Muy temprano gusté la poesía de Rubén Darío, el preciosismo de su lenguaje y la musicalidad de sus rimas. La contemporaneidad tiene para mí el signo magistral de Neruda, sus caminos expresivos dominan la escena poética; después de él encuentro calideces particulares y profundas en diversas tiendas: Robinson Quintero y Piedad Bonnett de Colombia, Enrique Lihn de Chile, José Watanabe y Antonio Mazzotti de Perú, por ejemplo.
Creo que el tránsito del elitismo y del academicismo a una expresión más coherente con una realidad heterogénea y pluricultural es la nota saltante en la poética nacional de este tiempo.
Entre los factores que impiden una existencia de relaciones más estrechas entre los diversos países que conforman Hispanoamérica se puede señalar: Primero, los medios todavía escasos de intercomunicación; segundo, la falta de oportunidades para todos; y, tercero un espíritu de comunidad hispanoamericana que sigue siendo germinal.
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