Rodolfo
Sánchez Garrafa
En este artículo nos ocuparemos de los nombres de la
gran ciudad del Cuzco, esto es Qosqo
hatun llaqta sutinkunamanta. Según la más difundida versión, la palabra Cuzco
proviene de la voz quechua Qosqo
y significa «ombligo». El
cronista mestizo Garcilaso de la Vega habría sido el autor de lo que Cerrón
Palomino considera una absurda afirmación carente de sustento. En
verdad, ningún diccionario u otra fuente lexicográfica quechua registra tal
significado; sin embargo, no hay duda que la gran ciudad del Cuzco fue
considerada como «centro u ombligo del mundo», idea que ha sido común a la
cosmovisión de diversos pueblos del orbe respecto al sitio propio concebido con
el atributo de ser clave del espacio, eje cósmico o pilar del mundo. Visto así,
Garcilaso no distorsionó la realidad, Qosqo fue considerado un centro de poder
sagrado, réplica del centro celeste, aunque esa idea sólo estuviese refrendada
por el mito.
Existe una voz quechua a considerar, recogida por
Gonzalez Holguín ([1608] 1989:70): Ccozqquini
rucrini, que él traduce como
“Despedrar o desembarazar el solar para edificar, o la chacra”, versión en la
que fácilmente se advierte la relación con Qosqo (Cuzco) y Rukri (Lucre), términos
que aluden a lugares que han debido ser limpiados y sometidos a movimiento de
tierra antes de ser dedicados a la finalidad deseada. De ser así, el lugar
identificado como Qosqo habría sido inicialmente preparado para albergar al
templo principal de los inkas y a las chacras o andenes adyacentes.
¿Cuáles fueron las operaciones rituales que
acompañaron el acto fundacional? Al respecto, existen estudios como el de Sonia
Herrera Delgado (2008) que ofrecen
una aproximación a este evento. Examinando el ciclo mitológico de los Ayar, hallamos
que Auca o Awtqa es el hermano tercero, es un viejo sacerdote a quien el waka
Wanakawri encarga tomar posesión de la tierra que habrían de poblar los suyos y
que, para hacerlo, llega a volar con las alas que tenía, se aposenta y luego se
transforma en piedra. La facultad de volar vincula a este héroe con el trance
chamánico y/o el éxtasis místico. El vuelo simboliza inteligencia, comprensión
de cosas secretas o de verdades metafísicas.
“Aquí discrepan los indios con mil consejas,
afirmando unos que el uno de los hermanos se volvió a Pacarictampu, y entrando
en la cueva de donde habían salido, se quedó allá dentro sin que jamás
pareciese; y que de los tres que quedaron se convirtieron los dos en piedras,
el uno en el mismo cerro de Huanacauri, y el otro no lejos de allí” (Cobo
[1653], 1956: 62).
“Desde el cual asiento Mango Capac vido un
mojón de piedra que estaba cerca del sitio donde ahora está el monasterio de
Santo Domingo del Cuzco, y mostrándosela a su hermano Ayar Auca, le dijo: –¡Hermano!
¿Ya te acuerdas cómo está entre nosotros concertado que tú vayas a tomar
posesión de la tierra donde habemos de poblar? ¡Y pues ahora, mira aquella
piedra!– y mostrábale el mojón dicho: –¡Ve allá volando (porque dicen le había
nacido unas alas), y sentándote allí toma posesión en el mismo asiento donde
parece aquel mojón!– Ayar Auca, oídas las palabras de su hermano, levantóse
sobre sus alas y fue al dicho lugar que Mango Capac le mandaba, y sentándose
allí luego se convirtió en piedra y quedó hecho mojón de posesión, que en la
lengua antigua de este valle se llama cozco, de donde le quedó el nombre del
Cuzco al tal sitio hasta hoy. De aquí tienen los incas un proverbio que dice: Ayar Auca cuzco guanca, como si dijese «Ayar
Auca mojón de piedra mármol»” (Sarmiento de Gamboa [1572], 1999: 73).
Dice Molina (Molina 1989: 72) que Ayar Awqa o Awtqa pasó
a ser un mojón o hito de posesión en Awtqaypata (Limaqpampa), inmediaciones de
lo que sería el Qorikancha, ya que la otra Awtqaypata corresponde a lo que es
la actual Plaza de Armas. Al sentarse en la plaza principal del antiguo
asentamiento ocupado (el Cuzco antiguo preinca), Awtqa funge de columna o axis mundi, simboliza el pilar o eje
cósmico (Pacha tusan) y, por lo
mismo, el punto desde el cual se ordena la pacha
o espacio/tiempo. Ayar Awqa Cuzco wanka
es el nombre con que va a designarse desde entonces a este bloque de piedra, a
manera de columna ubicada en el centro del mundo.
Ayar Awtqa se asienta, para ser precisos, en un antiguo
mojón o hito de posesión, que los naturales del lugar (Alqawisas, Kullinchimas
y Kayawkachis) llamaban Cuzco casa cacca
o Cuzco casa rumi (Qosqo q’asa qaqa ó Qosqo q’asa rumi),
como señala Santa Cruz Pachacuti ([1613] 1993) referido también por H. Urbano (1981:106).
En Aymara, Buttner & Condori (1984: 179) consignan el sustantivo qusqu que designa a una especie de
buitre; también anotan la voz qutquri
que traducen por lechuza. No hay razón para preferir, en este caso, la lechuza
sobre el buitre (que sería probablemente el Coragyps atratus foetens, identificado así desde 1817 y conocido
como «buitre negro andino»).
Contextualizado
así, el proverbio Ayar Auca cuzco guanca
se entiende mejor como «Ayar Awtqa la mole de granito en forma de buitre» ya
que en el registro de Lira ([1944] 2008: 537), se consigna que Wank’a o wanka, voz quechua, quiere decir roca en mole y que Wank’a rumi alude a una mole de granito.
En cuanto a la variante Qosqo q’asa
qaqa ó Qosqo q’asa rumi, puede ser traducida como «Peñón o roca del
buitre/halcón quebrado», pero también como «Piedra del buitre/halcón quebrado». Es
sensacional comprobar la correspondencia de esta significación con el relato
mítico.
Una manera en que el Inka establecía pacto con gobernantes de pueblos vencidos era por medio de las dos alas de un halcón, el Inka guardaba una y la restante la entregaba al gobernante sometido, como muestra de confianza y testimonio del acuerdo celebrado (Albornoz [1583-4] 1989: 165). Al parecer, el mito de los Ayar refiere uno de estos pactos con tribus que habitaron primigeniamente el Cuzco, lo que habría dado lugar a la entrega de una de las alas de la wanka instalada en Limaqpampa, mojón e hito de posesión mandado colocar por Manko Qhapaq (los relatos suelen hacer traslape en cuanto a los personajes protagonistas).
“(Ayar
Oche) tornose piedra ansí como estaba, con sus alas; y luego se descendió Mango
Cápac y Ayar Auca a su ranchería; y descendidos que fueron, vinieron donde el
ídolo estaba muchos indios de un pueblo de allí cercano, y como vieron el ídolo
hecho piedra y desta piedra le quebraron al ídolo un ala; de donde, como ya le
hubiesen quebrado un ala, no pudo volar ya más; y como le viesen hecho piedra,
no le hicieron más enojo” (Betanzos [1551], 1999: 19).
El ala quebrada en la wanka
o qaqa simboliza perfectamente un
acuerdo de no agresión y convivencia con los nuevos señores de la llaqta ahora llamada Qosqo, que en
castellano preferimos escribir Cuzco de conformidad con la tradicional
escritura en los documentos de la época. Aquí no podemos menos que estar de
acuerdo con Cerrón-Palomino (2006), dado que en el siglo
XVI, la grafía “z” no representaba una interdental, sino una sibilar apical, es
decir, un sonido que se correspondía con el que los cuzqueños pronunciaban
efectivamente. De modo que no se habría incurrido en error de escritura. Pase
entonces la página de discrepancias entre la rigurosa tradición y decisiones
coyunturales como la Ordenanza de 12 de marzo de 1971 mediante la cual la Municipalidad
correspondiente dispone el cambio de Cuzco por el de Cusco, modo de escribir
que por ahora es una cuestión de convicción, gusto y voluntarismo y quizá todo
en uno.
Llegamos al meollo
de esta comunicación, para anotar que Cuzco o Cusco, tuvo un nombre ancestral. El
antiguo asiento de la Ciudad del Qosqo era llamado Akamama según registros
de los siglos XVI y XVII (Guamán Poma [1615] 1993: 31, 66, 67; Murúa [1590] 2001: 45) denominación ésta propia no del
vocabulario quechua sino de la lengua aymara como lo es también Akapana (conocido conjunto arqueológico
de la cultura Tiyawanako) y como lo son también las denominaciones de Akari e
infinidad de otras toponimias que se conservan hasta la actualidad en la zona
altiplánica del Collao y en otras regiones del país.
La
primigenia denominación de Akamama no ha sido convenientemente reivindicada. Es
probable que alguien haya querido ver en este registro una mala intención de
Guamán Poma, por una supuesta velada alusión a Aka=herrumbre, estiércol o excremento. Una traducción apurada del
vocablo ha llevado a asociarlo con Aqha
o chicha. Lo que no se ha tomado en cuenta es que muchos lugares sagrados
importantes se asociaron a Jaka o Haka=Vida (Bertonio 1984: 101; Buttner &
Condori 1984: 66).
De manera
que Hakamama (el antiguo Valle del Cuzco), en clara alusión a su inmemorial
importancia como lugar sagrado, fue conocido como “Señora o Madre de Vida” (de haka=vida y mama=madre). Cuzco, por su carácter de centro del mundo y, en
concreto, centro del Tawantinsuyu, venía a ser la madre de todas las wakas o
lugares sagrados que se ordenaban a partir de ella.
Gracias a la acuciosidad de quienes felizmente recogieron
su primigenia denominación, sabemos que el Qosqo o Cuzco fue considerado desde
tiempos remotos “Madre de Vida” “Dadora de Vida” o “Kawsay kamaq”, como se explicaría propiamente en términos andinos. Este es un nombre que puede ser
considerado un blasón, ciertamente más trascendente que los títulos de “Cuzco, primera
ciudad y primer voto de todas las ciudades y villas de la Nueva Castilla”, “La
muy insigne, muy noble, leal y fidelísima ciudad del Cuzco, la más principal y
cabeza de los reinos del Perú” y otros que con justicia ostenta nuestra amada
ciudad.
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