Rodolfo Sánchez
Garrafa
El Ayllu en la
modernidad,
es el título de la más reciente entrega bibliográfica que nos hace Julio
Gilberto Muñiz Caparó.1 Frente a un Estado miope que se limita a administrar la
pobreza y la pobreza extrema, mediante programas básicamente asistencialistas,
Muñiz Caparó propone constituir un “Gobierno Comunitario” que cuente con la
suficiente autonomía como para constituir a las comunidades andino-amazónicas
en células madre embrionarias capaces de gestionar la incorporación del
espíritu corporativo y solidario del “ayllu” a la modernidad, a fin de
proporcionar igualdad de oportunidades a todos los habitantes de la nación, en
el seno de una democracia comunitaria donde coexistan ensambladas las diversas
culturas de nuestro país.
Voy
a hilar mi comentario a partir de tres ideas centrales que me obligan a dejar
aspectos interesantes del libro, que sin embargo tendrían que entenderse a
cabalidad luego de algunos deslindes que considero básicos. En un cuarto punto, agregaré reflexiones sobre algunos requerimientos de operacionalización que, a mi juicio, pesan sobre la propuesta examinada:
1. Una propuesta que
deriva de un análisis político
A
mi juicio, la propuesta de Gilberto Muñiz debe examinarse y entenderse como
plasmada en el marco de un análisis político. Su propuesta aborda expresiones
del poder político nacional, sujeto a tensiones, contradicciones y cambios en
cuanto a las concepciones del desarrollo que se manejan, implementan e
instrumentalizan. En la base se encuentran convicciones como: i) Hay
indiferencia frente a la pobreza (p. 5), ii) Hay improvisación y ausencia de
programas planificados y concertados para tomar rumbo hacia un desarrollo
sostenible y solidario que conjure las actuales desigualdades (p. 6, 7), iii)
Millones de peruanos que conforman la base de la pirámide socioeconómica,
constituyen un mercado potencial que hay que alentar para seguir creciendo, iv)
A través de un pacto nacional se debe poner en marcha un Proyecto Nacional
Concertado dentro de una democracia plural e intercultural (p. 9), y, v) El
ayllu es la médula social de la cultura ancestral andina, robusta y vigente, una
organización donde impera la reciprocidad, la solidaridad, la cooperación y el
respeto por la naturaleza (p.13). A estos cinco asertos Gilberto Muñiz les suma
dos verificaciones de hecho: 1) Ningún partido o movimiento muestra ganas de
presentar un plan de desarrollo sostenido, inclusivo y racional que instituya
el diálogo y la concertación (p.17), y 2) La cultura comunitaria en el mundo
andino tiene una tradición ancestral que en la actualidad podría enriquecer los
progresos de la modernidad (p.31, 41, 50-53 y 119-21).
2. La gran tarea de la concertación nacional
Tratándose
de una propuesta con ingredientes básicamente políticos sobre cómo provocar y
conducir el cambio, no sorprende que implique como condición el logro de una
convergencia en las percepciones y decisiones de los actores políticos. Según
el autor es mediante una concertación nacional que podría establecerse una
correlación de fuerzas dispuesta a converger y alinearse a partir de sentidos
compartidos sobre el futuro nacional. El planteamiento elaborado al efecto,
aterriza en la formulación de políticas públicas de orden constitucional,
financiero, presupuestal, laboral (pp. 37-43, 124), que conllevan una real
reestructuración del Estado y el perfeccionamiento de la descentralización
política, fiscal y administrativa.
Acierta,
sin duda, nuestro autor en su análisis de las experiencias de diálogo nacional y
en la necesidad de impulsarlas para conjurar el visible resquebrajamiento de la
gobernabilidad en nuestro país.
3. Peruanizar la
modernidad
El
modelo comunitario, de hondas raíces andinas, pensado por Gilberto Muñiz,
considera un necesario acoplamiento con las fortalezas de la globalización, en
términos de asimilación racional de componentes de orden científico,
tecnológico e informacional (pp. 126-30). Con este propósito, se señala cinco
estrategias a incorporar en un pacto social: i) Revolución educativa para
alcanzar la revolución económica del conocimiento, ii) Reparto equitativo de
recursos a todos los sectores ciudadanos, iii) Predominante atención al medio
ambiente y la biodiversidad, iv) Consolidación de una democracia comunitaria
con respeto a las identidades culturales, y, v) Reforma radical del Estado con
equilibrio de poderes.
Las
estrategias enunciadas imbrican una peruanización de la modernidad con el
largamente acariciado anhelo de peruanizar al Perú, esto es de hacer que el
Perú encare su realidad, su historia y defina sus propósitos de futuro.
Identidad con desarrollo y participación protagónica en la modernidad, podría
resumir este planteamiento. Sectores lúcidos de la intelectualidad andina han
manifestado precisamente que los quechuas y aymaras de los Andes no son pueblos
cerrados en la resistencia a la modernidad ni mucho menos a la ciencia, la
tecnología y la información. En el curso de su larga y profunda historia, los
andinos se han identificado con la convivencia, el intercambio, la reciprocidad
y el buen vivir (AQ Nº 17).
4. Algunos requerimientos de operacionalización
La
sana y, sin duda alguna, absolutamente bien intencionada propuesta de Gilberto
Muñiz requerirá, sin embargo, de un conjunto de esclarecimientos, afinamientos,
precisiones en una no poco ardua tarea de operacionalización. Esto es natural y
previsible cuando se trata de llevar a la práctica postulaciones de orden
político social general. Señalaré algunos requerimientos a guisa de
contribuciones, en el entendido que pueden haber muchos otros a tener en
cuenta.
4.1 La caracterización
del ayllu contemporáneo.- Como sabemos, el ayllu fue una forma comunitaria
de organización social andina prehispánica, constituida por una agrupación de
familias cuyos integrantes se consideraban descendientes de un antepasado común
remoto. En el ayllu se aglutinaban familias nucleares simples y familias
nucleares compuestas, por lo que en sentido estricto era una familia extensa, denominada
también familia de familias. Los miembros del ayllu, vinculados por relaciones
de parentesco, cooperación y reciprocidad, poseían tierras en común y
reconocían la autoridad de un jefe o kuraka.
Aunque el ayllu
alcanzó un alto nivel de eficiencia organizacional y productiva, en particular
durante la vigencia del Estado inka, debe tenerse en cuenta que luego de cinco
siglos transcurridos desde la invasión europea, su estructura y funcionalidad
se ha visto afectada en muchas formas y ha experimentado cambios según los
contextos históricos y socioeconómicos que se han sucedido desde el siglo XVI
en adelante. La utopía de permanencia inalterada de las llamadas comunidades indígenas
no ha dejado de causar graves daños que han afectado al conocimiento de nuestra
historia nacional, de la situación de las comunidades campesinas actuales, así
como de sus posibilidades y expectativas de desarrollo.
Las llamadas
comunidades indígenas contemporáneas se corresponden con realidades
heterogéneas, tanto en términos de su composición social y estructura
económica, como de sus contradicciones internas, sus relaciones externas y
tendencias económicas y sociales. La diferenciación campesina es una realidad
inobjetable.
4.2 La
corrupción extendida en los niveles de gobierno descentralizado.- El 2013 la
Contraloría General de la República estimó que la Corrupción en el Perú genera
pérdidas por US$3.570 millones al año, afectando directamente a 9,6 millones de
peruanos que viven en la pobreza, de los cuales casi 2 millones son
considerados en extrema pobreza.
Buen
número de presidentes regionales, ahora gobernadores, han sido investigados en
los últimos años por corrupción, encontrándoseles responsabilidad. La
corrupción a gran escala también se ha instalado en municipios provinciales y
distritales, siendo igualmente investigados. Aún así, más del 50% de los sujetos
a investigación resultaban postulando a su reelección. Dada la necesidad de que
el Estado sea más incisivo en el control y fiscalización del uso de recursos
públicos se ha recomendado aplicar una urgente reingeniería del sistema de
fiscalización de la administración de recursos por los gobiernos regionales y
municipales de todo el país. Este aspecto que, dicho sea de paso, no ha sido
eludido por el autor del libro que comentamos (pp. 165-66), requerirá
seguramente de un amplio debate, a fin de establecer la operacionalización de
un eventual organismo rector y sancionador para el desarrollo descentralizado
(p.44).
4.3 Un
nuevo diseño constitucional del Estado.- Reestructuraciones radicales de la
organización del Estado remiten, necesariamente a un rediseño constitucional. El
consenso, para la teoría constitucional, es fundamental en la elaboración de
toda carta política. Una dinámica de aproximaciones sucesivas, sirve para unificar
lo diverso y da contenido homogeneizador a la Constitución. En el Perú, la
regla del consenso funciono con la carta de 1979. Pese a que ninguno de los partidos
o movimientos representados en la Asamblea Constituyente alcanzaba mayoría, hubo
niveles de acuerdo indispensables que le dieron coherencia a la Carta Magna
resultante.
En
cambio, los ejes del modelo de la carta de 1993 son el liberalismo a ultranza
en lo económico y el autoritarismo presidencial en lo político. Su fuente de inspiración
ideológica proviene del neoliberalismo. Ya sabemos que entre las consecuencias mayores
de las reformas neoliberales están: la profundización de la diferencias
sociales, la exclusión, marginación, precarización del empleo, vulneración
sistemática de los derechos fundamentales de las personas, legitimación del
poder dictatorial de quien ejerce la Presidencia de la República, desequilibrio
y subordinación de poderes respecto al ejecutivo, privatización de los
servicios públicos y transnacionalización de la economía.
Si
bien es cierto, que la propuesta de sociedad comunitaria, que formula Gilberto
Muñiz, pugna por una democracia comunitaria que dote al ayllu de un rol
decisivo en la modernidad, también es cierto que lo hace alentando su accionar
dentro de una economía de libre mercado (p.11), alimentando el mestizaje
social, cultural y económico (p.15) muy a tono con los planteamientos
doctrinarios del partido que fundara el arquitecto Fernando Belaunde Terry.
Pero es claro que una sociedad comunitaria desde el mestizaje, viene a ser un
planteamiento de renuncia a la unidad en la diversidad y ese es un punto
seguramente discutible que ha de preocupar a las etnias nacionales.
Está
vigente el ejemplo boliviano que viene sorteando la turbulencia económica
mundial con alguna soltura, gracias a las previsiones adoptadas para estimular
el mercado interno y no depender exclusivamente del externo. Entre otros
aciertos se halla la decisión de afianzar la función planificadora del Estado,
su capacidad de invertir en el sector productivo y de redistribuir el
excedente, orientándolo hacia los sectores que habían sido tradicionalmente
postergados.
Ahora
que nos hallamos a puertas de inaugurar un período de gobierno de derecha,
pareciera que planteamientos progresistas como el presente tuvieran mar
turbulento, pero no habría que descartar que por una vez en la vida la derecha
apelara a toda su inteligencia para convertir el nuestro en un país
industrializado optando por identificar rumbos comunitarios que nos den la
oportunidad de cohesionar a la sociedad en su conjunto.
No he podido
evitar ser extenso en mi comentario, por lo que me disculpo, pero un libro de
la riqueza de ideas como lo es “El ayllu en la modernidad” así lo demandaba. Concluyo haciendo una invitación a viva voz: Todos a leer el libro de Gilberto Muñiz Caparó.
*El ayllu en la modernidad. Libro de Julio Gilberto Muñiz Caparó. Inversiones
VLA&CAR SRL, Lima 2015. Rodolfo Sánchez Garrafa leyó este comentario la noche del 13.02.2016 en el local de la Asociación Provincial Canchis de Lima.
[1] Julio Gilberto Muñiz Caparó, periodista y radiodifusor, fue alcalde del Cuzco, diputado nacional, Secretario General de la Presidencia de la República en el gobierno del Presidente Valentín Paniagua.
[1] Julio Gilberto Muñiz Caparó, periodista y radiodifusor, fue alcalde del Cuzco, diputado nacional, Secretario General de la Presidencia de la República en el gobierno del Presidente Valentín Paniagua.
Lima, febrero de
2016.
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