Escrito por Roberto Ochoa B.*
Fragmento de MM en Waka de la Luna |
Si este muro hablara, resolvería uno de los grandes
enigmas de la cultura Moche. Los arqueólogos lo bautizaron con el poco
atractivo nombre de “el muro del tema complejo”, pero lo cierto es que no es un
solo muro, son cuatro: dos en la huaca El Brujo, en Magdalena de Cao, y los
otros dos en la Huaca de la Luna, en Trujillo.
En ambos casos cada par de muros forman un ángulo
recto y su compleja iconografía tiene como eje central la imagen de la Luna en
cuarto menguante con una estrella en medio, semejante a las banderas de los
países islámicos. En ambos casos las imágenes lucen bien conservadas, pero
debajo de la Luna hay un rastro de muro erosionado por el “chisgueteo” de un
líquido que los arqueólogos identificaron, no sin horror, como de sangre
humana. En ambos casos los muros formaban parte de una tenebrosa habitación
ubicada en la esquina de una enorme plaza ceremonial decorada con escena de
guerreros que arrastran un botín de guerra integrado por una larga fila de
prisioneros desnudos dispuestos para el sacrificio ritual.
El primero de los muros fue descubierto el 28 de
julio de 1990. Mientras todo el país celebraba las Fiestas Patrias y estaba
atento a la juramentación de Alberto Fujimori en el Congreso, en Magdalena de
Cao el recordado banquero Guillermo “Pancho” Wiese de Osma y el arqueólogo
Régulo Franco Jordán contemplaban anonadados una esquina del primer muro que
emergía entre los escombros dejados por los huaqueros. El hallazgo dio pie al
ahora célebre complejo arqueológico de El Brujo, que tiene como principal
atractivo a la momia de la Dama de Cao.
Este descubrimiento hubiera bastado para
revolucionar los conocimientos de la cultura Moche, pero seis años después, en
1996, un equipo de arqueólogos liderados por Santiago Uceda y Ricardo Morales
desenterraron en la Huaca de la Luna los otros dos muros casi idénticos y mucho
mejor conservados que los de El Brujo.
Sacerdote mediador entre espacios del cosmos |
Los muros son los principales atractivos del
denominado Circuito Moche en Trujillo y su compleja iconografía es la que más
interrogantes provoca entre los turistas: ¿por qué hay tantas estrellas? ¿Qué
misterioso mensaje esconden los jeroglíficos de este mural? ¿Sus pictogramas
son la prueba de la existencia de una escritura secreta de la élite Moche? ¿Es
una criptografía para determinar una fecha especial en el desconocido
calendario Moche?
Han pasado más de veinte años desde su
descubrimiento y los muros con el “tema complejo” de Huaca de la Luna y de la
huaca El Brujo siguen siendo uno de los mayores enigmas del antiguo Perú.
Más allá de los reportajes publicados en medios de
comunicación peruanos y extranjeros, hasta la fecha el enigmático “Muro del
Tema Complejo” solo mereció la pionera publicación del libro titulado El Brujo,
El Mundo Mágico Religioso Mochica y el Calendario Ceremonial, escrito por
Régulo Franco Jordán y Juan Vilela Puelles. Los autores proponen la existencia
de un calendario ceremonial basado en un análisis de los ritos y ceremonias que
figuran en la estructura narrativa del muro. Y añaden: “esta investigación es
solo un paso para entender la estructura compleja del sistema calendárico…
estamos seguros de que nuestra propuesta será duramente discutida, pero el
propósito de esta investigación es alcanzar la información para otros
planteamientos contrastables o enriquecedores sobre el tema”.
Un tinku equinoccial |
La obra consta de dos investigaciones científicas
ilustradas con fotografías, dibujos e infografías. La primera realizada por el
antropólogo Dr. Rodolfo Sánchez Garrafa. La segunda por los arqueólogos Lydia
Casas Salazar y Camilo Dolorier.
Rodolfo Sánchez examina las estructuras y
contenidos simbólicos de los cuatro muros “complejos” hallados en huaca Cao
Viejo y en la Huaca de la Luna, y encuentra que los símbolos astronómicos y
terrenales (personajes, escenas, flora y fauna) son elementos que construyen
una cosmovisión centrada en la dualidad andina y en los cambios estacionales
relacionados a los marcadores astronómicos. Sostiene, además, que los frisos de
los cuatro muros están íntimamente ligados como representaciones del cielo
equinoccial y que las estrellas que ilustran los muros fueron ubicadas en su
correspondiente posición astronómica.
Por su parte, Lydia Casas Salazar y Camilo Dolorier
ven en el caos pictórico del Muro del Tema Complejo de la Huaca de la Luna un
cosmos social vinculado a ritos propiciatorios para obtener las subsistencias
en mar y tierra –a través de peleas y pescas rituales– que permitirán la
elección de héroes vencedores. Además, proponen que un elemento iconográfico
del muro podría estar representando a una especie o bioindicador marino del
fenómeno El Niño.
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