domingo, 15 de mayo de 2016

“Reverberaciones” de Rodolfo Dondero Rodo

Rodolfo Sánchez Garrafa

En términos biológicos Rodolfo Dondero Rodo* no es un poeta joven, como tampoco lo es quien en este momento comenta el libro “Reverberaciones”. Hago este hincapié, por lo significativo que es emprender la aventura de publicar cuando son quizá muchos los que menos lo esperan, salvo aquellas personas cercanas que no pueden dejar de haber apreciado las dotes literarias del autor y leído alguna vez con placer sus escritos. Obviamente, nadie escribe de la noche a la mañana, el hacerlo no solo revela salud mental, sino espíritu jovial e inteligencia emocional que van a la par con un desarrollo afectivo e intelectual constante. Conozco relativamente hace poco tiempo a mi tocayo Rodolfo, aunque he sido amigo de la juventud con su hermano menor Manuel; pero el lapso de cercano trato que he tenido con el poeta ha sido suficiente para apreciar sus dotes de hombre con un fino sentido del humor, que gusta mantenerse al día con el acontecer regional-nacional del país y del mundo, que posee los atributos de caballerosidad, solidaridad, sobrado amor por su familia, convicciones políticas firmes y un agudo sentido crítico.

Sus escritos revelan, además, un amplio universo lexicográfico, así como una familiaridad con lo que podríamos llamar los misterios del cosmos y de la vida. De ahí que muchas de sus afirmaciones no sean meras figuraciones o aplicaciones retóricas sino la simple y llama expresión de profundos saberes, en los que la erudición no es ciertamente extraña. Cierro con una cita: Es una campana colgada en triste campanario/. ¡Qué golpe tan artero que el metal recibe!/ Para adaptar un mensaje indefinido/ Que por sus frecuencias es oído/ En las alturas de lo incógnito.

Pero dejemos de hablar del autor y vayamos a este su primer hijo literario.

Un conjunto caleidoscópico de poemas

Rodolfo Dondero Rodo nos entrega en “Reverberaciones” un conjunto caleidoscópico de poemas escritos con cierta dosis de clasicismo señorial, en los que se aborda la ciclicidad de la vida, el destino, el ser, el tiempo, el amor y la religiosidad con profunda convicción respecto a lo que el hombre puede proponerse y realizar. 

Reverberaciones es, por cierto, un título nada antojadizo, más bien muy estudiado a mi juicio, pues la reverberación es un fenómeno caracterizado por la reflexión o sutil permanencia del sonido, una vez que la fuente original ha dejado de emitirlo. Me parece que el poeta, en este caso, aspira a que la lectura de sus versos nos llegue a través de su entrega pero, al mismo tiempo, mediante su reflejo en el entorno o, lo que es lo mismo, mediante una reflexión o persistencia en la que nuestras propias mentes contribuyen construyendo modificaciones o variaciones de sentido. En este entender, es posible que para el propio poeta estos poemas no sean emisiones originales, sino reverberaciones capturadas y vueltas a emitir para volver a reverberar por qué no al infinito. Parece oportuno recoger estos versos del poeta: El recinto del alma que sintetiza la condición humana/ es un lugar sagrado donde mora lo divino que diferencia/ individualiza, caracteriza, expresa, define, acepta, rechaza. Y estos otros que dicen: Saldré muy temprano hacia el Reino/ Aquel donde habitan los amigos inmortales. 


La fiesta de la palabra


En palabras del propio Rodolfo Dondero, con este libro acepta el desafío de participar con entusiasmo en una gran fiesta de la palabra, en un gran auditorio que ha de ofrecerse como el escenario apropiado para reeditar las reverberaciones de imágenes, ideas, sueños, sentimientos e, incluso, simples ocurrencias, es decir productos circunstanciales, respuestas rápidas a los estímulos de la vida diaria. 

Este comentario y cualquier otro que pueda articularse debieran considerarse entonces como parte del campo reverberante ocasionado por la poética de Rodolfo Dondero. Anticipo que el tiempo de la acústica va a ser prolongada, pues la fiesta recién empieza y apenas calentamos el ambiente para escuchar la voz del cantautor. Por otro lado, el cariño de este auditorio, la expectativa con que cada quien concurrimos en la mejor disposición de ánimo, le da un color inusitado a esta reverberación que ya celebramos por anticipado. 

La estética de la afectividad

Las reverberaciones de estos escritos revelan una estética colmada de afectividad que conjura a la vez lo vivido y lo cotidiano, el recuerdo y el espacio habitual visto con realismo, sin ceder terreno a la pura nostalgia ni claudicar a la hora de poner en la balanza la conducta real de los hombres, en particular de quienes ejercen poder en la sociedad; de ahí que en los cantos de Dondero Rodo la belleza ande siempre al par de una ética terrenal, una ética en el ahora, antes que en un ulterior juicio de la conciencia traducida en arrepentimiento o en una composición divina. El poeta es capaz de cantar: La blanca paz que envuelve a la ternura/ Formando mantos de flores y donosura/ que endulzan sin recato…, para pasar a decirnos también: Viva el “orden”, no hay derecho humano/ ¡Una nueva tecnología, se aplica señor…!/ Estamos en manos de la tecnología del horror. 

Por lo dicho, con Reverberaciones estamos dentro una estética vital, dialéctica. Las vivencias de ayer, las más pueriles y adolescentes son sucesos que proporcionan experiencia para el acontecer diario actual. Las huellas, los ecos, las resonancias de tiempos pasados, se experimentan como espacios provocadores para la acción en un nuevo estado de conciencia. 

El eros que alimenta la vida

El ser humano es abordado por el poeta en sus profundos impulsos, en el entendido que el eros alimenta la vida, la convivencia y el asombro ante la naturaleza. Primero la seducción: Convencido por los alegres carnavales/ Al descubrir tus ojos, quedeme ciego. El sex appeal: No se puede hacer síntesis ante el portento/ Que se impone al verla por la acera caminar/ Tiene gracia que sin estar atento, destaca/ Transformando el pulso y el palpitar acelera. La entrega mutua: Cesan las dudas digitales que interpretan sinfonías/ Son los ojos, que tornan complacientes la emoción/ Comenzando un ballet, con movimientos afinados/ Donde se produce en armonía la final penetración. El clímax: En el temblor que despereza la libido/ Las concesiones mutuas se multiplican/ En el encuentro inevitable y esperado/ Cubierto por nubes que declaran el deseo/ Contenido, en la consumación del amor/ Con el que se llega entrelazado al orgasmo. La prolongación sublimada: El dulce de moras saborean alegres los niños/ La copa llena de vino tinto saborean los viejos/ Brindis con guiños cómplices de las estrellas/ Hablando de amores que se hicieron inmortales. La pasión y el juego sexual desinhibido y pleno, configuran versos ardorosos, aunque no dejan de ser dominantes los tratamientos tiernos, apacibles, culminados, del amor maduro y sereno. 

El paisaje del lar y lo cotidiano


Finalmente, en mi comentario, no en el poemario, que guarda muchas más facetas de inspirado discurso, es destacable el paisaje del lar, lo son también la vida cotidiana, las voces familiares y el calor del hogar que transmiten su más humana sensibilidad. En efecto, Rodolfo Dondero no deja de apuntar a lo trivial, al acontecer de la vida diaria que recubre con toques de romanticismo, a veces de ironía que hace presa en la paradoja, y así macera su poesía. Como buen migrante, rinde también culto al orgullo de sus raíces y nos dice: Cusco es un poema escrito en las alturas/ Con tinta líquida de sus ríos. Cusco es un poema inmortal/ Que se escribe todos los tiempos/ Desde siempre hasta siempre. Cusco es el poema surgido de las fuentes/ De los aires hechos brisas de emoción. Y al hablar del lar inolvidable nos recuerda los lazos del fervor colectivo: La quebrada donde crece el tiempo/ Viendo cómo florecen las ñihuas/ Tiñe sus laderas con flores de ñucchu/ Cediendo a los vientos sus mensajes. Es su tributo al Taytacha Señor de los Temblores 


Es de celebrar la poética que ha desarrollado nuestro poeta. Se trata de un pórtico auspicioso, al que estoy seguro han de seguir otros poemarios en los que se procesen nuevas formas expresivas y se plasme la maestría de su pluma. Los versos de Reverberaciones han de sobrevivir y con ellos algo de nosotros y de nuestro tiempo. Hermano Rodolfo Dondero Rodo un fuerte abrazo en poesía.

Chorrillos, mayo de 2016.



* Rodolfo Dondero Rodo, Agrónomo (UNSAAC), empresario, escritor y poeta. Reverberaciones es su primera publicación poética. Sus versos han merecido el segundo premio en el Concurso de Poesía Atiniense (Atina-Argentina).



2 comentarios:

  1. Rodolfo Sánchez Garrafa, tiene la virtud de darle el"soplo vital" a las palabras escritas, cosa de maestros por supuesto, y que debo reconocer agradecido por el contenido y la pulcritud de la forma con las que ha presentado mi libro "Reverberaciones".
    Muchas gracias mi querido tocayo.

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    1. Lo dicho querido tocayo. Todo comentario será una reverberación más de tu obra. La acústica tiene para rato. Un abrazo.

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