Luis Negrón Alonso
Aurelio: He venido hasta este lugar, el inicio de un
nuevo camino que ha de conducirte a lontananza, a lo desconocido, y estoy convencido
que saldrás bien librado de este trayecto.
Estoy acá, no para ensalzarte ladinamente, expresando
que fuiste un dechado de virtudes, sino para testimoniar que fuiste un hombre
con virtudes y defectos como todos los mortales, y que el juzgamiento de tu
tránsito por esta vida será muy personal, atendiendo a lo que procese cada
quien en su cerebro y corazón.
De lo que puedo dar fe es que viviste intensamente, y
lo hiciste en el momento, sin considerar el cálculo del futuro, angustia
característica de aquellos hombres conscientes de su paso efímero y fugaz por
esta existencia. La recompensa de una conducta como la tuya suele ser harto
pródiga en amigos, amores imaginarios y furtivos, momentos de algazara y
éxtasis, así como copas dulces y mayoritariamente amargas, que tú supiste
escanciar sin demora ni preocupación, sólo pensando en vivir el presente a
plenitud, compartiendo alegría y con el deseo de que el evento se repita con
frecuencia, como así era. Vivir intensamente, sin reservas, sin pensar en la
gloria y acompañado de amigos y contertulios, fue una manera grata de vivir.
Aurelio, ahora que conversamos juntos por última vez en esta tierra hermosa, quiero recordarte la Oda al Vino que escribió en el siglo XI el árabe Omar khayyam, y que dice:
¿Por qué vendes tu vino, mercader? -- ¿Qué
pueden darte a cambio de tu vino? ¿Dinero...? ¿Y qué puede darte el dinero? ¿Poder...?
¿Pues no eres el dueño del mundo cuando tienes en tus manos una copa?
¿Riqueza...? ¿Hay alguien más rico que tú, que en tu copa tienes oro, rubíes,
perlas y sueños...? ¿Amor...? ¿No sientes arder la sangre en tus venas cuando
la copa besa tus labios? - ¿No son los besos del vino tan dulces como los más
ardorosos de la hurí? Pues si todo lo tienes en el vino, dime mercader, ¿por
qué lo vendes?
Poeta; porque haciendo llegar a todos mi
vino, doy poder, riqueza, sueños, amor...; porque cuando estrechas en tus
brazos a la amada me recuerdas; porque cuando quieres desear felicidad al
amigo, levantas tu copa; porque Dios cuando bendijo el agua la transformó en
vino, y porque cuando bendijo el vino se transformó en sangre... Si te ofrezco
mi vino..., poeta, ¡no me llames mercader!
Aurelio, no fuiste el poeta, ni el mercader, aunque estuviste
más próximo a este último, porque utilizaste su mercancía justamente para
construir un edificio sólido de amistades y vivir seguro en esa fortaleza,
después de haber prodigado atención a tu familia.
Es hora de despedirnos y no creo que pueda ser de otro
modo, sino derramando en los rostros y ojos anegados por la tristeza, a guisa
de brindis póstumo, estos versos que antaño repetían los transportistas del huarisnoque y los campesinos que labran
la tierra y de quienes amamantaste mucha sabiduría:
Apu yaya yawraq unu
Kañamamaq churin
Urqun q’asanta wasapasmusqanki
Kunkaykipas ch’awar washkhawan watasqa
Hanpuy mamallay sunquyman
Tukuy llakiyniyta thasnuykuy
Adiós, Aurelio. Tupananchiskama.
Cuzco, 18 de mayo del 2013
Luis
Negrón Alonso: Antropólogo, escritor satírico conocido como “Sikuta”, gran
amigo y hermano. In Memoriam por Aurelio Carmona Cruz (+).
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