jueves, 14 de junio de 2018

LA VISIÓN DEL INDIGENISMO EN JOSÉ TAMAYO HERRERA


Rodolfo Sánchez Garrafa

José Tamayo Herrera, el historiador cuzqueño, tiene en su haber dos importantes libros sobre historia del indigenismo en el sur andino peruano. El primero, Historia del indigenismo cuzqueño. Siglos XVI-XX (1980), seguido un par de años después por su Historia Social e indigenismo en el altiplano (1982). Ambos trabajos fortalecieron, en su momento y quizá en definitiva, su perspectiva de trabajo, orientada a visibilizar la historia regional, particularmente cuzqueña pero también del sur andino en general. Para el maestro L. E. Valcárcel, lo que hizo Tamayo es salvar del olvido a quienes contribuyeron con su ejemplo y con su obra a la admiración de y por lo indígena. Para Emilio Romero, por su parte, era destacable el estudio a fondo que, a su juicio, había hecho Tamayo sobre la evolución histórica social e intelectual del Altiplano, marcando alguna divergencia ciertamente poco polémica respecto a lo que ambos entendían por indigenismo.


El propio historiador Tamayo, preocupado por esclarecer el enfoque teórico asumido en sus referidas obras, ha destacado puntualmente su esfuerzo por incorporar la historia de las mentalidades de la llamada Escuela de Annales. Pese a que hay aspectos de su perspectiva que han quedado sin ser dilucidados a cabalidad, los cuales limitan el aprovechamiento sustantivo de sus contribuciones, que sin duda van más allá de un exhaustivo inventario de acontecimientos, nombres y fechas, destinados a curar el mal del olvido, su considerable esfuerzo merece un amplio reconocimiento.

Con los libros arriba mencionados y su Historia del Cuzco Republicano (1978), entre otras de sus muchas obras, es suficiente para que José Tamayo Herrera se constituya en la figura intelectual cuzqueña más descollante de su generación en el Siglo XX. Me llena de satisfacción alcanzar a decirlo, ahora que este estudioso se halla aun en condiciones de recibir y quizá apreciar estas palabras.

Este escrito es una cita concertada con quien ha hecho de la historia del indigenismo el centro de una preocupación que no podemos menos que compartir.

La historia regional en la larga duración

Se le debe a José Tamayo el haber abierto trocha en cuanto al examen de la historia cuzqueña sacudida de su localismo aldeano, para mostrar su dinámica inserta en el proceso nacional, lo cual ha implicado a la vez la superación del “limacentrismo” o “limeñocentrismo” (2010: 9).

Tamayo ha contribuido de manera significativa a la construcción de una imagen histórica de la región cuzqueña contemporánea y de sus elementos definitorios significativos, en el contexto nacional. Ha descrito y analizado los procesos económicos, sociales y culturales de cambio y modernización suscitados en la larga duración, concurrentes a la conformación política e identitaria regional del siglo XIX en adelante. Logra elaborar una periodización propia de la historia regional, fundada en las transformaciones ocurridas al paso del tiempo en el espacio particular cuzqueño, lo que le lleva a indagar sobre los mecanismos y redes de poder así como su desenvolvimiento sea circunstancial o sostenido.

Destaca la visión que nos proporciona sobre procesos sociopolíticos y culturales, la consiguiente identificación de formas del sistema de relaciones instalado en la región desde una perspectiva temporal. A partir de estas estructuras nos permite distinguir permanencias y cambios sobre los que se entiende el presente y se hace posible avizorar un futuro posible. Al parecer, sin embargo, faltó en su tratamiento una de las columnas angulares, ya reclamada por la propia corriente francesa de los Annales, que concierne al hecho de que las regiones más que individualidades históricas en movimiento, constituyen individualidades geohistóricas en movimiento. Es que ya se ha advertido que los procesos del desarrollo social se despliegan necesariamente sobre una base geográfica. Nuestro intelectual obvió el tratamiento fino de esta base geográfica y la refiere de manera incidental a lo largo de sus diferentes estudios. Es que lo andino, deja de ser andino si no tomamos en cuenta los Andes y la consecuente formación física y ecológica a que da lugar.

Por encima de cualquier limitación, el abordaje del indigenismo en José Tamayo está insuflado y quizá dominado, precisamente, por una mirada de larga duración, valioso atributo que se halla en su punto de arranque.

¿Escribió Tamayo “desde dentro” sus historias del indigenismo?

José Tamayo Herrera, considera como su mayor mérito el haber escrito sus libros “desde dentro” del propio indigenismo. Es importante discutir esta afirmación porque la certidumbre o ilusión de la misma tiene consecuencias inevitables con la percepción que se revela a la larga sobre la historia total del indigenismo.

No se trata de cuestionar que Tamayo sea o no un andino, de hecho lo es, como lo somos, en general, la mayor parte de los peruanos. Lo decisivo es dilucidar si Tamayo es o no un indigenista, porque de serlo sería justo que reclame el escribir “desde dentro”. Hay que ser rotundos, Tamayo no es un indigenista, nunca lo fue. Es posible afirmar que en algún momento sintió atracción y encanto por la temática, que por cierto no le era extraña, y que por eso consiguió desarrollar una mirada comprensiva respecto a los pensadores indigenistas, pero él indigenista no es. Hay que tenerlo como un estudioso del indigenismo, uno de sus más destacados estudiosos. Tamayo no ha hecho indigenismo ha hecho historia del pensamiento indigenista. Es un historiador que ha cumplido con largueza la tarea que se impuso.

Entonces ¿A quiénes cabe llamar indigenistas?

Haciendo a un lado las abundantes generalizaciones y reduccionismos, nos quedamos con el concepto de «Indigenismo» como relativo a un movimiento ideológico activo y heterogéneo protagonizado por sectores que asumieron desde su propia “exterioridad” la defensa y/o representación del “indio”; de un lado, mediante la denuncia de los abusos y discriminación sufrida por las poblaciones originarias de Iberoamérica y, de otro, a través de la promoción de reivindicaciones y exigencias para su mejor estatuto ciudadano y condiciones de vida para sus comunidades. Dicho esto, podemos incluir, sin problemas, dentro de este movimiento ideológico a un conjunto variado de expresiones políticas, antropológicas, literarias: narrativa, poesía, ensayo, de artes plásticas: pintura, escultura, que desarrollaron una línea de pensamiento surgido entre los años 1910-1950 y que se extendió hasta fines del siglo XX. Esta noción se corresponde con lo que el propio Tamayo denomina indigenismo estrictu sensu (1980: 69) y que otros historiadores convienen en llamar indigenismo contemporáneo, para distinguirlo de sus antecedentes, que ciertamente los presenta, como cualquier otro proceso histórico.

En Historia del indigenismo cuzqueño, siglos XVI-XX, prevalece la perspectiva de un indigenismo latu sensu, que es comprensible e incluso productivo por la mirada de larga duración que José Tamayo logra imprimir a un examen que integra el llamado indigenismo colonial, la mentalidad andina o pro andina del siglo XIX, y las semillas del indigenismo republicano. Eso sí, parece una licencia abusiva considerar que “todo aquel que empatiza con lo andino será un indigenista, aunque ni él mismo sea consciente de serlo” (1980:.72).

Permanencia y autenticidad del indigenismo cuzqueño

Como bien lo expresó Jorge Basadre, la toma de conciencia acerca del “indio” entre políticos, hombres de ciencia, escritores y artistas puede ser considerado como el fenómeno más importante en la cultura peruana del siglo XX. Tamayo, escribe sobre la obra de los llamados indigenistas, no necesariamente sobre el ideario del indigenismo, lo que le provocó preguntarse ¿Qué es el indigenismo cuzqueño? ¿Cuál su permanencia y autenticidad? (1980: 24).

Si hay algo que no podría serle regateado a Tamayo Herrera es su exaltación de lo cuzqueño, sentimiento que lo ha llevado a no pocos, pero comprensibles, deslices, por ejemplo hacerse eco de la afirmación atribuida a Valcárcel de que “el único auténtico indigenismo es el cuzqueño”. En esta mirada, cualquier otro indigenismo sería falso o impostado y, me parece, que nada está más lejos de la realidad.

Las razones que José Tamayo esgrime para sostener la peculiaridad del indigenismo cuzqueño pueden resumirse en: a) La sociedad regional cuzqueña, heredera de una vieja élite intelectual prehispánica, generó desde el siglo XVI una creadora intelligentsia (1980: 37); b) El indigenismo en Cuzco fue una respuesta necesaria y natural de algunos sectores de la burguesía urbana y de la pequeña burguesía rural, cuyos intelectuales estuvieron en una situación de proximidad interétnica frente a lo indígena omnipresente; (1980: 35-36); c) Los terratenientes o gamonales cuzqueños desarrollaron una identidad mestiza que sincretizó las culturas europea y andina, elaborando una visión idealizada de aceptación y sobrevaloración de lo indígena (1980: 36-37); y d) La intelectualidad mestiza letrada de la región poseía un agudo sentido histórico que le permitió enriquecer su percepción de lo indígena y desarrollar una conciencia lúcida de la grandeza del pasado perdido (1980: 39).

Aquí podemos estar de acuerdo con las características a) y b), señaladas por Tamayo, pero no con las signadas como c) y d), en cuanto que la visión de los indigenistas difícilmente podía sobrevalorar lo indígena porque en realidad los indigenistas cuzqueños del 20 al 40 no llegaron a tener un conocimiento suficientemente desprendido de la posición de clase esencialmente burguesa y/o aristócrata regional propia de sus integrantes. Su discurso preñado de idealismo romántico y emotivo, encontró sustento en vestigios básicamente materiales de la cultura andina, pero no disponían por entonces de un aparato conceptual que les permitiese acceder en profundidad a una valoración de la herencia inmaterial andina en torno a un peculiar entendimiento del mundo; es decir, pecaron de empatía ingenua o de otro tipo pero no de exageración. En muchos sentidos, se quedaron cortos.

Es dable pensar una peculiaridad regional como lo hace José Tamayo, atendiendo no solo al carácter multicultural del territorio andino, sino, además, a su estructura ecológica diversificada, la alta concentración de comunidades campesinas de origen quechua, la subsistencia del sistema de hacienda señorial hasta los años 70, el significativo bilingüismo castellano-quechua de la población regional. Puede convenirse en que esta peculiaridad tiene que haber incidido en materia de oportunidad, contenidos e incluso sostenimiento de las manifestaciones indigenistas en Cuzco; sin embargo, no es posible negar influencias decisivas tales como la Revolución Mexicana que tuvo inicio el 20 de noviembre de 1910, y se aparejó con un marco ideológico de cuestionamiento al positivismo suscitado desde principios de siglo. Tampoco puede minimizarse la reflexión político social que sobre el indio y lo indígena en el Perú plasmaron intelectuales nacionales como Manuel Gonzales Prada, Dora Mayer, Hildebrando Castro, José Carlos Mariátegui y Víctor Raúl Haya de la Torre, cuya influencia en los pensadores cuzqueños de la época difícilmente podría ser negada. Consiguientemente, habría que concluir puntualizando la necesidad de evitar razonamientos paralógicos y de no ceder a sentimientos que por exacerbados llevan a perder perspectiva.

El indigenismo altiplánico según Tamayo

En cuanto al indigenismo puneño, Tamayo hace un tratamiento de dos en uno, es decir, reúne la historia social y la historia del indigenismo en un solo volumen, advirtiéndose un esfuerzo más apurado que no impide una apreciable labor de artesano, sin duda complementario al más logrado estudio sobre la región de Cuzco, pero con una atención algo más pertinente a la realidad geográfica. Aquí se insiste en el asunto de las “hondas raíces de una misma mentalidad andina” (1982: 17) que remite más a la conjunción de lo inconsciente y lo intencional, de lo estructural y lo coyuntural, de lo marginal y lo general, que se supone podría revelar el contenido impersonal del pensamiento de los hombres de una sociedad dada. Las limitaciones teóricas de esta opción, van a llevar no pocas veces a que Tamayo acuda a la noción ideología (1982: 21, 40) y es en mérito a esta adecuación sobre la marcha que consigue centrar su análisis en la hegemonía de la clase terrateniente, durante más de tres siglos, y las sublevaciones indígenas por la tierra.

Acierta una vez más nuestro historiador en su esfuerzo de periodización que permite distinguir desde el auge minero, el ciclo lanero, la hegemonía comercial arequipeña, la penetración imperialista, la modernización tecnológica de la ganadería y la modernización compulsiva. Vendrán seguramente otros criterios de periodización, pero aquí se halla el necesario punto de apoyo para la acumulación de la masa crítica que toda ciencia requiere.

Hay muchísimo que cosechar en los campos sembrados por José Tamayo Herrera. Me enorgullezco de haber vivido lo necesario para conocerlo con alguna cercanía y le rindo mi homenaje.

Referencias
Tamayo Herrera, José:
1982     Historia Social e indigenismo en el altiplano. Ediciones Treintaitres, Lumen, Lima.
1980     Historia del indigenismo cuzqueño. Siglos XVI-XX. INC, Lima.
1978     Historia del Cuzco Republicano. Edit. Industrial, Lima.



José Armando Tamayo Herrera (Cuzco, 5 de diciembre de 1936). Historiador, escritor y profesor universitario peruano. Ha desarrollado la historia regional, de las ideas y del arte, aplicando novedosos métodos de registro y análisis en el campo de la investigación histórica de su tiempo. Ha sido dos veces director de la Biblioteca Nacional del Perú. Fue incorporado a la Academia Nacional de la Historia en el 2010.


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