Rodolfo Sánchez Garrafa*
La Universidad Nacional del Altiplano-UNA acaba de publica una versión facsimilar del libro «La alienación mental entre los primitivos peruanos» escrito por Hermilio Valdizán en 1915, a partir de los manuscritos existentes en la Biblioteca Central de la UNMSM y en el Instituto Riva Aguero de la PUCP. Este es el breve texto que escribí como prólogo a la nueva edición de este tesoro bibliográfico.
Hermilio
Valdizán Medrano (1885-1929), notable médico peruano, fue un adelantado en
materia de psiquiatría y neurología en nuestro medio nacional, pero es seguro
que una de las razones fundamentales que lo erigen como una figura histórica es
su vocación andinista, su convencimiento respecto a la significación de las
elevadas manifestaciones de las culturas originarias de los Andes, así como su
sistemático esfuerzo por valorar el nivel de conocimiento y desarrollo
tecnológico que alcanzaron los pueblos autóctonos en estrecha relación con el
espacio vital andino.
Vuelto
de Europa, donde permaneció realizando estudios académicos entre 1911 y 1914,
Valdizán sustentó en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos la tesis
denominada "La alienación mental
entre los primitivos peruanos" que le sirvió para alcanzar su
doctorado en medicina (1915); para entonces, Valdizán ya era un profesional con
amplia y actualizada información sobre enfermedades mentales y neurológicas, erudición
adquirida en el proceso de su especialización en psiquiatría.
La
publicación facsimilar de la importante tesis de Valdizán constituye con
certeza un acontecimiento en materia de historia de la medicina peruana, pero
también debe apreciarse como una contribución relevante en el campo de las
fuentes etnohistóricas y de las ciencias sociales relativas al mundo andino y a
la cultura peruana en general.
Es
clara la posición que nuestro autor asume respecto a la manida afirmación de
una carencia de términos que pudieran evidenciar el desarrollo del pensamiento
abstracto entre la población del Tawantinsuyo. Si bien sólo se limita a
examinar el caso del idioma quechua, destaca la existencia de conceptos
metafísicos y morales entre los pobladores de los Andes y es prolija su
exploración de términos relativos al área afectiva, los estados emocionales y de
ánimo de la persona, apelando para ello, obviamente, al marco científico de
referencia disponible en las primeras décadas del siglo pasado para los
estudios de psiquiatría. Discute, con evidente acierto el fuerte prejuicio que
pesaba por entonces sobre las lenguas amerindias a las que se veía afectadas de
atraso, escasez de palabras radicales y falta de términos abstractos. Para
fundamentar su punto de vista, apela a registros de cronistas como José de
Acosta, Juan de Betanzos, Antonio de la Calancha, Pedro Cieza de León, Bernabé
Cobo, Inca Garcilaso de la Vega, Reginaldo Lizárraga, Francisco López de
Gomara, Juan Polo de Ondegardo, Juan Santa Cruz Pachacuti, Pedro Sarmiento de
Gamboa y Agustín de Zárate; revisa la obra lexicográfica de Diego Gonzalez de
Holguín y de los Religiosos Franciscanos Misioneros; y, recoge referencias
pertinentes consignadas por viajeros europeos del siglo XIX. Por si fuera poco,
considera información vocabular de variantes dialectales del quechua hablado en
Cuzco, Ayacucho, Junín y Ancash, lo que dice bastante de su agudeza y
conocimiento situacional de la llamada lengua general de todo el Perú.
Si
bien Valdizán pudo no ser hablante del quechua, supo suplir tal limitación
recurriendo a quechuistas de la época, aunque se echa de menos el que no haya
dejado evidencia del concurso de hablantes nativos que fuesen especialistas
médicos tradicionales como mesayoq, yachaq, paqo, maych’a, hampipakuq, entre otros, que seguramente
habrían ampliado su horizonte, aunque para su época podría decirse que no se
había avizorado aún el valor de los trabajos científicos de campo ni se poseía
el bagaje metodológico necesario para llevarlos adelante. Quizá la traducción
al quechua de instrumentos como el SCAN 2.1 (Schedules for Clinical Assessment
in Neuropsychiatry) esté marcando hoy una nueva época en este sentido. Quien quiera
que se forme para aplicar psiquiatría en el mundo andino está obligado a
repasar las páginas iluminadas que nos dejara Hermilio Valdizán aunque, de
hecho, los criterios para analizar, medir y clasificar la psicopatología y la
conducta asociada a las principales alteraciones psiquiátricas de la edad
adulta han cambiado bastante y se perfeccionan rápidamente.
Contemporáneamente,
desde los trabajos de Jorge A. Lira en adelante, se dispone de vocabularios que
confirman la inexactitud de la supuesta pobreza de radicales en el quechua, que
siendo un idioma aglutinante ofrece infinitas posibilidades mediante la
aplicación de sufijos que generan terminología sumamente fina para una
observación diagnóstica de carácter médico, incluso la más sofisticada.
En
las páginas que siguen el lector hallará un abordaje introductorio de valor
permanente para el conocimiento de los trastornos mentales que identificaron
los antiguos pobladores de los Andes y la etiología que les atribuyeron, de la
representación de casos de esta naturaleza en el arte y las prácticas sociales
diversas, las formas de alienación mental y de tratamiento que se desprenden de
registros efectuados a partir del Siglo XVI, las perversiones sexuales, la
hechicería y el consumo de estupefacientes y afrodisiacos, aspectos que en
conjunto proporcionan un cuadro sobre la visión hoy histórica de la psiquiatría
seminal en contextos de multiculturalidad. Ciertamente, hay mucho que agradecer
al esfuerzo hecho por Hermilio Valdizán, siendo que todavía están por hacerse
estudios de etnopsiquiatría en profundidad en el ánimo de proseguir la tarea
que este maestro iniciara hace exactamente un siglo.
*RODOLFO SÁNCHEZ
GARRAFA.- Antropólogo por la Universidad
Nacional San Antonio Abad del Cuzco, Magíster en Antropología por la Pontificia
Universidad Católica del Perú, Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos. Ejerce docencia en la Unidad de Postgrado de la
Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
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