Rodolfo Sánchez Garrafa
Abundan
representaciones iconográficas de una divinidad tricéfala celta,
particularmente halladas al norte de Francia (P. Lambrechts, 1942), algunas de
las cuales se remontan al siglo I a. C. y podrían constituir una especie de
equivalente del Hermes griego o Mercurio latino. En el pensamiento religioso
indoeuropeo se encuentra la tríada constituida por los personajes conocidos
como Mitra, Varuna e Indra, cuya característica es la de representar a tres manifestaciones
de una misma divinidad. Otra representación tricéfala concierne al Trimurti
hindú, imagen triple de Shiva, Visna y Brahma, que se acostumbra mostrar con tres
cabezas adyacentes.
Con
relación a la antigüedad clásica, existen representaciones de Hécate (diosa tricéfala
de los partos, adoptada por los griegos) y del Cancerbero (un cánido de tres cabezas,
perteneciente igualmente a la mitología griega). Entre los pueblos germánicos del
alto Medioevo se ha ubicado la creencia en un dios solar policéfalo (poseedor
de tres, cuatro, y hasta siete cabezas). Se sabe pues que diversos pueblos de Oriente
y Occidente, profesaron culto a divinidades multicéfalas y se considera que
estas concepciones religiosas tripartitas forman parte de una muy antigua
tradición que habría alimentado formulaciones posteriores como la del mito griego
del rey tricéfalo Gerión, que en el sur de Iberia se enfrentó al poderoso
Heracles (Hércules), inspirando más adelante las representaciones de la
Trinidad cristiana.
Cuando se
habla de trinidad tricéfala, en sentido estricto, se alude a una representación
con tres cabezas, mientras que la trinidad trifacial es la que presenta una
cabeza con tres rostros adyacentes. Es claro que ambos grupos de
representaciones tienen una íntima vinculación iconográfica.
La Trinidad de Armeno (siglo XII). |
En
el arte paleocristiano se confrontó tempranamente la necesidad de encontrar
formas de representar visualmente la Santísima Trinidad, esto es las tres
personas (padre, hijo y espíritu santo) en un solo Dios. La fusión
de tres figuras idénticas encontraba fundamento en algunos pasajes bíblicos
tales como el de la visita de tres varones al patriarca Abraham, aunque también
en la referencia al propio Jehová en plural como el divino visitante (Génesis
18, 1-22). Esta idea de trinidad fue explicitada por San Agustín, uno de los
doctores de la Iglesia, para quien Abraham “vio tres pero adoró uno solo” (tres vidit, unum adoravit). Otro pasaje
bíblico (Juan 14, 9) registra que Jesús le dijo a Felipe: ¿Tanto tiempo ha que
estoy con vosotros y no me habéis conocido? El que me ha visto a mí ha visto al
Padre[…]”, abonando también la idea de varias personas en un solo dios. Es así
cómo en un principio se dio paso a una ola de representaciones tricéfalas o
trifaciales de la Trinidad (Ammar Majad 2008). Bien entrada la Edad Media el uso
de una imagen multicéfala para referirse a la Trinidad cristiana ya era
bastante explícita. Entre los siglos XII y XIII aparecieron los llamados Vultus Trifrons, cabezas de triple
rostro, que por supuesto no eran meramente decorativas sino que procuraban
plasmar visualmente una noción abstracta de trinidad. En la Europa central y en
los Balcanes se hace común durante el siglo XIV la introducción de representaciones
geométricas como el triángulo, a veces simple, y en otras complementado con
esferas interconectadas.
La Trinidad, óleo de Carlos Bardales, que toma el modelo de Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos (Museo Colonial-Bogotá) con interpretación astronómica más andina. |
Es natural
que estos tipos de representaciones trinitarias se hayan extendido hacia
América del siglo XVI en adelante. Las imágenes de la Trinidad tricéfala no
encontraron terreno propicio y dieron pronto lugar a discusión que puso en
cuestión su correspondencia con una ortodoxia interpretativa, pues era fácil su
asociación monstruosa con representaciones policéfalas del demonio. Aunque
resultaban menos aberrantes las representaciones trifaciales de la Trinidad,
pronto fueron igualmente cuestionadas por monstruosas y heréticas. Es así cómo,
finalmente, el papa Urbano VIII condenó este tipo de imágenes en 1628, decisión
que fue refrendada mediante bula de 1745 expedida por el papa Benedicto XIV, en
tiempos de la contrarreforma
post-tridentina.
La Trinidad, anónimo cuzqueño, siglo XVIII (Fuente: Pinterest). |
Como es
lógico, la condena que pesaba sobre las imágenes trifaciales de la Trinidad
tardó en tener eco en los territorios de ultramar, donde se conservó la
devoción, por ejemplo, a la Trinidad plasmada en el paño de la Verónica conservado
en el Museo Nacional de Tepotzotlán (México, s. XVIII), y la Trinidad trifacial
de anónimo cuzqueño del siglo XVIII que se halla en el Museo de Arte de Lima.
Es seguro
que la imagen trifacial de la Trinidad que mayor repercusión ha tenido en las
ideas religiosas populares de los Andes es la que correspondió al Señor del
Gran Poder, un lienzo de la escuela popular del Collao que data de la época
colonial (1663). Esta representación fue objeto de un culto popular ampliamente
extendido en la Paz-Bolivia y originalmente presentaba tres rostros idénticos
de Cristo que simbolizaban bastante bien la idea del dios uno y trino, constando
de cuatro ojos, tres narices y tres bocas.
Señor del Gran Poder, La Paz-Bolivia http://www.fmbolivia.com.bo/ |
Los devotos andinos del Señor del Gran Poder asociaron al Cristo del centro con un ser de poder capaz de conceder favores
personales; las peticiones dirigidas al Cristo de la derecha consistían en
favores para terceras personas y solicitudes de perdón; en tanto que al
personaje de la izquierda se recurría solicitando castigos y venganzas (Albó
1986). Hacia 1905, tiempo bastante tardío, el culto de esta imagen trifacial fue
considerado “contra rito” por las autoridades eclesiásticas, habiéndose
dispuesto en tal virtud que las caras laterales fuesen borradas. Medida similar
fue adoptada en su tiempo con un cuadro pintado por Gregorio Vásquez, pintor
santaferreño (Colombia) que fue modificado mediante un repinte de cabellos que ocultó
los dos rostros laterales de Cristo. Por fortuna en 1988 la pintura original
fue descubierta luego de una meticulosa eliminación de los repintes a que había
sido sometida, conservándose ahora en el Museo Colonial de Bogotá.
Símbolo de la Trinidad, óleo de Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos (Ca. 1685) |
Hoy
mismo la idea de trinidad despierta en las personas comunes sentimientos de
sometimiento y reverencia a un sumo poder, con ecos mágicos, exorcistas y aún
hechiceriles. Una fórmula ritual recomendada popularmente reza así: “En nombre
del Padre (se hace el signo de la cruz), y del Hijo (se repite el signo de la
cruz) y del Espíritu Santo (igual), Amén. Por el poder de la Santísima
Trinidad, y por el poder Creador, tengo yo virtud y poder de deshacer
encantamientos, ligamientos, hechizos, obsecaciones, posesiones, y todo mal
dado o tirado en cualquier maleficio. Que todas las acciones de los ladrones,
traidores y toda clase de enemigos, queden destruidas por mí, (decir aquí tu
nombre), en virtud y poder de mi Ángel Protector y Dios el Creador. Que seamos
guardados yo y mi familia, y demás personas que me quieren bien; y los enemigos
y contrarios, por el poder del Creador, y por el que me dejaron el Redentor y
San Cipriano, queden ligados y cortados de sus pasos, pensamientos y acciones//.
Por el poder de la Santísima Trinidad y el Ángel, cuando me convenga quede
invisible o multiplicado. Por el poder que tuvieron sobre el rey Faraón, José y
su hermano Benjamín, quede yo siempre libre y en victoria sobre mis enemigos//.
Por el poder que tuvieron San Cipriano y Santa Justina, y por la gloria, poder
y virtud de San Agustín, que fue consagrado por el Redentor y la Virgen del
Carmen, tenga yo también propiedad, virtud y fuerza, siendo salvado por la
Cédula del Carmen, y porque soy criatura que llevo la sangre de Jesús. Amén.
Todos mis enemigos queden ligados y derrotados, y el mal espíritu y su poder.
Amén//. Gloria Patri, et Filio, et Spiritu Sancto... //. (Se rezan tres
Padrenuestros y Avemarías a la Virgen del Carmen, para que nos dé la Cédula de
Salvación. Amén.)"
Ukuku trifacial en Fiesta de Qoylurit'i (Foto de Jorge Vera, 2008). |
Hemos considerado necesario este preámbulo para entender mejor una representación sui géneris de los pablitos o ukukus que concurren a festividades andinas, especialmente en el sur peruano. En la fiesta del Señor de Qoyllurit’i en Quispicanchis-Cuzco y de la Virgen del Carmen en Paucartambo-Cuzco, se han hecho presentes unos pablitos trifaciales, cuyo registro por diversos observadores es posible obtener en la web. Se trata, a no dudarlo, de una reinterpretación que apela a la cosmovisión andina y que podría permitirnos entender mejor la actitud original de los devotos del Señor del Gran Poder antes de ser repintado.
Los
ukuku son personajes mitológicos de
los Andes, se los considera mitad osos y mitad humanos, y como tal tienen el
encargo de subir a los picos nevados para obtener bloques de hielo considerados
sagrados y transportarlos hacia sus pueblos de origen. “Los ‘pablitos’, ukukus
o pauluchas cubren rostro y cabeza con una máscara tejida o waqollo blanco o
negro. Se abrigan con un vestido de lana negra con grandes flecos, adornado con
una cruz blanca o roja en el pecho y campanitas a la altura de la cintura. Llevan
un trozo de cuero con lana sobre el hombro, una pañoleta de seda de colores y un
porongo de calabaza o concha colgando de su cuello sobre el pecho, a modo de instrumento
musical. Calzan botines de fútbol y llevan en la mano un látigo fuerte, de
cuero. Cargan consigo un muñeco de tamaño pequeño o mediano al que se conoce como
‘luichito’ o guagua (wawa, criatura)” (Ceruti 2007: 16).
Ukukus. Uno con bigote o nariguera. |
El ukuku u oso mítico tiene la virtud de sumirse en la tierra y caminar por el subsuelo, atributo chamánico que lo liga a la humedad, a las fuentes de agua subterranea que emergen en la superficie. Siendo seres del espacio interior de la tierra, que eso viene a significar ukuku, su peregrinación a la montaña sagrada de Sinaqara (Qoyllurit'i) conecta con el mito de Ttonapa relatado por Santa Cruz Pachacuti, según el cual el poderoso Ttonapa o Tunupa había expulsado a todas las wakas, ídolos e imágenes de los happiñuños, confinándolos a las regiones nevadas del Awsangate y convirtiéndolos en hielo y carámbanos (Pachacuti 1993: 212). Así pues, el ritual de los ukuku que compiten en su ascención al nevado para apoderarse de grandes bloques de nieve que luego transportan y entregan a los peregrinos, expresa simbólicamente la recuperación o retorno de las antiguas wakas desterradas por Tunupa (Sánchez 1995: 182).
En
la representación trifacial de los danzarines ukuku se pone en evidencia la concepción bipartita del universo: hanaqpacha o supramundo y ukhupacha o inframundo, así como paña o derecha y lloq’e o izquierda. La representación trifacial, es compuesta en
realidad por dos caras superpuestas a manera de círculos que se intersectan y
forman un espacio compartido liminal (el rostro del centro) que viene a ser kaypacha, el espacio/tiempo actual sobre
el cual actúan los espacios de poder tanto astrales como ctónicos, cada uno de
los cuales posee un tercer ojo. La circunstancial presencia del ser de poder en
el espacio liminal es puesta de relieve en el rostro central, mediante la
colocación de una cruz o chakana en
lugar del tercer ojo que poseen los rostros laterales. Dadas estas
observaciones, se podría afirmar con cierta lógica que la representación
trifacial del ukuku se sujeta a un
principio de tercero incluido.
Ukuku, un reposicionamiento en los espacios del cosmos andino. |
La
Cruz cristiana incorporada en la indumentaria del ukuku contiene una serie de unidades simbólicas que se distribuyen
tanto a lo largo del stipes o poste que marca la verticalidad, cuanto del
staurus o patibulum, puente que lo intersecta y marca la horizontalidad. Por su
parte, la Chakana (cruz cuadrada
andina) parece haber representado astronómicamente el curso del tiempo anual; el
eje horizontal indicaría los equinoccios y el eje vertical los solsticios. Una
característica es que el punto o área de encuentro entre ambos ejes es el
tiempo liminal por excelencia. Ante esta imagen del ukuku trifacial no podemos menos que admirar la idea de totalidad
cósmica y señalar que su aprehensión es conmovedora. El ukuku trifacial en sí mismo es consecuencia de un encuentro o tinku cósmico.
La
fecha de la peregrinación a Qoyllutit’i asocia esta festividad con el
equinoccio de otoño, la época en que el Sol Niño (Wayna P’unchaw) sustituye simbólicamente al Sol Viejo (Machu Inti) retirado al mundo de la
noche.
Si
la representación trifacial de la Trinidad pudo parecer diabólica y herética a
la ortodoxia cristiana, es explicable que no haya ocurrido lo mismo a los ojos
de los pobladores andinos, ante quienes todo aquello que presentase particular
ventaja frente a lo común o que saliesen de su curso natural por su extrañeza
de número era considerado waka y tratado con veneración y respeto (Garcilaso 2004:
148-9). En este sentido la aparición de los ukuku
trifaciales resulta de algún modo un retorno o despertar de seres waka que
anuncian un nuevo tiempo.
Como
se puede apreciar, las representaciones simbólicas en los Andes no son
manifestaciones meramente ornamentales ni menos superfluas; aunque remiten a
concepciones tradicionales de una considerable profundidad histórica, se hallan
en constante reinterpretación de ideas incorporadas por exigencias que emergen mediante
contacto cultural.
Referencias
bibliográficas
ALBÓ, Xavier
1996 Los Señores del Gran Poder. Centro de
Teología Popular, La Paz.
AMMAR MAJAD, Musa
2008 Breve historia de las representaciones
trifaciales y tricéfalas en Occidente. Editorial Letralia, Cagua-Venezuela.
http://www.letralia.com/ed_let
CERUTI,
María Constanza
2007 Qoyllur
Riti: etnografia de un peregrinaje ritual de raíz incaica por las altas montañas
del Sur de Perú. Scripta Ethnologica,
vol. XXIX, 2007, pp. 9-35 Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Técnicas, Buenos Aires.
GARCILASO
DE LA VEGA, Inca
2004 Comentarios
Reales de los Incas [1609, 1617]. A.F.A. Editores Importadores S. A. Lima.
LAMBRECHTS,
P.
1942 Contributions à l´étude des divinités
celtiques. Brujas.
PACHACUTI YAMQUI SALCAMAYHUA, Joan de Santacruz
1993 Relación
de antigüedades desde reyno del Piru (1613). Estudio etnohistórico y
lingüístico de Pierre Duviols y César Itier. Edic. IFEA/CBC, Cuzco.
SÁNCHEZ
GARRAFA, Rodolfo
1995 Espacio y estructuras religiosas en los
mitos de Ausangate. En Rev. Anthropologica,
Nº 13. PUCP, Lima.
No hay comentarios:
Publicar un comentario