la realidad plena. El conocimiento dejará de ser, en todo caso, la simple carta a que ordinariamente tenemos acceso, ya no más el indicio refundido en los fondos documentales de algún repositorio biliográfico o la hoja llevada por el viento con incierto destino. El trabajo no será negar lo dado, sino conservarlo, acrecentarlo, e incrementar su poder en lo posible.

Estamos a pocas semanas del mes de “Ayamarqay killa”, aquel en que los rituales antiguos consistían en grandes reuniones que se organizaban en la plaza Awtqaypata de Hanan Qosqo (El Cuzco Alto) en torno a las momias de los gobernantes muertos, que eran sacados en procesión y paseados por los campos, como un modo de asegurar la llegada de las lluvias, conjurar las sequías e incluso fortalecer a los ejércitos cuando eran movilizados en pie de guerra. Los muertos no dejaban de existir y de influir en los acontecimientos de la sociedad viva, por tanto, la vida social de las momias proseguía.


Los runas y sus "machus" (ancestros o abuelos) tenían fechas señaladas para departir y compartir bebidas, comidas y fiestas. Hoy mismo, los andinos solemos visitar las tumbas de los parientes, llevando alimentos y bebidas, acompañando al acontecimiento con la presencia de músicos que ejecutan aires evocadores y de celebración. La noche de “Todos los Santos” anticipa la llegada o visita de los difuntos y, por ello, en todas las casas se hacen preparativos con comida apropiada que se espera compartan las almas, esa noche y el 2 de noviembre o “Día de los Muertos”. Los ancestros por su parte, suelen arribar trayendo las primeras lluvias, el agua que requieren los campos de cultivo. El ciclo de renovación de la naturaleza y la reproducción de todas las especies está cifrado en esta continuidad cíclica con los ancestros que mantienen una cuota considerable de poder o “kamay”.

Nuestros mayores tenían idea de una “sociedad de los muertos” llamada “upaymarka” o “pueblo de las sombras”, no porque ese pueblo estuviese sumido en la obscuridad, sino porque se ubicaba en el inframundo, asociado a la noche, a lo femenino y maternal. En estos tiempos podemos pensar en una dimensión que acoge a las entidades espirituales, una dimensión energética, que se actualiza en los códigos genéticos inscritos en cada nuevo ser que adviene al mundo.

Podemos atribuir o no las lluvias a nuestros ancestros, pero es innegable en el estado actual de nuestros conocimientos que en el nivel celular y el ADN que portamos se hallan trazas de nuestros más remotos antepasados, hay una continuidad vital que habría sido perfectamente entendida por los habitantes de los Andes y que nos pone de cara con nuestros ancestros. Es posible que al nacer obedezcamos al llamado de las ramas que nos instan al movimiento que las raíces requieren para seguir dando frutos de oro y de plata según su género.


Si nuestros ancestros viven en el ukhupacha de cada uno de nosotros, entonces podemos decir también que hay un tiempo que existe en el microcosmos, seguramente con sus propias leyes y que no siendo un saco roto es más bien un pozo de sabiduría. (3)

Referencias
(1) NUÑEZ, Amanda: Los pliegues del tiempo: Kronos, Aión y Kairós. En Paperback | nº 4 2007.
(2) CANN, STONEKING&WILSON: Mitochondrial DNA and human evolution. 1987.
(3) TELLO, Moisés: Acerca del tiempo. En Revista Universitaria Nº 130, Cuzco 1976.




domingo, 12 de octubre de 2014

Un legado inesperado: La divina metamorfosis

Rodolfo Sánchez Garrafa

Los hechos a que voy a referirme en seguida empiezan en Cuzco, y pueden sumarse a ciertos relatos sorprendentes que se nutren de extrañas coincidencias.


Había yo entrado a lo que fuera la habitación privada de mi fallecido padre. A mi lado iba mi madre un tanto compungida por tener que mostrarme un ambiente casi vacío. Ya no estaban los pequeños objetos ni otras curiosidades que en el curso de sus últimos años formaron parte del curioso paisaje que rodeaba sus horas íntimas, de descanso y de sueño. No quedaba nada, si algo persistía era apenas un ligero olor y vaga energía flotante que me resultaba familiar. Paseé la mirada por los desnudos estantes, en lo que sería el preludio del definitivo alejamiento de su cálida y algo huraña presencia. 


—Ya te fuiste padre –pensé– y no pude escuchar tus últimas palabras. Tendrías que haberme dicho algo, estoy seguro que habrías querido tenerme a tu lado.


Estando en estas cavilaciones, me llamó la atención una como pequeña mancha adherida a una de las tablas horizontales, en una esquina poco visible. Al acercarme discerní que podría tratarse de una moneda. La tomé en mis manos, limpié el polvo y comprobé que se trataba de un medallón con inscripciones simbólicas, muy propias de un campo de interés que ocupaba de cuando en cuando la atención de mi padre, un adepto poco regular de estos estudios. 


—Mira mamá, este pedazo metálico me estaba esperando—, le dije a mi progenitora, que no dejó de sorprenderse y que ahora quizá ya haya olvidado el incidente. Guardé el medallón y no pude menos que decir: –Gracias padre. Tú quisiste que este objeto llegara a mis manos. En la pieza se leía claramente: “DIVINA METAMORPHOSIS *NOSTRADAMUS* CAMBIA DESTINO” Frases que acompañaban a unas figuras en alto relieve.


Ya no me importó nada. Fui invadido por una sensación de paz y profundo contento.

Pasó mucho tiempo. Vuelto a Lima retorné a mis actividades, dejando prácticamente relegado de mis pensamientos el asunto del aludido medallón. Hasta que un día encuentro, casi por pura casualidad, un archivo sobre materias alquímicas, en el que para mi sorpresa se hallaba una imagen semejante a la registrada en la pieza acuñada que obraba ahora en mi poder.

No voy a negar que esto estimuló mi natural curiosidad de investigador. Para abreviar diré que mi medallón de Nostradamus se inspiraba visiblemente en una rara pieza de numismática, cuyos pormenores paso a compartir.

En el año 1648, estando el Emperador Fernando III en Praga, centro que acogía a los más destacados alquimistas desde la época de Rodolfo II de Austria, fue testigo de la trasmutación de tres libras de oro de mercurio por un solo grano de polvo de proyección. 

El adepto Labujardière le había dejado “en herencia” a su mejor amigo Johann Conrad Richthausen, una caja conteniendo unos polvos rojos, con los cuales se presentó ante el emperador Fernando III de Bohemia (1608-1657), alegando estar en posesión de la piedra filosofal. El emperador, que era muy versado en filosofía hermética, permitió, bajo ciertas condiciones, realizar el experimento. “El 15 de enero de 1648, se llevó a cabo esta “divina metamorfosis” en el castillo de Praga. El adepto Richthausen, ante la presencia del emperador Fernando III y del alcalde, el Conde Russstatt (Conde de Rutz, director de minas), habría ennoblecido con un grano de polvo de proyección (tintura o polvo rojo) dos libras y media de mercurio que transmutó en oro, con el cual el emperador hizo acuñar algunas monedas de 300 ducados como recuerdo.(1)

En un lado de la moneda figura la representación de un personaje joven desnudo, cuya cabeza es un sol radiante. En la mano derecha sostiene la lira de Apolo, en la izquierda el caduceo de Mercurio. La inscripción en latín dice: “Divina Metamorfosis, realizada en Praga, 15 de enero 1648, en presencia de su Santísima Majestad el Emperador Ferdinand III”. En la cara posterior, en el mismo idioma dice: “Así como pocas personas conocen este arte, es poco frecuente que salga a la luz. Dios sea bendito por toda la eternidad, que de vez en cuando les revela a sus miserables criaturas parte de su inmensa sabiduría”.(2)

El tal Richthausen, operador de esta transmutación, recibió un premio en efectivo y el título de Barón. Con el oro filosofal, el Emperador mandó acuñar una medalla que en 1797 se conservaba aun en la Tesorería de Viena. Richthausen, hombre astuto, le vendió el secreto de pulverización al emperador, haciendo lo propio con varios otros señores, operaciones que le reportaron enormes sumas de dinero.


Fernando III hizo una nueva proyección en Praga, en 1650, y con el oro resultante se fabricó otra medalla que en el siglo XVIII figuraba todavía en la colección del castillo imperial de Ambras, en el Tirol. En virtud de estos hechos, el emperador concedió a Richthausen el título de Barón del Caos, y con tal nombre recorrió toda la Alemania haciendo proyecciones. Su operación más famosa fue la que en 1658 hizo ejecutar el Elector de Maguncia, quien convirtió en oro cuatro onzas de mercurio.(3)


Johann Konrad Richthausen, químico austríaco que un día llegaría a ser Baron de Chaos (Caos), nació a principios del siglo XVII, el 27 de noviembre de 1604 en Viena, y falleció el 25 de julio de 1663 en Schemnitz, hoy Banska Stiavnica. Fue hijo de un comerciante, llegando a ser conocido como un reputado alquimista en lo que hoy es Austria. En 1653 Richthausen fue detenido por presuntas irregularidades financieras, pero tras una pronta rehabilitación fue ennoblecido y se estableció en la calle Pretorio en el distrito 17 de Viena que lleva su nombre, el callejón pin en el distrito 7 de Neubau después de su fundación. En 1659 ya era conde chambelán en la llamada Alta Hungría (hoy Eslovaquia), que por entonces albergaba buen número de pueblos mineros. En su testamento a mediados del siglo XVIII, Richthausen dispuso parte de su patrimonio para destinarlo a la Fundación Chaos que sostuvo una casa orfanato. La tierra fue comprada en la Kärntnerstraße para el edificio principal y otro pedazo en el suburbio de Laimgrube para una casa de verano. 


El emperador Leopoldo I (1640-1705), en presencia de su médico de cámara el Dr. Johann Zwölfer, sacó de una caja que mantenía oculta, una de esas medallas doradas acuñadas con el oro trasmutado por Richthausen, se la mostró y le permitió hacerla acuñar en cobre, de modo que en su “Mantissa Pharmospagyrica” se puede ver una reproducción de ella. En la cara anterior, está el joven desnudo con un sol brillante sobre su cabeza. 

Para concluir vayamos a la iconografía del medallón. El joven desnudo con cabeza radiante representa al dios Apolo, jefe de las Musas y director de su coro, que conforme a la mitología respectiva actuaba como dios patrón de la música y la poesía por lo que la lira pasó a constituir un atributo común de esta divinidad solar en cuyo honor se cantaban himnos llamados peanes. 

En cuanto al caduceo se dice que fue regalado por Apolo a Hermes (Mercurio); la vara mágica de heraldo, poseía inicialmente dos lazos blancos como ornamento, los que posteriormente fueron sustituidos por dos serpientes (símbolo de prudencia y vida), para, finalmente, ser completado con un par de alas mercuriales que expresan la rapidez con que el mensajero de los dioses se podía desplazar de un lugar a otro.

En nuestros días la simbología filosofal, más que referirse a la trasmutación de los metales poco nobles en oro, debe ser entendida como reza en el medallón atribuido a Nostradamus, esto es como un camino para un cambio de destino, es decir para la divina transformación del espíritu, de las intenciones en la actuación humana. Por coincidencia leí hace unos días un manuscrito del renombrado científico norteamericano de origen indú Pradeep B. Deshpande de lo que será su próximo libro: "The Nature of Ultimate Reality and How it can Transform our World: Evidence from Modern Physics; Wisdom of YODA" en el que nos habla de la gran trasformación que podemos esperar en el siglo XXI a partir de un fortalecimiento del nexo humano con la realidad última que es la conciencia cósmica, algo así como una divina metamorphosis a escala planetaria. Entonces, la respuesta está en cada uno de nosotros, en cada ser humano concreto y en lo que cada uno pueda hacer para que este aserto sea comprendido por los demás.



Referencias:

1. JOSEF SVÁTEK: “Kulturhistorische Bilder aus Böhmen – Die Alchemie in Böhmen“ - Año 1879.
2. Ibid.
3. Para más detalles, consúltese: L. Figuier: L’Alchimie et les Alchimistes, 3ra. Edición, pág. 248. (G.T. H.P.B.)




jueves, 9 de octubre de 2014

Con un ojo vigilante

Rodolfo Sánchez Garrafa

Duermes no
Cavilas con un ojo vigilante.
La luna nos prodiga un ambiente
dispuesto para la caza nocturna.

Yo ando perdido a esta hora
debiera estar en mullida paja
en el nido acurrucando mis sueños
entre las plumas de mis hermanos.

Duermes no     Yo tampoco
Tengo mucho que aprender de cuanto
ocurre a otras horas en los mundos
superpuestos que se alternan.

Desde tu atalaya la organización
de las cosas debe ser más visible
por eso requiero acercarme tanto y
tanto a las cosas que tú ves.

Y por eso y porque eres lo más
familiar que se yergue ante mis ojos debo
saber aquello que se te hace evidente
aquello que de veras te interesa.

Yo confieso no tener apego alguno
hacia presas menudas aunque estas
sean  apetecibles pienso en los asesinos
mayores que también deambulan hambrientos.

Ya que estoy fuera de mi medio
expuesto a mansalva me hallo.
Si a ti te basta un mirador en la frente
Yo con dos ojos me veo inerme.

Solo atino a mirarme y lo que miro
no responde a mis preguntas
¿Quién dijo que ser animal es
tan sencillo como caer de un palto?

Por años fue arduo percatarme de
la condición zoológica de mi pico curvo
y para acabar me sigue siendo difícil saber
lo que debo entender por comida natural.

Nada sé sobre lo qué hay más allá del
espacio que mis redondos ojos dominan
ni sobre el punto en que aparecen
los torvos predadores de nuestra especie.

Duermes no  tampoco duermo solo cierro
los ojos y alerta me mantengo como ser
que en vuelo muere sin pesar alguno
como anónimo gladiador de circo.




ZEIN ZORRILLA Y LA POLÉMICA DEL INDIGENISMO Y DEL MESTIZAJE

  Juan Carlos Lázaro “Ni hispano ni indígena, sin embargo, ambos a la vez” (1), es el más reciente título de Zein Zorrilla que forma parte d...