El pasado
26 de febrero a las 7p.m. en el Hemiciclo“Raúl Porras Barrenechea” del Palacio
Legislativo (Av. Plaza Bolívar S/N, Lima), se llevó a cabo la presentación del
Libro “El Desafío de Construir”*, publicado en homenaje al ex Presidente
Constitucional del Perú Arq. Fernando Belaunde Terry a 100 años de su
nacimiento. Entre las destacadas personalidades que escriben
en este libro compilado por Mesías Guevara Amasifuen, Congresista de la República, se hallan Julio María Sanguinetti (ex Presidente de la República
Oriental del Uruguay, Javier Pérez de Cuellar (ex Secretario General de la
ONU), Adalid Contreras Baspineiro (Secretario General de la Comunidad Andina),
Francisco Miro Quesada Rada (Director del Diario “El Comercio”), Luis Bambaren
Gastelumendi SJ. (ex Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana), Gustavo
Mohme Seminario (Director de “La República” y Directivo de la SIP), Róger
Guerra García(Presidente de la Sociedad Nacional de Ciencias) y Javier Alva
Orlandini (ex Presidente del Tribunal Constitucional).
A
continuación, les ofrezco el texto introductorio que tuve la honrosa oportunidad de escribir para "El Desafío de Contruir",
no sin antes invitarlos a leer este libro que condensa una propuesta política
vital para el Perú.
INTRODUCCIÓN
Karel Kosic, filósofo de nuestro tiempo, ha expresado con acierto que "El individuo es el individuo, pero en cuanto entra en contacto con la historia se convierte en un gran individuo creador de la historia o en un simple individuo aplastado por la historia". En este volumen se examina la figura de un personaje de la vida política nacional que, habiendo actuado en un importante tramo de la vida nacional, supo convertirse en un creador de la historia y uno de los más preclaros actores de nuestro escenario en el siglo XX.
En el Perú de 1945, promediando ya el siglo, una coalición de partidos políticos y cívicos, constituida por destacadas personalidades se presentaba como una nueva alternativa para suceder al gobernante de entonces, el civilista Manuel Prado Ugarteche. José Luis Bustamante y Rivero, apoyado por el Partido Aprista, legalizado bajo la denominación de “Partido del Pueblo”, y por otras fuerzas políticas de la época, logra vencer a su contendor, el candidato oficialista Mariscal Eloy Ureta, imponiéndose por amplio margen, enarbolando el anhelo especial de eliminar los odios políticos, el anatema sistemático del pasado.
Fernando
Belaunde Terry, llamado a convertirse
más adelante en uno de los líderes políticos más connotados de nuestra Patria,
emerge a la arena política en las circunstancias descritas. Arquitecto, de
hablar mesurado y profundamente interesado por el devenir nacional, integra el año
1944 la lista de candidatos a una diputación por el Frente Democrático Nacional
encabezado precisamente por el jurista arequipeño José Luis Bustamante y
Rivero.
Belaunde pertenecía a la generación de 1930, cohesionada en su afán de servicio al Perú, conformada por brillantes personalidades, tales como Víctor Alzamora Castro, René Gastelumendi, Javier Pulgar Vidal, Miguel Mujica Gallo, José María Arguedas, Alberto Tauro del Pino, Andrés Townsend Ezcurra, Julio Garrido Malaver, Augusto Tamayo Vargas y el Cardenal Juan Landázuri Ricketts.
Fernando Belaunde es elegido Diputado Nacional. Una importante huella de su paso por esta Cámara es la propuesta que suscribe junto a otros colegas en procura de lograr la derogatoria de los decretos leyes que establecían el estado de emergencia y colisionaban con la Constitución del Estado, así lo registra Javier Alva Orlandini para este libro conmemorativo.
El congresista Víctor Andrés García Belaunde, sobrino del arquitecto, acusioso investigador de la labor parlamentaria y de otros hechos históricos de nuestro país, destaca que don Fernando Belaunde no solo presidió la junta preparatoria de su Cámara sino también las importantes comisiones en las que participó, protagonizando encendidos debates en defensa de sus propuestas, hechos que en su conjunto configuran su ingreso a la política activa o lo que podríamos llamar su "bautismo cívico".
Era una época en que Europa, el continente que hasta entonces había regido el orden económico y político mundial, terminaba de ceder el paso a los Estados Unidos de Norteamérica consolidada como la nueva potencia mundial, junto con la URSS de entonces. Sudamérica, por su parte, se había quedado marcadamente rezagada en su desarrollo político social.
Los
años posteriores a la Segunda Guerra Mundial eran tiempos difíciles, de reconstrucción
y cierre de heridas. Esta situación no pudo pasar desapercibida para el
Diputado Fernando Belaunde Terry, más teniendo en cuenta que en la disputa por
el poder dentro de nuestra política interna, se sucedieron embates que
quebraron el orden constitucional y el proyecto democrático en gestación. El
arquitecto tiene que haber tomado nota no solo de cómo se desenvolvían los
grupos y partidos políticos de entonces, sino también de las argucias y vedadas
formas usadas en esos tiempos para impedir el surgimiento de nuevos actores que
participen en la conducción del Estado. Sin duda percibió, también, el lado
positivo de la política, el deseo de unidad nacional, la preocupación constante
por el desarrollo del país y el afán democrático de resolver los grandes
problemas patrios, anhelo presente en el pensamiento de ilustres personajes
como Jorge Basadre, José León Barandiarán, Javier Correa Elías, Enrique García Sayán, Honorio Delgado, Rómulo Ferrero y Manuel J. Bustamante de la Fuente, entre otros.
Fernando
Belaunde Terry, siendo todavía niño, había conocido ya el destierro acompañando a su padre, don Rafael Belaúnde Diez Canseco,
experimentando los sinsabores de la polìtica que fueron templando su carácter y personalidad. Por tanto, allá por el año 1956 no tuvo que pensar mucho para acudir al llamado del Frente Nacional de Juventudes Democráticas que lideraba el joven estudiante de derecho Javier Alva Orlandini, en un tiempo de intensas jornadas cívicas, que tuvieron lugar para exigir a la dictadura la inscripción de su candidatura a la presidencia de la República.
La historia se ha encargado de registrar ester hecho conocido como el Ultimátum de La Merced, cuyo innegable protagonista fue el "Hombre de la Bandera", evidenciando el nacimiento de un nuevo liderazgo, con una nueva forma de hacer política. Ante circunstanciales reveses, Belaunde se inspiraría en la grandeza y valores que caracterizaron a las culturas precolombinas y el gran imperio del Tahuantinsuyo, así como en el trabajo solidario de las comunidades del Perú profundo, fundando un 7 de julio de 1956 en Chincheros-Cuzco, su partido Acción Popular, de claro corte nacionalista y no alineado con las grandes corrientes que mantenían dividido al mundo, con el que llegaría dos veces no consecutivas al gobierno (1963-1968 y 1980-1985).
Siguiendo el viejo adagio popular que dice “sólo se ama lo que se conoce”, Belaunde emprendería viajes por los diferentes pueblos y villorrios de nuestra vasta y agreste geografía para “beber de sus fuentes la inspiración”. Producto de esos viajes “Pueblo por Pueblo”, Belaunde extrae los principios ideológicos y doctrina de Acción Popular plasmado en sus obras “El Perú como Doctrina” y “La conquista del Perú por los peruanos”. Nunca antes alguien había antepuesto al Perú como fuente de inspiración y laboratorio de su teoría y praxis política, por ello Sandro Mariátegui dice que el gran líder de Acción Popular construyó su propio esquema conceptual partiendo de nuestra realidad concreta, ejercicio que constituye una forma particular de filosofar. Bien podría decirse que desde entonces los peruanos empezamos a recuperar la auto estima y el orgullo nacional, venidos a menos por el impacto negativo que dejara como secuela la época colonial.
Victorioso en su momento y ya al frente del Gobierno, Fernando Belaunde emprendió obras decisivas. Estableció el Banco de la Nación, como ente recaudador de nuestros impuestos e impulsor del desarrollo, en reemplazo de la ex Caja de Depósitos y Consignaciones. Decidió llevar la “educación al encuentro de los educandos”, así como brindar salud y calidad de vida a la población. La “Conquista del Perú por los peruanos” fue el sello característico de una innegable labor de inclusión social desarrollada en sus dos administraciones gubernamentales.
Su
obra estuvo orientada mayormente a las grandes obras públicas: construcción de
carreteras (principalmente la Marginal de la Selva), aeropuertos, conjuntos habitacionales, reservorios, etc.; asimismo, restituyó
el origen democrático de las autoridades municipales. Sin embargo, enfrentó una
crisis política, al no contar con mayoría parlamentaria y, en cuanto a política
económica, tuvo que lidiar con la inflación.
El perfil humano de Don Fernando Belaunde Terry, sus ideas en el campo de la economía y apoyo social, son abordadas también en este volumen con testimonios de vida sobre el “Hombre de la Bandera” y su trajinar en la política nacional. Su innegable interés por la ciencia, es abordado sobre la base de la obra “El Joven Belaunde” y la historia de la Revista “El Arquitecto Peruano”. En este terreno destaca, sin duda, la creación del Concejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONCYTEC) de innegable aporte a la vida del país.
La
visión de Estadista y la importancia que le da a la energía, para el futuro nacional,
ha sido analizada a partir de sus más importantes emprendimientos, las
hidroeléctricas y su política de apertura que coadyuvara al descubrimiento del yacimiento
gasífero de Camisea, que tanto aporta hoy a la economía de todos los peruanos.
La
firmeza en defender la integridad del territorio patrio, frente a la amenaza
extranjera –hoy ya superada- y su afán de trabajar para lograr la
integración de los pueblos de esta parte del continente, incluso proponiendo
una moneda común, es evocada por su ex
Canciller, Javier Arias Stella y por Adalid Contreras Baspineiro, Secretario
General de la Comunidad Andina, quien rescata la célebre fórmula:
“Interconexión hidrovial y energética + libre tránsito + moneda común = integración”.
La visión americanista del Presidente Belaunde se manifiesta con ocasión del Conflicto de las Malvinas. Fueron precisas sus órdenes en apoyo a la causa argentina sobre el territorio y los espacios marítimos en disputa. Martín Belaunde Moreyra pone justo énfasis en la preocupación de Fernando Belaunde por evitar la guerra y el costo que ésta supone en todo orden de cosas.
Hasta
los ocasionales rivales políticos de Fernando Belaunde reconocen su honradez a
toda prueba, sus esfuerzos para integrar el país mediante la interconexión vial
y fluvial y su amor por el país; pero si acaso alguien dudase de la certeza de
estas expresiones, está el juicio contundente de una personalidad indiscutible como
es Julio María Sanguinetti, ex presidente de la República Oriental del Uruguay,
quien destaca que nuestro personaje perteneció a una gran generación de
constructores democráticos, que en las dos décadas del 6O y 80 del siglo pasado
se abrieron paso entre golpes militares endémicos y guerrillas sediciosas. Se
nos recuerda que al tiempo de llegar Belaúnde al gobierno por vez primera, en
1963, Kennedy acababa de lanzar la
“Alianza para el Progreso”, Kubitschek inauguraba la audacia arquitectónica de
Brasilia, Rómulo Betancur abría un período democrático en Venezuela, Eduardo
Frei ponía en el gobierno por vez primera a la Democracia Cristiana, grandes
sucesos frente a los cuales no faltaron hechos lamentables como la actuación del
ejército argentino que puso punto final al lúcido planteo desarrollista de
Arturo Frondizi.
Belaunde
fue testigo de la Caída del Muro de Berlín, acto simbólico que acaba con la
bipolaridad del mundo, y que sin duda le hace justicia a la posición política
que siempre mantuvo y diferenció a su partido Acción Popular: el no estar a la
izquierda y tampoco a la derecha, sino más bien ADELANTE como símbolo de
progreso y cambio.
Gastón
Acurio Velarde y Monseñor Luis Bambarén Gastelumendi destacan en este libro de
homenaje el sentido solidario de la política del presidente Belaunde, inspirada
y extraída de la tradición andina. Con cooperación popular se fortaleció el
sentido comunitario del pueblo pobre, acostumbrado siempre a organizarse para
obras en bien de sus pueblos (escuelas, caminos, canales de regadío. Ahora que
el crecimiento económico ha traído beneficios a nuestro país, quedando aún pendiente
la tarea de inclusión social, de hacer partícipes a los que requieren de mejores
servicios, de calidad de vida, del derecho al trabajo y respeto a su propia
cultura, es innegable que no tenemos que buscar formulas extranjeras sino más
bien invocar –como lo hizo el arquitecto Belaunde– a la “ley de hermandad” que el Inca Garcilaso
de la Vega rescató del Antiguo Perú como un código de moral solidaria.
Al
celebrarse el centenario de su natalicio a lo largo y ancho del territorio nacional,
es precisa la reflexión de Javier Pérez de Cuellar, quien comparte con todos
los peruanos el siguiente pensamiento: “Qué honroso y qué grato habrá sido para
él ingresar a nuestra historia como el gobernante que durante diez años
simbolizó la democracia, la honestidad política y personal, así como la total
entrega al desarrollo de su patria”. Este libro de muchas voces trata de
aproximar al lector a un mayor conocimiento de la vida y obra del arquitecto
Belaunde, y pretende generar un estado de conciencia y de profundo amor por
nuestro país.
Rodolfo
Sánchez Garrafa
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