Rodolfo Sánchez Garrafa
Jueves 14 de enero de 2016.
Acabo de ser gratamente sorprendido por el generoso comentario de Harold Alva
sobre Iris de los Sueños*, que fue mi
segundo libro de poemas (Hipocampo Editores, Lima 2012) y fue honrado con un
texto crítico de nuestro extraordinario poeta Roger Santiváñez Ph.D. Dije
aquella vez que los poemas eran cánticos de mies cargada a la espalda y
conjuros del tiempo que percuten en las aguas removidas de la memoria. En
efecto, la poesía ha ido de la mano con la experiencia de vida. Me ha permitido
muchas cosas, entre ellas, enriquecer mi cosecha con grandes amigos, grandes
afectos e inteligencias. Gracias Harold Alva, hay y habrá mucho por celebrar.
Es momento de hacer extensivas las gracias
a personas cuya personalidad ha sido particularmente significativa para mí. Los
Fratres scholarum christianorum o Hermanos de La Salle me educaron con
sapiencia en mis años de la infancia y la niñez. Hace muchos, pero muchos años,
mi maestro el Dr. Antonio Astete Abrill leyó mis manuscritos poéticos y me dio
el consejo tal vez más decisivo para escribir como ahora lo hago. El Prof.
Lizardo Pérez Araníbar admiraba mis escritos, me los hacía leer y grababa mis
lecturas, me animó a declamar en público a grandes poetas universales. El Prof. Aníbal
Peralta me enseñó autores selectos en la secundaria y consolidó mi afición por
la lectura. En términos intelectuales mis maestros Moisés Tello Palomino, Carlos
Ferdinand Cuadros Villena, Daniel E. Castillo M., Oscar Núñez del Prado, fueron
mis referentes ideales. He apreciado la amistad y orientación de grandes
hombres como José Carlos Fajardo, Gerardo Ayzanoa, Jürgen Golte. Hay personas a
las que he amado y he sido correspondido. Ernestina Baca Astete, Abel Ramos
Perea, Andrés Alencastre Gutiérrez, María Luz Crevoisier Mendizabal alentaron
mi producción poética en distintos tiempos. A todos mi profundo reconocimiento.
A mis compañeros de camino no los nombro aquí, pero los llevo en el corazón y
cada uno es sujeto de una historia aparte.
Cuando un sueño se hace
realidad, pensamos que es coincidencia. A mi modo de ver, todo acontecimiento,
obedece, en realidad, a leyes. Todo acto humano tiene consecuencias. Nuestro
presente es consecuencia del pasado y, en cierta manera, cada uno de nosotros
define su futuro. Es curioso que me vengan a la memoria los años de vida universitaria. Tenía
en aquel entonces y aún conservo la amistad de Abel Adrián Ambía, mi compañero
de secundaria, con quien competíamos por el primer puesto de nuestra promoción.
Abel estaba decidido a estudiar antropología y yo me había inclinado por el
derecho, en gran parte influido por las preferencias y argumentos de mi padre.
En algún momento Abel y yo tomamos la determinación de estudiar ambas carreras.
Debo confesar que los estudios de derecho eran exigentes y ambos éramos bichos
algo raros entre nuestros compañeros de antropología. En derecho éramos
bastante conocidos, tanto que Abel Adrián, Miguel Yépez y yo fuimos bautizados
como “los Tres Ases” por nuestro maestro el Dr. Leoncio Olazábal, profesor de
derecho civil. Para resumir, sin jactancia alguna, diré que ocupé el primer
puesto en mi promoción de derecho. Miguel se trasladó a Lima y terminó sus
estudios en San Marcos. Abel se recibió de Abogado con honores al igual que yo.
Hoy mi amigo Abel es un notable jurisconsulto y componedor de entuertos
judiciales. Yo tras dos años de ejercicio de la abogacía, abandoné formalmente
este ejercicio, resuelto a dedicarme plenamente a la investigación antropológica. Para
esto ya me había recibido de antropólogo. Cosas de la vida.
El ejercicio de la investigación social
me ha llevado prácticamente por todo el Perú, con larga permanencia en
comunidades campesinas de los Andes del norte, centro y sur, a la que he sumado significativas estadías en la Amazonia peruana. Pienso que esa
experiencia y el haber viajado por diversos países como Alemania, España,
Francia, Inglaterra, Tailandia, Japón, EE.UU., Nicaragua, Argentina, Chile, Bolivia y
Ecuador, principalmente, ensancharon de un lado mi formación profesional, cuando
el mundo recién empezaba a globalizarse para muchos, y de otro mi capacidad de
asombro frente al mundo, aspecto esencial en la creación poética.
No me referiré a mi producción
académica en antropología. Tengo publicados seis poemarios: Por las calles del Sol (Cipac 1995 e
Hipocampo Editores 2012), Iris de los
sueños (Hipocampo Editores 2012), Paralelo
70 (Pájaros en los cables 2013), Séptima columna (Pájaros en los cables
2013), Al di là (Pájaros en los cables 2014), Helio-tropos (Hipocampo Editores
2014) y, en breve, presentaré los dos más recientes Toda una vida (Summa 2016) y
El hombre retirado (Pájaros en los cables 2016) en el marco del 20º evento de Enero
en la Palabra que tendrá lugar en la ciudad del Cuzco del 28 al 30 del presente
mes. He tenido la fortuna de que estos textos sean comentados por Roger
Santiváñez, como ya he mencionado, y por otras personalidades como Luis Negrón
Alonso, Gustavo Valdivia Rivera, Nelson Elguera Barrios, Omar Aramayo, Pamela Ángela
Medina García, Irenilda Paranhos, Karina Valcárcel, Armando Arteaga, Luis La
Hoz y Harold Alva. El desprendimiento de todos ellos me hace mirar la vida con
mayor optimismo.
Cuando escribo me deslumbra la
humanidad toda, mas para ver la luz infinita suelo cerrar los ojos.
"...Me llaman y no camino/Antes se van/mi chocar de lengua con las lenguas de la luz,/mi soñar con el sueño/de las estrellas/´´´" Un verdadero resumen de todo lo dicho por mi siempre apreciado tocayo con su lenguaje poético el mismo que refresca y reconforta cuando se camina "Por las Calles del Sol"
ResponderEliminarGracias por recordar el primer libro de poemas que alcancé a publicar en 1995. Cuzco, nuestra ciudad de gloria eterna, y la mujer amada se amalgaman en la gran experiencia de andar las calles de la vida. Te saludo amigo Rodolfo Dondero y saludo tu sensibilidad de poeta.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, querido Rodolfo.
ResponderEliminarGracias Harold, es correspondido. Aprecio tu amistad y cualidades inherentes a tu brillo personal.
Eliminar