domingo, 5 de junio de 2011

Una aproximación a la medicina tradicional andina

Voy a exponer algunas consideraciones antropológicas sobre la relación entre medicina tradicional y medicina científica, y proponer una caracterización de la medicina tradicional andina en este marco de entendimiento general.

Medicina tradicional - medicina científica: entre la contradicción y el encuentro
El estudio de los conocimientos y prácticas comprendidas bajo la denominación genérica de medicina tradicional de los pueblos indígenas, es una materia familiar de la antropología, constituyendo un campo de interés científico que se ha proyectado de manera natural al campo de las investigaciones etnohistóricas y de la etnomedicina.

Históricamente, la relación entre medicina tradicional y medicina científica ha estado teñida por manifestaciones de intolerancia cultural y satanización de las prácticas indígenas. El encuentro y el diálogo entre las dos perspectivas es relativamente reciente, y son aún incipientes las estrategias de atención que toman en cuenta y aprovechan las capacidades culturales que supone la medicina tradicional. En los países de la región andina, como es el caso del Perú, los sistemas médicos son estructuras pluralistas en las que coexisten distintas prácticas y tradiciones médicas. La medicina científica se conjuga con la medicina tradicional y da lugar a diversos intercambios. El fenómeno actual es de impregnación bidireccional  entre el modelo médico profesional y los modelos llamados popular y folk.

Principales características de la medicina tradicional andina
Situados en el universo del pensamiento andino, podemos identificar algunas características relevantes de la medicina tradicional practicada en este ámbito:
  • La primera es su reproducción preferente por tradición oral. La fidelidad a los conocimientos y prácticas ancestrales no significa, empero, una inmovilidad del saber sino un cierto modo de transmisión, no intermediado por la institución escolar o médica, ni por el control de las instituciones de la sociedad envolvente. El saber curativo se transmite de generación en generación por vía esencialmente oral y se enriquece mediante la práctica social.
  • Una segunda característica es el contacto y la proximidad física entre el especialista y el usuario. La tradición terapéutica de la cultura andina otorga una importancia capital al cuerpo, a lo que es visto, escuchado, sentido, palpado y tocado. En cambio, la medicina científica hace intervenir la mediación instrumental y la distancia social y, en el caso del psicoanálisis, se privilegia el discurso. Los recursos instrumentales de la medicina tradicional suelen mantener la vocación por el contacto físico, como ocurre, por ejemplo, en la “limpia” o soqma con cuy, procedimiento utilizado para diagnosticar enfermedades.
  • Otra característica concierne al estrecho vínculo entre magia y remedio. La magia implica confianza en un cierto orden de la naturaleza y en un cierto número de procedimientos susceptibles de actuar sobre esta última, manipulando fuerzas mediante un conocimiento y poder obtenido por iniciación. El especialista tradicional de la salud, es un “escogido”, una persona que puede llegar a ser vehículo de realizaciones trascendentes, y que puede alcanzar conocimientos especiales, descubrir cosas ocultas, hacer realidad la utopía. La iluminación por acción del rayo, la revelación a través del sueño o del trance procurado por ingestión de brebajes alucinógenos, el hallazgo de elementos simbólicos de poder (illas), son distintas formas de acceder a la función de sacerdote y/o curandero. El “daño”, es una enfermedad que se cree deriva de un hechizo que puede ser efectuado por motivos de venganza o envidia.
  • Luego tenemos el uso potenciado de los recursos del entorno, aunque los remedios se manifiesten con sencillez en su preparación, los actos curativos están rodeados siempre por un halo ceremonial más o menos complejo. En asociación con la actividad mágica, los curanderos tradicionales usan recetas (a base de recursos vegetales, animales y minerales) cuya acción se inscribe en el marco de la experiencia, del conocimiento empírico, y que se atribuye a un don de la divinidad o un poder de la naturaleza misma, manifestación evidente de su carácter sagrado. Los indígenas del Perú usaban, por ejemplo, el wakatay y la chinapaya en las heridas infectadas; para las ulceraciones y heridas difíciles de curar utilizaban la granadilla; el uso medicinal de la coca en el antiguo Perú y en los pueblos andinos de hoy es, probablemente, uno de los mejor documentados. Los Maych’as, Hampeq  y Yachaq, son especialistas tradicionales cuyo ejercicio trasluce esta característica de modo relevante.
  • Otra característica de la medicina tradicional andina es la relación de sistema entre enfermedad, procedimientos curativos y visión del mundo. Aunque la biomedicina es escéptica respecto a esta relación, encontramos conceptos modernos más preñados de sentido social, como el de la OMS "la salud es un estado de completo bienestar físico, moral y social". Está claro que la noción amplia de bienestar tiene mayor empatía con el sentido andino de la enfermedad, interesado en resolver el conflicto del hombre con su entorno social, natural y sobrenatural. En el sistema mágico-religioso andino, la concepción de la enfermedad está íntimamente relacionada con el sentimiento de culpa por la transgresión de una norma social y culturalmente establecida.




Algunas de las situaciones en las que se revela la utilidad específica de la medicina tradicional andina son:
  • Frente a enfermedades no reconocidas por la medicina científica, y a las cuales la medicina tradicional considera como de causalidad natural.
  • Frente a enfermedades no reconocidas por la medicina científica, y a las cuales la medicina tradicional considera como de causalidad sobrenatural.
  • Cuando se confronta enfermedades reconocidas por la medicina científica, pero no se dispone de servicio médico. 
  • Cuando se confronta enfermedades reconocidas por la medicina científica, pero ocurre que los enfermos prefieren al curandero u otro sanador, pues desconfían de los servicios médicos disponibles.
En estos tiempos, la modernidad permite que el hombre andino enfoque la enfermedad desde el punto de vista médico, pero esto no impide que siga manteniendo, al mismo tiempo, su punto de vista religioso y mágico, por eso el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades que no encuentran solución práctica por la ciencia médica se revisten de prácticas rituales. Las explicaciones que se dan sobre enfermedad y curación, en la visión del hombre andino, expresan: a) El reconocimiento del principio de armonía, esto es de equilibrio entre hombre, naturaleza, grupo social y mundo sobrenatural, b) El principio de que la transgresión de lo sagrado exige una reparación, una restauración del equilibrio, c) El valor mágico atribuido a la sangre,  coherente con el importante papel que desempeña en el organismo, como un componente preponderante que condensa la fuerza vital, d) La posibilidad de que el hombre enferme por actos de brujería , debido a la envidia o al deseo de venganza de un enemigo, y, e) El hecho de que los rituales y la convicción sobre la eficacia de la magia son capaces de proporcionar la seguridad que el hombre necesita para superar el trance de la enfermedad.

La nosología cultural andina hace referencia a entidades que forman parte de su visión cosmogónica, como en los casos del wayrasqa (el afectado por el viento), el mancharisqa (afectado por el susto), qapisqa (agarrado por una momia de los “gentiles”), hapisqa o urmasqa (agarrado por la tierra o afectado por una caída), wakaq hapisqan (capturado por un lugar sagrado), k’uychisqa (el afectado por el arco iris en la región de Cusco) o el agarrado por el yuraq turmanyay (el arco iris blanco) en el callejón de Huaylas.

Estudios etnomédicos destacan la importancia de las enfermedades del “ánimo” dentro de la cosmovisión andina, que las presenta sensiblemente articuladas con situaciones de ansiedad, stress, pena y angustia, cuyo origen puede rastrearse en factores culturalmente determinados. Muchas enfermedades tienen que ver con la pérdida o extravío del “ánimo” (espíritu, alma), aliento (samay)  o la pérdida de la potencia vital (kallpa). En la medicina andina, la explicación de los síndromes del aqoyllaki (pena profunda), yuyaychinkay (pérdida de la razón, la memoria o la capacidad de orientación), es tan importante como la identificación de los recursos para aliviar la angustia.


Curación del susto. (W. Pariona)
El “susto” o mancharisqa, enfermedad popular, extendida en el Perú y América Latina, incluye muchos casos de profunda alteración del metabolismo o desórdenes nerviosos, originados en una violenta impresión de miedo. Muchos creen que el susto tiene origen sobrenatural, y se produce cuando el alma de una persona se separa mágicamente del cuerpo.

Estas reflexiones apuntan a insistir en la necesidad de rescatar los conocimientos y prácticas de la medicina tradicional e incorporarlos en la reformulación de políticas de salud y en el diseño de nuevos modelos de atención.

La coexistencia del sistema médico científico y el tradicional vigente en amplios sectores del mundo andino, constituye un tipo de adaptación a las limitaciones que todavía plantea la medicina formal, en términos de eficacia y eficiencia. Las universidades y los Institutos de Investigación Médica tienen una tarea ineludible en la investigación y enseñanza de las manifestaciones curativas tradicionales. En este sentido, satisface que actualmente exista en el seno del Colegio Médico del Perú un Comité Nacional Permanente de Medicina Tradicional, Alternativa y Complementaria dirigida por la Dra. Martha Villar López y, en particular, un Sub-Comité de Medicina Tradicional que preside el Dr. Hugo Rengifo Cuéllar, equipos de trabajo felizmente empeñados en dar respuesta a la demanda que se explicita en esta comunicación. 

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